El 19 de junio de 1814, es recordado en Valencia, estado Carabobo, porque el cruel y sanguinario José Tomás Boves, y su tropa de 6.000 llaneros, en su mayoría, de Cojedes, Guárico y Apure, luego de ser retrasado en La Victoria, por José Félix Ribas y sus jóvenes valientes, carga contra Valencia y exige su rendición, ante la negativa de los patriotas que se negaron a pesar de que Valencia estaba abrumada por los constantes ataques de las guerrillas realistas y de que la mayor parte de sus pobladores habían perecido en la guerra, incluso muchachos de 14 años.
Boves sitia a Valencia. El sitio dura 21 días, hasta el 10 de julio, los sitiados pasaron toda clase de penurias, una vez agotadas las provisiones y los pertrechos (piénsese que se alimentaron hasta de cueros viejos y que muchos murieron de hambre). Los patriotas acuerdan una capitulación a instancia de Boves, quien se compromete a cumplir los generosos términos ofrecidos a Juan Escalona, jefe patriota de la muy heroica plaza de Valencia, Boves juró su cumplimiento ante la hostia en la Iglesia principal.
La noche siguiente de su entrada a Valencia, los oficiales patriotas y todos los que se le antojaron… fueron pasados a cuchillo. Boves recogió a todos los hombres, pues había tomado precauciones para evitar su fuga. Todos fueron sacados de la ciudad y los fueron matando, uno a uno, a lanzazos. La sanguinaria bestia española de Boves organiza un baile para festejar su victoria, y obligó a las damas valencianas a asistir. Las pobres mujeres estaban aterrorizadas, ya que el asturiano, látigo en mano, las obligó a bailar al son del Piquirico, sin compasión de ninguna especie. La matanza duró varias noches.
Boves sitia a Valencia. El sitio dura 21 días, hasta el 10 de julio, los sitiados pasaron toda clase de penurias, una vez agotadas las provisiones y los pertrechos (piénsese que se alimentaron hasta de cueros viejos y que muchos murieron de hambre). Los patriotas acuerdan una capitulación a instancia de Boves, quien se compromete a cumplir los generosos términos ofrecidos a Juan Escalona, jefe patriota de la muy heroica plaza de Valencia, Boves juró su cumplimiento ante la hostia en la Iglesia principal.
La noche siguiente de su entrada a Valencia, los oficiales patriotas y todos los que se le antojaron… fueron pasados a cuchillo. Boves recogió a todos los hombres, pues había tomado precauciones para evitar su fuga. Todos fueron sacados de la ciudad y los fueron matando, uno a uno, a lanzazos. La sanguinaria bestia española de Boves organiza un baile para festejar su victoria, y obligó a las damas valencianas a asistir. Las pobres mujeres estaban aterrorizadas, ya que el asturiano, látigo en mano, las obligó a bailar al son del Piquirico, sin compasión de ninguna especie. La matanza duró varias noches.
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