Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) miles de personas, tengan el hábito de fumar o no, mueren por año como consecuencia de su exposición a las toxinas y sustancias nocivas del humo de tabaco. Además de tener altas probabilidades de padecer cáncer del pulmón, los no fumadores tienen riesgos de desarrollar enfermedades respiratorias y coronarias.
El pulmón es un órgano formado por delicados tejidos que están en contacto directo con el medio ambiente a través del aire inspirado, transportado por la vía aérea. Durante la exposición a distintos agentes, la función pulmonar se deteriora, pero puede que pasen años hasta que el problema sea lo suficientemente notable.
Cuando los pulmones se enferman su deficiencia repercute en el resto del organismo, desencadenando afecciones severas que pueden poner en riesgo la vida del paciente. El tabaco es el primer destructor del sistema respiratorio y las muertes causadas por el cigarrillo son las primeras en la escala de prevenibles en todo el mundo, pero también existen otros factores de riesgo que pueden afectar gravemente a los pulmones: la exposición al humo de otros fumadores, al gas radón u otros cancerígenos, personas expuestas a tratamientos médicos con radiación en el pecho y pacientes con enfermedades pulmonares crónicas.
El consumo del tabaco obstruye las arterias, aumenta la posibilidad de desarrollar muerte cardiaca súbita, produce úlcera de estómago, genera la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y se asocia al cáncer de pulmón, laringe, cavidad oral, esófago, páncreas, cuello uterino, vejiga y riñón. Cuanto más temprano se inicia el hábito de fumar, y mayor sea la cantidad de cigarrillos, aumentará el riesgo de padecer estas enfermedades.
El cáncer de pulmón se desarrolla a lo largo de varios años y es difícil detectarlo en su faceta inicial, por eso es de suma importancia reconocer los factores desencadenantes para tomar las medidas preventivas correspondientes. Si bien cada persona puede tener diferentes síntomas, los más significativos son: dificultad para respirar, tos persistente, sibilancias, tos con sangre, dolor de pecho e infecciones respiratorias recurrentes.
En cuanto a los chequeos médicos, lo más importante es realizarse una radiografía de tórax simple periódicamente. En caso de existir restricción respiratoria, se recomendará realizar una espirometría y si se presentara alguna anormalidad, lo más completo sería realizar una tomografía de tórax.
Dejar de fumar es vital para que los fumadores puedan tener una mejor calidad de vida y tomar conciencia de que el daño es irreparable e independiente de la dosis. Es de suma importancia adoptar hábitos de vida saludables, realizar controles regulares con su médico y evitar la exposición a elementos tóxicos que predisponen el desarrollo de tumores.
El Doctor Ernesto Crescenti, investigador y director del Instituto de Inmunooncología Dr. Ernesto J.V. Crescenti
Con información de Infobae.
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