21 de junio de 1966: Asesinato de Fabricio Ojeda
Por José Luis Alcalá Ojeda
Nieto de Fabricio Ojeda
Llegada del cuerpo de Fabricio Ojeda a la morgue del hospital "Francisco Risquez", 21 de junio de 1966
Hoy se cumplen 52 años de uno de los sucesos más impactantes de la historia política de Venezuela, se trata del asesinato del combatiente revolucionario Fabricio Ojeda. El 21 de junio de 1966, en el edificio del Servicio de Información de las Fuerzas Armadas (SIFA), en su celda, el cuerpo de Fabricio amaneció amarrado por el cuello con un cordón de persiana hasta una de las ventanas de la habitación. Había sido colocado de esa manera para ocultar el horrendo crimen que habían cometido contra su persona, ya que el gobierno difundió la grandilocuente mentira de que Fabricio se había quitado la vida, algo que por supuesto era totalmente falso.
Fabricio Ojeda había demostrado toda su vida la justeza de su lucha, la nobleza de su espíritu y la convicción absoluta de continuar en la batalla revolucionaria para instaurar en Venezuela un sistema libre, democrático y nacionalista, donde el desarrollo y el progreso se convirtieran en instrumentos claves para lograr un mejor país para todos.
Fabricio Ojeda había nacido el 6 de febrero de 1929 y provenía de las clases populares de su pueblo natal Boconó. Para poder salir adelante, decidió culminar sus estudios de bachillerato y dar clases en las zonas petroleras del estado Zulia. Desde allí comprendió la injerencia existente de las potencias extranjeras sobre los asuntos internos de Venezuela en los aspectos político, económico, militar y cultural. Luego ingresa al partido Unión Republicana Democrática (URD) y se va a vivir a Caracas. Posteriormente viaja a Maturín para trabajar en un cargo público en la gobernación del estado Monagas. Allá conoce y se casa con Dalia Díaz, la madre de sus 5 hijos.
Desde aquella época, en 1952, allá en Maturín, fue varias veces detenido por los órganos de la Seguridad Nacional por participar en actos políticos en contra de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Fue entonces cuando se le abrió un expediente judicial y el gobierno lo mantuvo constantemente vigilado. Poco tiempo después estudia periodismo en Caracas y en 1956 se gradúa en la Universidad Central de Venezuela. Ya venía ejerciendo ese oficio en algunos de los periódicos más connotados de la época, hasta que en 1956 entra a trabajar en el diario El Nacional, dirigido por el militante del Partido Comunista de Venezuela (PCV) Miguel Otero Silva.
Fabricio Ojeda cumpliendo funciones periodísticas
Venezuela y el mundo se encontraban convulsionados durante todo el inicio del siglo XX. Primera y segunda guerra mundial, crack financiero, guerra fría, intervenciones militares, dictaduras de derecha, asesinatos selectivos y persecuciones políticas son parte del panorama que se vivía en ese momento. Las revoluciones armadas en Rusia, dirigida por Vladimir Lenin, la de Mao Tse Tung en China, la de Ho Chi Min en Vietnam, la de Emiliano Zapata y Pancho Villa en México, la de Augusto Cesar Sandino en Nicaragua, la de Farabundo Martí en El Salvador y la de Fidel Castro y el Che Guevara en Cuba, entre muchas otras en Asia, África y América Latina se gestaron gracias al espíritu combativo en contra de los sistemas de opresión y miseria que le impusieron a nuestros pueblos los sistemas oligárquicos, herederos de las monarquías coloniales y el feudalismo latifundista.
El capitalismo quería seguir implantando sus garras en todas partes del mundo y para ello conformó un sistema de control y dominación de los aspectos fundamentales de la vida cotidiana. Desde el cine hasta la comida, pasando por la ropa y la comunicación, han sido utilizados en muchos aspectos con el fin de penetrar de forma silenciosa en la conciencia de las personas. Uno de los mecanismos más feroces que lograron concebir para controlar y someter la política de los países bajo su influencia, fueron los gobiernos militares regidos bajo la doctrina estadounidense de la seguridad nacional, heredada ésta del ideario fascista del nacionalsocialismo de la Alemania hitleriana.
