“Inspirados en el criterio de fecunda amistad”.
VENEZUELA HA PERDIDO CON COLOMBIA
TERRITORIOS VITALES PARA SU SOBERANIA
El 5 abril 1941, Venezuela perdió 108.350 kms de territorio al firmar con Colombia un nuevo Tratado de Límites y Libre Navegación. Este tratado significó en lenguaje simple y escueto, el instrumento “definitivo” por el cual Colombia se tragó de un solo bocado la Goajira y puso un pié en la costa del Golfo de Venezuela.
Efectivamente, el 5 de abril de 1941 Venezuela y Colombia firmaron en Cúcuta el Tratado sobre demarcación de fronteras y navegación de los ríos comunes, por el cual nuestro país perdió una considerable porción de su territorio “inspirados en el criterio de fecunda amistad que rige y debe siempre regir a sus dos naciones unidas por la identidad de su origen, por haber conquistado juntas su independencia y libertad en común esfuerzo, que constituye su mejor patrimonio de gloria”.
El más desacertado error de la diplomacia venezolana del siglo XX, fue aceptar Castilletes como el inicio de nuestra frontera con Colombia, mediante el tratado formal de 1941. Documento tan grave, de tanta entidad, según el cual Venezuela cedía a Colombia más de 108.000 km2, no debió firmarlo López Contreras, no sólo por antipatriótico, sino porque comprometía al gobierno siguiente, cuando estaba exactamente a 30 días de entregar el poder a su sucesor, Isaías Medina Angarita.¿En qué se basó López Contreras? En el hecho cierto de que sus Sociedades Cívicas Bolivarianas tenían mayoría en el Congreso, y terminarían aprobando el Tratado. Y así fue. El 6 de junio de ese mismo año 1941 empezó la discusión en la Cámara de Diputados. En el Senado se aprobó sin discusión, pero en Diputados sí hubo acaloradas intervenciones de opositores como Rafael Caldera, Pedro José Lara Peña, Navas Spínola, Andrés Eloy Blanco, y otros, que calificaron el Tratado de lesivo para la integridad territorial de Venezuela.
Andrés Eloy Blanco, con palabras profundamente nacionalistas, empezó por señalar que en cien años Venezuela había perdido “la quinta parte de su territorio sin disparar un solo tiro”. Y agregaba: “Este Tratado, si es leído por nosotros, debe ser leído también por el pueblo de Venezuela. Mi opinión es que este mapa no sólo debe venir aquí, sino que debe publicarse para que el pueblo de Venezuela sepa dónde empieza el río de la “Duda” y en dónde termina el río de sus dudas”.
Tampoco estuvieron de acuerdo los diputados Rafael Caldera y Pedro José Lara Peña, quienes exigieron que la política diplomática de la Nación debía hacerse del conocimiento del pueblo. Ambos salvaron su voto, fundamentado junto con Navas Spínola. Igual actitud tomaron Andrés Eloy Blanco, Eloy Suárez Flamerich y Ricardo Hernández Rovati.
Por el lado de los que apoyaban la firma, el que hizo la más sesuda y larga exposición, desde el punto de vista jurídico, fue el jurista Félix Saturnino Angulo Ariza.
Como era de esperarse, por la mayoría lopecista, de la cual no se había desembarazado el nuevo Presidente Medina Angarita, el Tratado de límites fue aprobado por el Congreso el 18 de junio de 1941. Medina Angarita lo ratificó el 21 de agosto.
Sin esperar la ratificación del Tratado, el mismo día 5 de abril se encontraron en el Puente Internacional (entre San Antonio del Táchira y Cúcuta) los Presidentes Eduardo Santos, de Colombia, y Eleazar López Contreras, de Venezuela.
Ambos Mandatarios se hicieron acompañar de una nutrida comitiva. El Presidente venezolano llevaba al Canciller Esteban Gil Borges, al Ministro de Educación, Arturo Uslar Pietri y a otros Ministros que con su presencia estaban avalando el despojo que se hacía al país. Esta pérdida territorial de Venezuela, equivale a una capitulación producto de “una derrota en armas” o “por derrota en conflicto armado”.
La firma del tratado definitivo de límites terrestres entre Venezuela y Colombia en 1941, ha determinado el surgimiento de nuevos problemas entre las repúblicas vecinas.
