domingo, 29 de septiembre de 2019

MAFALDA, LA NIÑA CONTESTATARIA, CUMPLE 55 AÑOS

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El 29 de septiembre de 1964, el semanario argentino Primera Plana publicaba por primera vez una historieta de Mafalda. Aunque el personaje había nacido dos años antes, durante meses vagó por las mesas de diferentes redacciones, cuyos jefes no se decidían a incluirla en sus cabeceras o que, directamente, la rechazaron. Ese fue el caso del diario Clarín, que renunció a publicar la tira cuando descubrió que, en realidad, se trataba de un formato para promocionar los electrodomésticos Mansfield, fabricados por las industrias Siam Di Tella.
Di Tella, impulsor del instituto de artes homónimo del que surgieron artistas como Antonio Berni, Jorge de la Vega, Federico Peralta Ramos, Marta Minujin, Juan Gatti o Les Luthiers, siempre estuvo interesado en las nuevas formas de arte y comunicación, entre las que se encontraba el cómic. Por ello, cuando la agencia de publicidad Agens le propuso crear un tebeo que sirviera para anunciar de manera encubierta la gama de electrodomésticos Mansfiel, no le pareció mala idea.
Para dicho proyecto, la agencia contactó con Joaquín Lavado, 'Quino', dibujante que publicaba habitualmente en cabeceras como Tía Vicenta o Rico Tipo. El encargo consistió en crear una serie protagonizada por una familia de clase media cuyo nombre comenzase por M y en la que aparecieran de forma habitual televisores, frigoríficos, lavaplatos y otros electrodomésticos de la marca Mansfield. Con esas directrices Quino creó ocho tiras que fueron presentadas a los responsables del diario Clarín que, si bien en un primer momento, se interesaron en publicarlas, decidieron descartar la idea al descubrir la triquiñuela.
Con las ocho tiras bajo el brazo, Quino intentó colocarlas en otros medios. Primero fue en el suplemento Gregorio de la revista Leoplán, donde consiguió publicar tres. Más tarde, en Primera Plana, cabecera en la que, según el sentir del dibujante, habría nacido verdaderamente Mafalda, desde el momento que fue ahí donde abandonó su pasado comercial. En Primera Plana permanecería hasta 1965, momento en el cual pasó al diario El Mundo. Para entonces, el elenco de la tira había crecido. A los personajes originales, Mafalda y sus padres, se habían sumado Felipe, Manolito y Susanitay el éxito entre los lectores era tal, que el editor Jorge Álvarez decidió lanzar el primer recopilatorio del personaje. En tan solo dos días, agotó la primera edición.

Rumbo a Europa

Habría que esperar hasta 1969 para que el primer recopilatorio de Mafalda apareciera fuera de Argentina. El país elegido fue Italia y lo hizo de la mano de uno de los intelectuales más destacados del siglo XX: Umberto Eco. El escritor piamontés, que en 1965 había abordado el tema de la cultura popular en Apocalípticos e integrados, presentó la criatura de Quino a los italianos con palabras más que elogiosas: “Mafalda refleja la tendencia de una juventud inquieta que asume aquí la forma paradojal de disidencia infantil, de esquemas psicológicos de reacción a los medios de comunicación de masas, de urticaria moral provocada por la lógica de la Guerra Fría, de asma intelectual causada por el hongo atómico”. Una descripción a la que seguía una conclusión llena de admiración: “ya que nuestros hijos van a convertirse –por mérito nuestro– en otras tantas Mafaldas, será prudente que la tratemos con el respeto que merece un personaje real”.
Poco después de su desembarco en Italia, Mafalda comenzó a publicarse en España gracias a Lumen. A pesar de que la dictadura de Franco gozaba aún de relativa buena salud, la censura permitió publicar la obra de Quino sin demasiados problemas aunque, tras la aparición de un primer cuadernillo, obligó a la editorial a incluir en la portada de los siguientes la leyenda “Para adultos”.
Con esa advertencia, la censura franquista advertía a los lectores menos atentos de que, aunque tuviera aspecto de producto infantil, el cómic podía ser un medio complejo capaz de tratar temas de actualidad política que rozaban lo subversivo. Como comentaba Umberto Eco, Mafalda había canalizado y amplificado el descontento de esos jóvenes que protagonizaron el mayo del 68 francés, las protestas de la guerra de Vietnam, el hipismo y la oposición a regímenes políticos dictatoriales como los que proliferaban en Latinoamérica. De hecho, la propia Mafalda había crecido en un ambiente represivo y poco amigo de las libertades como fueron los gobiernos militares de Juan Carlos Onganía, Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse.
La identificación del personaje con las ideas progresistas llegó hasta el punto de ser utilizado como justificación de crímenes cometidos durante la dictadura cívico militar de Videla, Massera y Agosti. El 4 de julio de 1976, por ejemplo, un cartel sacado de una de sus viñetas –aquella en la que Mafalda está señalando la porra de un policía diciendo “Este es el palito de abollar ideologías”–, apareció sobre uno de los cuerpos de los tres sacerdotes y dos seminaristas palatinos asesinados en la Iglesia de San patricio de Buenos Aires por individuos vinculados a la Armada argentina que operaban desde la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Para entonces, Quino llevaba ya tres años sin dibujar a Mafalda por agotamiento y, como si intuyera los malos tiempos que iban a asolar al país, había decidido afincarse en Milán.

