miércoles, 20 de marzo de 2019

LA CUEVA DE LOS TIGRES DE ARAGUA SE INAUGURO HACE 54 AÑOS

José Pérez Colmenares: Un diamante de sueños


David Méndez (@DaviidMendez)
Fotos: Luis Patiño/David Méndez/Cortesía



Cuando se visita el estado Aragua, más allá de sus hermosas playas, la Colonia Tovar, El Castaño o la Maestranza Cesar Girón, no se puede dejar pasar la oportunidad de visitar uno de los recintos más emblemáticos para los aragüeños. El Estadio José Pérez Colmenares, que conserva en sus muros, una rica historia que data desde los años 60, pasando por una serie de remodelaciones y arreglos que lo han convertido en uno de los mejores estadios de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional. 


Con cómodas instalaciones, seguridad, puestos de comida, baños limpios, iluminación y una amplia zona para los periodistas, la cueva de los Tigres de Aragua es el lugar perfecto para disfrutar con toda la familia un buen juego de pelota, ya sea de noche, iluminados por el cielo maracayero, o de día, con el Parque Nacional Henri Pittier de fondo. 





El José Pérez Colmenares, se comenzó a construir en el año 1963, siendo culminado en 1965, con motivo de una serie en honor al presidente Jhon F. Kennedy que se encontraba de visita en el país promocionando la recién creada Reforma Agraria. En esa época, en Maracay no existía un estadio digno donde jugarse dicho encuentro.

El estadio original “José Pérez Colmenares” era lo que hoy día se conoce como el Estadio Municipal “Julio Bracho”ubicado en la avenida Constitución. Gracias a la expansión de la Liga de Béisbol Profesional, el Pérez Colmenares abriría sus puertas el 15 de octubre del año 1965, que serviría para darle casa al equipo de la entidad aragüeña, los Tigres de Aragua. 

El nombre José Pérez Colmenares proviene en honor a uno de los peloteros más importantes del país, nacido en Villa de Cura, estado Aragua, apodado “El Terrible Pérez”, fue uno de los peloteros que formó parte de un grupo de jugadores aficionados que conquistaron la Serie Mundial Amateur en Cuba, en el año 1941. 

“El Terrible Pérez” fue pieza fundamental en ese campeonato, logrando un promedio de bateo de .275 puntos, remolcó cinco carreras y anotó once. En su vida como pelotero, vistió los uniformes de Vargas, Cardenales, Valdés, Princesa, Cervecería Caracas y Magallanes. Su repentina muerte ocurrió el 25 de julio de 1944, al incendiarse en el aeropuerto de Barcelona el avión donde viajaba. 

Muchas han sido las luminarias que jugaron en el Pérez Colmenares, como Luis Aparicio, Omar Vizquel, David Concepción, “Chalao” Méndez, Miguel Cabrera, entre otros. La cueva bengalí está llena de anécdotas y recuerdos, que quedarán siempre en la memoria de sus protagonistas y de los fanáticos que los presenciaron.

David Concepción, apodado “El Rey”, es uno de los peloteros insignia de los Tigres de Aragua, con 23 temporadas jugadas en Venezuela, más de 40 jonrones y 350 carreras remolcadas, ahora forma parte de la directiva del equipo felino, y confiesa su orgullo de ver su número “13” retirado en una de las torres del jardín central. 

“Siempre estaré orgulloso de haber pertenecido a esta divisa durante 23 años, no pude darle todos los campeonatos que quería darle, pero por lo menos estuve en tres de ellos y en muchas finales”, admitió Concepción. Agregando que la fachada del estadio no ha cambiado mucho, ya que se mantenían las mismas tribunas y seguía siendo el mismo emblemático estadio de hace 50 años.

Lo único que si ha cambiado es la fanaticada, cuando yo jugaba no teníamos esa cantidad de gente apoyándonos, pero eso se debe también a la gran cantidad de títulos que los Tigres cosecharon desde el 2000, eso atrajo a más gente al José Pérez Colmenares”, afirmó David. 

Una de las historias que más recuerda David Concepción fue cuando los Tigres se titularon por primera vez en el 72, de la mano del mánager panameño Rod Carew, a los felinos solo le costó siete años en ganar su primer campeonato en la Liga Profesional de Béisbol, fue un momento que él cataloga como “imborrable”.

El José Pérez Colmenares durante sus inicios era muy distinto a como se le conoce hoy en día, las tribunas laterales eran muy sencillas, con rejas de alambre; los famosos “bleachers” o gradas eran de madera, la pantalla era una pizarra donde las carreras se tenían que colocar con tiza y lo más característico del parque eran los árboles que se encontraban entre los jardines del central y el izquierdo, lo que ayudaba a la gente a distinguir rápidamente el estadio cuando los veía de fondo. 

A finales de los 80, el Pérez Colmenares sufrió un gran cambio, que fue la eliminación de las columnas que sostenían el techo, que tapaban la visibilidad de las cámaras de televisión cuando se transmitía en Maracay. En la temporada 92-93 se realiza otra gran renovación del parque, que fue la ampliación del palco de prensa, para ese entonces el palco era de metal, de un color amarillo distintivo con el logo de los seis equipos (en ese entonces no existían ni Caribes ni Bravos) y el logo de la liga. Posteriormente, se le fue sumando las escaleras que dan acceso a las casetas, donde antes las personas al pasar, tapaban la visual de los comentaristas. Ese detalle se fue corrigiendo con el pasar de los años.

