LA LETRA IRREVERENTE
DEL “CHINO” VALERA MORA
Hace ochenta y dos años, este 30 de septiembre, vino al mundo el reconocido poeta revolucionario venezolano Víctor Valera Mora (1935-1984), uno de los más singulares y desenfadados que haya producido la lengua.
Mejor conocido como El Chino Valera Mora, su obra, poco celebrada fuera de su país, es no obstante una de las referencias más reveladoras de los rumbos que tomó la poesía, escrita en español, durante los furiosos años sesenta
Víctor Varela Mora nació en Valera, aldea de luz y calina, cometas y montañas. Sabemos que su padre fue un obrero que murió de tuberculosis y su madre una campesina y que estudió el bachillerato en un municipio de los llanos de Guárico, San Juan de los Morros, donde conoció a otros poetas de las pampas como Ángel Eduardo Acevedo o Argenis Rodríguez con quienes aprendería a entender la poesía como canto y cuento, así quería Antonio Machado, mientras escuchaba a los improvisadores y leía, en trances iluminatorios, la poesía china.
De los llanos fue a Caracas para estudiar en la Universidad Central, sociología. Miembro del Partido Comunista fue puesto en prisión durante las manifestaciones contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez , a finales de 1957.
Venezuela vive entonces una época (1959-1964) de levantamientos militares y de estudiantes y políticos contra el régimen de Rómulo Betancourt, quien toma partido por el gobierno norteamericano frente a las novedades y expectativas del recién inaugurado castrismo cubano.
Junto a Luis Camilo Guevara, Mario Abreu, Pepe Barroeta y Caupolicán Ovalles, el “Chino” despliega una enorme actividad cultural y crea la mítica Pandilla de Lautréamont, en aquella Sabana Grande que albergaba en sus templos etílicos entre salsa y rock & roll, a un puñado de ilusos, pertenecientes a una imaginaria “República del Este” que sería derrotada por los ríos de un petróleo corruptor y perverso.
“La canción del soldado justo” (1961), su primer libro, es un vademécum y proclama de las esperanzas y los sueños revolucionarios de la hora. Es la lucha de clases la que nos salvará de las garras de los grandes monopolios, pero ya es evidente que el tono de su canto no será panfletario sino lírico, una suerte de soliloquio o dialogo con un consigo mismo.
A la derrota de los poderes iremos, como será en toda su obra, de la mano del amor. Un amor que se expresa haciendo del yo del cantor la imagen misma de la historia, de la lucha contra la opresión y el desamparo, imaginando sus palabras como catapultas contra las acciones del régimen combatido, acusado por el poeta de llevar el país a la catástrofe.
“Comienzo y creo en ti, maravilloso país en movimiento” se lee en uno de los versos que componen su primer libro “Canción del Soldado Justo”. Víctor “Chino” Valera Mora, plasmó con su palabra el sentir y los sueños revolucionarios de una ardorosa causa social, desde esa estirpe de amorosos luchadores a la que pertenece, junto a sus autores predilectos: Maiakovski, Prévert, Neruda, entre otros.
Hoy se recuerdan aquellos momentos finales en que el poeta andaba hablando “lenguas anónimas/con el fantasma de una mujer interminable”. La poesía fue su campo de batalla personal: “Valera Mora es el mejor exponente de ese período de esperanzas en la lucha contra las opresiones sociales y la búsqueda de nuevos sentidos para la vida” reseñan en el trabajo especial 70 años del Chino Valera Mora, publicado en el portal Web Letralia.
“De todos los poetas contestatarios”, escribió Manuel Bermúdez, “ha sido Víctor Valera Mora el que ha nutrido más a la Revolución con su palabra, sin cobrarle un centavo, ni mucho menos vivir a costa de ella”.
Su obra es todo un alegato escrito con fuertes dosis de irónica explosión contra la retórica burguesa y los aparatajes de la dominación. Esa poesía tan radical como enternecida, tan llena de erotismo y de combate, “más peligrosa que un foco guerrillero”, fue perseguida, temida y silenciada por décadas pero nunca hizo concesiones.
Los cambios políticos impulsados hoy en el país le otorgan merecida relevancia al legado estético, ético y político de este trujillano nacido en 1938. La Revolución Bolivariana creó el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora. En mayo de 2006 la irreverente poesía del “Chino” fue reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación por la Asamblea Nacional, publicando una antología de su Obra Poética ese mismo año.
En el Parque “Andrés Eloy Blanco”, en Puerto La Cruz, donde funciona la Universidad de Las Artes, capítulo de Anzoátegui, se creó una galería de poetas, entre los que figura “El Chino Valera Mora”.
“Canción del Soldado Justo” (1961),” Amanecí de Bala” (1971), “70 poemas stalinistas” (1979), “Del ridículo arte de componer poesía” (póstumo 1979 – 1984) son sus poemarios emblemáticos. El autor falleció el 30 de abril de 1984, dejando la memoria de sus letras abrazadas al amor y enfrentadas a las injusticias del capital.
Como los poetas que tanto amó, Valera Mora fue un declarado enemigo de la pacatería, las morales convencionales, los amigos del dinero público y de todos aquellos que venden su conciencia mientras se cambian de ropa interior.
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