Perversos e iconoclastas

La llegada de la democracia a España y el fin de la dictadura en Argentina vinieron acompañadas de un cierto desencanto experimentado por aquellos jóvenes de los sesenta que, después de años de clandestinidad, se daban de bruces con una realidad que estaba a años luz del sueño revolucionario por el que habían luchado. Mientras ellos aprendían a lidiar con la socialdemocracia en lugar de con la dictadura del proletariado, sus hermanos más jóvenes sacaban todo el partido a esa libertad, sin dogmatismos, ni idolatrías pero con grandes dosis de hedonismo y cinismo.
De ese modo, durante los años ochenta, muchos de los símbolos que habían inspirado o escandalizado a las generaciones anteriores sufrieron la apropiación y perversión de su sentido por los más jóvenes. Por ejemplo, la esvástica nazi que Sid Vicious mostraba en una camiseta, el grito de “somos fascistas” con el que Gabinete Caligari abrió uno de sus conciertos en Rock-Ola, la adscripción falangista del Zurdo o la apropiación de Mafalda por los cachorros del barrio de Salamanca.
Tal y como refería el diario El País en abril de 1985, en diferentes puntos de Madrid como las zonas de Argüelles y Goya, se podían encontrar pegatinas en las que los personajes de Quino portaban banderas de España con simbología franquista. El dibujante, descendiente de republicanos españoles, declaró al diario no entender por qué habían elegido a sus personajes “ya que está claro que Mafalda y sus amigos son demócratas y antifascistas”.
Aunque en esencia se trataba de un tema de piratería, el uso de simbología franquista agravó el malestar de Quino: “La piratería, del tipo que sea, me sienta mal y la hay bastante por ahí en camisetas y otros objetos, pero si encima interviene el manipuleo político es mucho peor. De cualquier lado que venga, me hubiera sentado fatal, pero este es el peor por el que podía haber venido”, reconoció.
Aunque el dibujante puso el caso en manos de un abogado y consiguió retirar del mercado esos productos, no fue esa única vez que Mafalda sería manipulada políticamente. Hace unos meses, mientras se debatía la despenalización del aborto en Argentina, los autodenominados grupos pro vida publicaron una imagen de Mafalda con un pañuelo azul, símbolo de los antiabortistas, con el eslogan “Salvemos dos vidas”, y una frase supuestamente atribuida a Quino que decía: “Mafalda siempre estará a favor de la vida”. Desde el perfil oficial de Twitter del dibujante, sus colaboradores salieron al paso de esas acciones declarando que “Quino no se manifestó a favor ni en contra de la legalización del aborto. Solo, siempre y explícitamente a favor de los derechos de las mujeres. Por lo tanto, todas las manifestaciones que se le atribuyen en las redes al respecto no son propias ni oficiales”.

Fuente de riqueza y creación de empleo

Cincuenta y cinco años después de su primera publicación, Mafalda es, sin lugar a dudas, un icono del siglo XX y la creación más popular de Joaquín Lavado 'Quino', cuya contribución a la cultura mundial hizo que fuera reconocido con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014.
El acto de entrega de ese galardón tuvo lugar en el Teatro Jovellanos de Oviedo, ciudad que aprovechó la presencia del artista para inaugurar una escultura del personaje, semejante a la que hay en La república de los niños de La Plata y en el barrio de San Telmo, a pocos metros del portal en el que Quino se inspiró para ubicar la residencia de la niña, sus padres y su hermano Guille.
Además de servir de reclamo para los turistas que visitan ese barrio bonaerense, Mafalda es uno de los motivos que más se repiten en camisetas, mates, termos, artesanías, azulejos, bolsas, baberos para bebés, chapas, llaveros y mil y un productos que se venden en los cientos de puestos que cada domingo se colocan en el tradicional mercado de San Telmo.
Pocos, por no decir ninguno, de esos productos es oficial o está realizado con autorización de Quino que, aunque no percibe ninguna regalía por la explotación de su obra, ve al menos cómo su personaje aporta más riqueza al país que los préstamos del FMI y permite a sus ciudadanos sobrellevar una crisis inflacionaria y cambiaria que ha provocado que el peso supere los 60 dólares hace apenas unas semanas. Unos datos que permiten hacerse una idea de la trascendencia de Mafalda en la sociedad argentina e invitan a pensar que, más que una estatua en un barrio porteño, merecería las carteras del ministerio de Hacienda y el de Igualdad por su capacidad para generar riqueza y su compromiso por la libertad.

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