Eleazar Díaz Rangel
A L G U N A S T A R EA S D E L A
ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE
La votación de ocho millones 89 mil que obtuvieron el Psuv y sus
aliados es la más alta alcanzada por esas fuerzas desde la primera elección
presidencial de Chávez. Fue algo excepcional y, según versión de dirigentes del
chavismo, por las razones que explican, pudo ser hasta de 10 millones. Surge
una primera pregunta, ¿Por qué votó tanta gente? ¡Y habría que sumar las
diversas cifras suministradas por los opositores!
Intentaré
unas respuestas. En primer término, el chavismo llamado duro, identificado
ahora con la “tarjeta de la patria”, fue el factor movilizador principal, al
que habría que añadir la votación del PCV, PPT, Tupamaros, MEP y otras
organizaciones.
Y un sector
sin militancia que se movió a votar para expresar su repudio a los hechos
violentos, cansados de tanta trancadera, de paros obligados, de destrucción de
pequeños negocios y de instalaciones públicas, de guarimbas, de muertos y
heridos; cansados de ser secuestrados en sus edificios y de tanta violencia;
por todo eso, votó por la paz. Y debe añadirse la campaña de propaganda que
tanto contribuyó a la movilización habida. Creo que así pueden resumirse las
principales causas de esa victoria del pueblo.
Pero lo más
importante es preguntarse qué ocurrirá ahora, ¿Cómo contribuirá la Asamblea
Nacional Constituyente recién electa? No tendrá poder para resolver los
problemas más importantes y que más han afectado a la mayoría de los
venezolanos, como los relativos a la escasez de alimentos y medicinas, así como
los altos precios que suben escandalosamente cada día. Podrá tomar algunas
medidas, y seguramente las aprobará, pero no habrá soluciones de un día para
otro.
Otra
cuestión, esta de carácter netamente político, es la relativa a ¿qué hacer con
la Asamblea Nacional, en desacato, donde, como bien se sabe, la oposición
domina con amplio margen? Se plantean varias opciones: a) eliminarla por
decreto o una resolución, pero una decisión como esta significaría la ruptura
total con la oposición, y tendría altos efectos negativos en el exterior: no es
frecuente que una institución estatal, como un Parlamento, sea disuelta por un
gobierno a menos que sea una dictadura; b) negociar con la oposición para que
deje de estar en desacato, y coexistir en un escenario político de acuerdo y
diálogo; c) tratar de cooptar a la ANC, a un grupo de ellos o a todos
(sugerida).
Como ven,
algunas de esas soluciones contribuirán a negociar, a buscar acuerdos de ambas
partes, y otras son de ruptura.
Algunas
cuestiones no son menores, pero no tienen mayor urgencia: una es ¿cuánto tiempo
durará la vigencia de la Asamblea Nacional Constituyente, y si someterá o no la
votación a un referéndum.
Y la elección
tan abrumadora lleva un nuevo problema, pero esta vez a la MUD: cómo enfrentar
la elección de gobernadores.
Hay algunos
de sus dirigentes, incluso gobernadores, que están de acuerdo con que deben
inscribir sus candidatos, convencidos de que tienen opciones reales de ganar en
varios estados, y otros, los más radicales, que negarán esa posibilidad. En
todo caso, es un problema de ellos, no de la ANC, y tiene poco tiempo para
resolverlo.
Y,
finalmente, todos los votantes, que han depositado su esperanza de paz en esta
ANC, saben que tiene pendiente una cuestión mayor: ¿qué hará la ANC para
contribuir al mutuo reconocimiento de las partes, y encontrar mediante
encuentros y diálogos de diversos niveles a reconciliar este país fragmentado?
Por supuesto, quien han llamado a continuar con la violencia y los trancazos
son negadores de cualquier tipo de acuerdo. DíAZ RANGEL
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