El parque maracayero, es el único estadio en Venezuela donde los dugouts están a nivel del home, normalmente en el béisbol, los dugouts están a nivel de las bases. Esto generó la creación de unos palcos de terreno que estuvieran a la altura de las bases. 

Fryddmar Álvarez, analista de béisbol y comentarista en el Circuito Radiofónico del equipo Tigres de Aragua, cuenta que una de las innovaciones más importantes que tuvo el estadio fue la pizarra eléctrica, que sustituyó la pintoresca pizarra ubicada entre el center y left field de bombillos rojos y azules que marcaban las bolas y los strikes, donde había un encargado de colocar con carteles de pintura las anotaciones por inning. 

Comenta también que el cercado del Pérez Colmenares era de alfajol, muy deficiente, no tenían las paredes acolchonadas que hoy día exige Major League Baseball (MLB). En esa temporada 91-92 los Tigres fueron subcampeones, lo que llevó a la fanaticada a exigir nuevas mejoras para el estadio. 

“Para mí, este parque cuenta con el mejor palco de prensa de la liga, es cómodo, es amplio, es limpio, hay servicios a la altura, tiene un personal que está pendiente de la prensa, el internet es bueno, tiene buena iluminación y los baños están impecables”, señaló Fryddmar, subrayando que para él, es el estadio más bonito del país.

“Es el equipo de mis amores, para mí siempre será el estadio más bello del mundo, quizás no lo sea, pero eso de ver el Parque Henri Pittier de fondo cuando son juegos de día los domingos, para mí es un espectáculo, y eso solo tiene un sabor especial aquí en Maracay”, acotó. 


Como toda estructura antigua, el José Pérez Colmenares tiene sus leyendas y mitos. Entre ellas se encuentra una experiencia vivida por el Salón de la Fama venezolano, Luis Aparicio. Jugando en Maracay, en una jugada de rutina en el campo corto, la pelota le realizó un bote extraño, lo que provocó que Aparicio escarbara un poco la tierra con sus pies, posteriormente, llamó a la gente de mantenimiento que con palas y escardillas procedieron a retirar una enorme piedra de aproximadamente 50 kilos enterrada en la zona del shortstop.

Otro mito que fue desmentido, pero que no deja de ser una buena historia, es que en la zona donde fue construido el estadio, era una bajada, que tuvo que ser cubierto con relleno material. Dice la leyenda, que por los lados de tercera base, se encuentra enterrado el chasis de un carro, y esa era la razón por la que por muchos años, diferentes peloteros se quejaron de “botes” irregulares en esa zona. 

Fryddmar relata que el arquitecto que construyó el estadio era un italiano que no tenía conocimiento del béisbol. Cuando faltaban 24 horas para la inauguración de la temporada, el arquitecto programó un recorrido a la prensa para mostrarles su novedoso estadio. En medio del recorrido, uno de los periodistas, Hernán “Chiquitín” Ettedgui, preguntó por el montículo, al ver que el arquitecto desconocía totalmente lo que era una “lomita”, el personal de mantenimiento tuvo que construir, en menos de 24 horas, un montículo para la inauguración del estadio. 

Tirso Narcise, un experimentado entrenador de béisbol menor y ex boxeador maracayero, formó parte de la directiva aragüeña durante 13 años, y narró la experiencia más memorable jamás vivida en sus años con los Tigres. 

El campeonato que yo nunca olvidaré fue el logrado en la 2006-2007 ante Magallanes. Yo estaba en el palco de prensa dando vueltas cuando comenzó la gran remontada en el noveno inning, luego, bajé al palco de terreno donde un niño estaba comiéndose las uñas de los nervios. Cuando se dio el batazo de Alex Romero ambos nos abrazamos y el niño lloró de felicidad por el campeonato, fue un momento que jamás olvidaré”, concluyó Tirso. 



El José Pérez ha sido testigo de grandes momentos, entre ellos la Serie del Caribe de 2006, donde Venezuela se tituló campeón, el regreso más espectacular en una final contra Magallanes en el año 2007, el famoso ponche de Francisco Buttó ante Bob Abreu para el campeonato del 2005. Como también momentos de tristeza, entre ellos el homenaje por el trágico fallecimiento del lanzador Rosman García en el 2011.

Cuando el equipo felino clasificaba a una instancia de semifinal, el primer juego en Maracay siempre era recibido con un gran acto de inauguración, lleno de fuegos artificiales y shows de tambor. El Pérez Colmenares marcaba pauta siempre como el estadio donde se realizaban los actos inaugurales más sorprendentes de toda la liga.

Victorias, derrotas, eliminaciones, campeonatos y millones de emociones son las vividas en el coso maracayero, que se ha vuelto un patrimonio para los aragüeños y es parada obligatoria si se visita la Ciudad Jardín. 

La cueva de los Tigres de Aragua ha sido el escenario donde las cosas más imposibles, se vuelven realidad. Situaciones de juego poco comunes, remontadas históricas, eliminaciones dolorosas y títulos extraordinarios, son algunas de las características de aquel emblemático recinto bautizado como “El Coliseo de lo posible”, donde lo imposible, no existe.


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