domingo, 27 de octubre de 2019

Imposible Olvidar Hace 54 años EL DIA QUE APARECIO EN LECHERIAS EL CADAVER DE ALBERTO LOVERA


Tal día como hoy 27 de octubre 1965 a comienzo del gobierno de Raúl Leoni (a) “El Magnífico Ciudadano”, fue hallado el cadáver torturado del Profesor Alberto Lovera, en una playa de Lecherías, estado Anzoátegui.
El cuerpo del líder revolucionario margariteño nacido en Juangriego tenía los brazos y las piernas encadenadas y un pico de albañilería atado al cuello, luego que fuera víctima de un brutal crimen de manos de las bandas del partido Acción Democrática.
Nueve días antes del hallazgo del cuerpo sin vida del dirigente comunista Alberto Lovera, el lunes 18 de octubre de 1965, en su casa de familia, su esposa María del Mar Alvarez y su hijo Alberto Enrique, de siete años, extrañaron que a las once de la noche el jefe de casa no hubiera hecho acto de presencia o que por lo menos hubiera notificado de algún retraso, como solía hacer. María del Mar, extrañada, trató de comunicarse con algunos camaradas para saber dónde estaba. A partir de ese día no lo volvieron a ver. María del Mar Álvarez comenzó así una travesía por averiguar el paradero de su esposo, Alberto Lovera.
Ese día, Alberto, de 42 años, para entonces profesor y secretario general del PCV en la clandestinidad, se encontraba en las adyacencias de la urbanización Las Acacias en Caracas, cerca de Los Chaguaramos y la Universidad Central de Venezuela (UCV). Alrededor de las 6:00 de la tarde, se trasladaba por la referida zona en su automóvil, un Mercedes Benz de color azul. A la altura de la Plaza Las Tres Gracias fue interceptado por una comisión de la Dirección General de Policía (Digepol).
Una vez interceptado por los esbirros de la policía política del gobierno adeco de turno, Lovera fue llevado hasta la sede de ese organismo represivo en Los Chaguaramos, lugar donde fue identificado por algunos presos. Estos testigos confirmaron posteriormente que el vehículo de Alberto estaba en el sótano del estacionamiento de ese cuerpo policial.
Nueve días después, ( 27-10-1965) el pescador Calazán Narváez realizó el macabro hallazgo, en la playa del cerro El Morro, aledaño al Fortín La Magdalena, en Lechería, cuando el veterano hombre de mar sintió un gran peso envuelto en su atarraya y, al sacarla para recoger su cosecha, se encontró con la aterradora y fatídica imagen de un cadáver humano enredado en su malla.
La terrorífica apariencia de aquel cuerpo desnudo mostraba huellas evidentes de tortura. Era irreconocible. El rostro estaba desfigurado, las manos destrozadas y el cuerpo todo amoratado. Además, estaba hinchado, amarrado con una cadena de hierro de unos dos metros de largo, y tenía una trenza de cuero atada al cuello junto a un pico de construcción que iba asegurado con un candado que, al parecer, tenía la misión de servir como ancla para hundir a la víctima hasta el fondo del mar.
Las exclusivas gráficas de aquel hecho que causó conmoción y terror a través de los medios de comunicación nacionales e internacionales, fueron captadas por el lente del fotorreportero José Ramón Bello, a quien una vendedora de pescado de Lechería conocida como “Juana La Mocha” (a quien le faltaba el antebrazo derecho), le fue a avisar del escalofriante hallazgo, a su casa en el Barrio Sierra Maestra de Puerto La Cruz, ese día Miércoles 27 de octubre de 1965, poco antes de las siete de la mañana.
Bello se encontró con el periodista Argenis Marcano, con quien fue al lugar del suceso. Ayudaron al pescador a sacar el cuerpo del agua y luego, se dirigieron a la sede de la entonces Policía Técnica Judicial (PTJ), en Barcelona. La noticia se difundió en todo el país y más allá de nuestras fronteras.
María del Mar Álvarez de Lovera no tuvo duda de que se trataba de su esposo. Pero la sospecha de María del Mar sólo pudo ser confirmada cinco meses después. En enero de 1966, María llegó al cementerio de Barcelona, donde le indicaron dónde estaba enterrado "el ahogado", como era identificado el cuerpo del hombre encontrado en la playa de El Morro. Para evitar que desaparecieran el cuerpo, María ordenó que taparan la tumba y colocaran una cruz de cemento con el grabado de Alberto Lovera.
El jueves 3 de marzo de 1966, luego de diversas investigaciones y la incansable voluntad de María del Mar por hacer justicia, el cadáver fue exhumado. El lunes 7 de marzo, la PTJ reconoció que las huellas dactilares tomadas al cadáver eran de Lovera y la autopsia confirmó que los asesinos mutilaron las yemas de sus dedos, desfiguraron su rostro, molieron su dentadura y rompieron su cervical.
María del Mar pidió que sus restos fueran colocados en una urna para llevárselo y trasladarlo hasta la funeraria La Voluntad de Dios, en Caracas.
El miércoles 23 de marzo de 1966, en la tarde, acompañado por una multitudinaria marcha que recorrió gran parte de la capital, se realizó el sepelio en el Cementerio General del Sur.
Desde ese momento comenzó otra lucha: la de conseguir justicia y castigo para los asesinos de Lovera. El caso sigue abierto. En la actualidad, la investigación la adelanta el Ministerio Público a través de la Comisión por la Justicia y la Verdad, creada en febrero de 2013 tras la aprobación en 2012 de la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y otras Violaciones de los Derechos Humanos por razones políticas en el período 1958-1998.
En las torturas y asesinato de Alberto Lovera estuvieron directamente implicados los comisarios de la DIGEPOL J.J. Patiño González, Carlos Vegas Delgado (“El Capitán”), Alberto Ochoa, José R. Antúnez y Carlos Quintero.
La información que condujo a la detención y muerte de Lovera fue proporcionada por el delator Aníbal González, un policía infiltrado en las filas del PCV. Meses más tarde, éste murió en manos de agentes de la DIGEPOL para cerrarle la boca.
Las investigaciones que permitieron descubrir el más horrible crimen cometido durante los gobiernos de AD se debieron a la incansable labor de su viuda María del Mar de Lovera y a las valientes denuncias del entonces diputado José Vicente Rangel.
Hoy, en la redoma de Guaraguao en Puerto La Cruz está el área recreativa que lleva el nombre de Alberto Lovera, donde se encuentra un busto en su honor develado en 2005 por su viuda. "No queremos que se pierda la memoria de los asesinados y desaparecidos en el puntofijismo", dijo María, quien falleció el 17 de agosto de 2014 en espera de justicia.

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