Al haberle asignado una pequeña porción de costas sobre el Golfo de Venezuela a la “vecina y hermana” república de Colombia, ésta ha venido exigiendo que se le reconozca la soberanía sobre una amplia zona marina y submarina que suponen rica en hidrocarburos y otros recursos naturales.
Las interminables negociaciones entre los dos gobiernos no han resuelto el problema de fondo, pues Colombia insiste en reclamar el control sobre extensas áreas que son vitales para nuestra soberanía nacional.
Después de este pié colocado en la entrada del Golfo de Venezuela, Colombia intenta una brutal embestida sobre el archipiélago de Los Monjes, en un intento de apoderarse de estos colosales guardianes de la soberanía nacional sobre las aguas de nuestro Golfo de Venezuela, en razón de la plataforma submarina que ellos generan y la correspondiente zona económica.
En marzo de 1952, una nave militar colombiana llamada “Almirante Padilla” atacó las embarcaciones de unos modestos pescadores artesanales venezolanos, razón por la cual la Armada de Venezuela intervino militarmente en Los Monjes y posteriormente la Cancillería obtuvo, mediante un canje de notas diplomáticas, el reconocimiento de la soberanía de Venezuela sobre el archipiélago, de esta manera Colombia no pudo colocar su otro pié sobre el corazón de Venezuela.
No obstante, la creciente presión expansionista de Colombia, militar y diplomática, siempre presente en su vida de nación independiente, dirige su mirada codiciosa sobre las aguas del Golfo de Venezuela, el más importante “Cuerpo de Aguas” de nuestra nación, una área crítica y estratégica, de importancia militar y más allá de toda consideración, de importancia política y económica, por ser la ruta de nuestro comercio internacional: Como dicen los cultores de la geopolítica, quien domine el Golfo de Venezuela, domina a Venezuela y quién se mete en él, clava una espina en el corazón de Venezuela.
El Golfo de Venezuela y las islas de Los Monjes no sólo son nuestros de acuerdo a toda la documentación que nos respalda; también esas áreas son vitales para la economía nacional venezolana que tiene en sus cercanías la principal región petrolera, la segunda ciudad del país, las grandes refinerías y rutas fundamentales de su comercio internacional.
A pesar de las innumerables conversaciones directas entre las dos cancillerías, el gobierno colombiano insiste en apelar a otros mecanismos como el arbitraje internacional y a la presión diplomática y militar.
Los problemas de los dos países “hermanos” por cuestiones de fronteras existen desde la disolución de la Gran Colombia y empiezan con el primer intento de tratado de límites en 1833, el llamado Pombo – Michelena, en el que se le reconocía a Venezuela poco menos del 50 por ciento de territorio de la Comisaría de Arauca y de Guainia, pero fue rechazado por Venezuela.
Sin embargo, el problema de límites fue llevado a arbitraje en 1881. Se puso en manos del Rey de España Alfonso XII. Este murió y su esposa, la reina María Cristina, pronunció en 1891 su laudo arbitral, reconociendo como colombianos los territorios que por el tratado Pombo – Michelena hubiera pasado a Venezuela.
En 1917 se acordó un nuevo arbitraje para que la ejecución del laudo español se hiciera por parte, pero Venezuela lo rechazó porque consideraba debía hacerse en forma integral. Transcurrieron 24 años para que ambos países pudieran ponerse de acuerdo y fue así como en 1941 se firmó la demarcación de fronteras y navegación de los ríos comunes
Ahora queda pendiente y en el tapete de la discusión internacional el diferendo referente a la plataforma submarina que, de acuerdo con la tesis colombiana, reduciría la propiedad que Venezuela tiene sobre el Golfo de Maracaibo. Venezuela no admite el criterio colombiano de la línea media y sostiene que el Golfo debe dividirse, en todo caso, prolongando imaginariamente sobre el mar la dirección que lleva la línea de frontera entre Castillete y el cuello de Teta Guajira. Venezuela, además, reclama mar territorial y plataforma continental para las islas Los Monjes.
Tratado de Demarcación de Fronteras y Navegación de los ríos comunes entre Colombia y Venezuela
https://www.youtube.com/watch?
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