jueves, 29 de agosto de 2019

HOY ES EL DIA INTERNACIONAL DEL CARTERO UN OFICIO TAN VIEJO COMO LA COMUNICACION


El oficio de los carteros se remonta a centenas de años. Desde la antigüedad los pueblos pusieron en marcha diversos sistemas para el envío de informaciones y de objetos materiales.
Estos trabajadores son reconocidos por caminar entre las calles con sus pesados bolsos y entregarle a cada ciudadano su correspondencia. El servicio a la ciudadanía, el respeto y la cordialidad, son algunos de los tantos valores que identifican a estos ciudadanos que se convirtieron en un canal de infinidad de mensajes hacia las personas.
En Venezuela le hacen honor al cartero Juan Toro, en este día especial. Juan Toro fue reconocido por ser el primer cartero en el país, y representar a su gremio en Latinoamérica.
Este personaje falleció en el año 1975 y la empresa Ipostel decidió retomar la función de Toro tres años después (1978). En su honor, cada año se hace una entrega de premios al cartero más destacado de cada región.
Para Eber Morín, coordinador de programas de la escuela postal, el cartero se identifica por su confiabilidad, eficiencia y rapidez en el trabajo. “No se trata solamente de la entrega, sino de recibir el paquete o la pieza postal, revisar que sea correctamente clasificada, conocer su dirección y reconocer el objeto para hacer su distribución final. Así mismo dentro de su confiabilidad se encuentra el secreto postal, que no nos permite –de ninguna manera- develar el contenido”.
Morín hizo hincapié en que en Ipostel anteriormente se enfocaban en el envío de cartas, pero hoy en día la utilización neta del correo es el envío de paquetería. El servicio es igualmente altamente utilizado para el envío de telegramas.
Destacó que el cartero conserva su esencia, pese a la evolución de las tecnologías. Y que actualmente es una profesión que se encuentra en ascenso. Para él, a pesar de que muchos ciudadanos utilizan el correo electrónico o redes sociales para enviarse información que anteriormente lo hacían por correo, el oficio se ha mantenido porque siempre existe una remesa que trasladar.
“Evidentemente puede que exista una disminución, pero en la parte legal sigue siendo sumamente necesarios el uso de carteros, porque lo jurídico debe tener una justificación. Disminuyó el número de estos envíos en personas naturales, sin embargo, estos siguen utilizando el servicio de paquetería”.
En la sede de Ipostel en el estado Lara, laboran más de 120 carteros, (de los cuales, cinco son damas) quienes se movilizan a lo largo y ancho de todas las parroquias y municipios.
Se estima que en esta institución laboran más de 3.000 carteros en toda Venezuela. Una labor que puede ser realizada a pie (si el sitio donde entregarán el paquete se encuentra cerca), en bicicleta para recorrer unos pocos kilómetros, o en moto para trasladarse a sectores de reparto un poco más lejanos.
Es importante destacar que aproximadamente cada cartero entrega 10 piezas diarias y 30 telegramas en Lara.
Estos trabajadores relatan que a primera hora de la mañana se encuentran en las oficinas para buscar los paquetes correspondientes y ninguna situación imposibilita que ellos puedan cumplir con una labor centenaria.
No obstante la radio, la televisión, el teléfono y otros medios electrónicos que nos permiten una comunicación más rápida y directa, el hombre continúa utilizando la carta como el medio más testimonial, íntimo y expresivo y éste, aunque lento pero de todas maneras rápido que siglos atrás precisa del cartero en la última fase de la llegada a su destino. El cartero a través de los tiempos ha sido y continúa siendo un infatigable caminante a quien apenas le alcanza el salario para reponer la suela de sus zapatos. Sus estrecheces y penurias son iguales en Venezuela como en cualquier otra parte del mundo y de allí que en 1941 se hayan congregado por primera vez en Lima para lleva adelante una acción dignificante de su oficio. En Venezuela se fundó en 1936 la sociedad de Carteros, gremio que con muchas dificultades levanta la bandera reivindicativa de quien día a día toca las puertas de nuestras casas para inquietarnos con la interrogante de una carta.

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