Durante casi todo el siglo XX, América Latina estuvo minada por este tipo de dictaduras militares que instauraron en los pueblos una atmósfera de terror y desolación. Uno de estos regímenes despóticos fue impuesto en Venezuela por el General Marcos Pérez Jiménez, a través de un montón de triquiñuelas y golpes arteros al poder político de la nación. En el pasado Venezuela nunca había podido lograr un desarrollo pleno de todas sus potencialidades debido a la instauración de gobiernos bochornosos que traicionaron los más profundos sentimientos de amor hacia la patria. José Antonio Páez, Los hermanos Monagas, Juan Crisóstimo Falcón, Antonio Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez; todos ellos fueron grandes traidores. Pérez Jiménez se unió a ese clan, gracias al golpe de Estado que organizó en 1948 contra el presidente legítimamente constituído Rómulo Gallegos y después de mandar a asesinar al General Carlos Delgado Chalbaud, quien originalmente presidía la Junta de Gobierno. También Pérez Jiménez había hecho trampa en las elecciones de 1952 y posteriormente también en las de 1957. Es decir, había hecho todo lo necesario para entronizarse delincuencialmente en el poder.
Fabricio Ojeda había sido designado por El Nacional para cubrir la fuente noticiosa del Palacio de Miraflores, por ende estuvo muy cerca de Pérez Jiménez, ganándose cada vez más su confianza. Hasta que a mediados del 57 la situación de la dictadura se torna insostenible y se empieza organizar un movimiento político llamado la Junta Patriótica, que fue presidida por Fabricio Ojeda e integrada por todos los sectores de la vida nacional. Este organismo movilizó todas las fuerzas que dieron al traste con la tiranía de Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958.
Fabricio Ojeda y Wolfgang Larrazábal en el Palacio de Miraflores, luego del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez
Luego de este grandioso acontecimiento, Fabricio Ojeda se convierte en uno de los líderes políticos más prominentes de la palestra nacional. Consigue una curul en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional en las elecciones de diciembre de 1958 y utiliza esa trinchera de lucha para profundizar el proceso revolucionario para así lograr una verdadera independencia y construir un sistema justo y equilibrado para todos.
Pocos días después, el 23 de enero de 1959, al celebrarse un año del derrocamiento de Pérez Jiménez, un ilustre personaje visitaba Venezuela, se trataba de Fidel Castro y su comitiva revolucionaria que habían llegado al poder el primero de enero de eso año. Desde ese momento Fabricio Ojeda y Fidel Castro emprenden una amistad muy firme y poderosa. Además, durante esos años Fabricio se había dedicado a viajar por varios países socialistas para ir construyendo alianzas políticas de izquierda en todas partes del mundo.
Fabricio Ojeda durante una sesión de diputados en la Cámara de Diputados del Congreso Nacional
Pero en 1962 la situación política en el país se había tornado muy tensa. Rómulo Betancourt, el nuevo presidente, había traicionado al movimiento liberador del 23 de enero del 58 con la firma del Pacto de Punto y había implementado una política terrorífica anticomunista, aliada al gran capital extranjero y las apetencias del imperio estadounidense. Fabricio, decidido a llegar hasta las últimas consecuencias, renuncia al Congreso Nacional y a su afiliación al partido Unión Republicana Democrática (URD), para unirse a los movimientos guerrilleros que se habían alzado en armas contra Betancourt. A los pocos meses es detenido, enjuiciado y sentenciado a 18 años de prisión. Es traslado del Cuartel San Carlos en Caracas a la Cárcel Nacional de Trujillo y el 15 de septiembre de 1963 se escapa espectacularmente junto con otros compañeros guerrilleros y militares que se habían alzado contra el gobierno.
Fabricio se une y es nombrado comandante del frente guerrillero “José Antonio Páez” que operaba en las zonas montañosas de Trujillo y Portuguesa. Las perspectivas revolucionarias se agrandaban gracias a esta nueva situación. Sin embargo en diciembre de 1963 es elegido presidente Raúl Leoni, quien fuese el gendarme de la etapa más funesta en la historia de Venezuela, aplicando la figura de la desaparición forzosa –entre otros métodos contrainsurgentes- como arma política para sortear el escollo del envión revolucionario que se gestaba a partir de la generación del 58.
Fabricio Ojeda e integrantes del Frente "José Antonio Páez"
Es aquí cuando entra en juego el conflicto ideológico dentro de la izquierda venezolana. Un sector que había apoyado en sus inicios los movimientos guerrilleros, ahora decide abandonar esta línea por considerarla un freno a los procesos revolucionarios en el país. Por otro lado, se mantenía una línea dura de los guerrilleros en las montañas, quienes permanecían firmes a la lucha armada como método para conquistar el poder y lograr una patria libre y soberana. Este debate generó una serie de circunstancias que se manifestaron en traiciones y faltas graves a la moral de cualquier proceso revolucionario. Muchos de los camaradas alzados en las montañas se vieron en una situación muy compleja por el hecho de que se les cortó el suministro de recursos y se les eliminó todo tipo de apoyo logístico. Muchos de los sectores que dejaron de prestar apoyo a la guerrilla eran los que llevaban la organización y administración de la guerra. Por esto cuando abandonaron la tesis de la lucha armada, también abandonaron a su suerte a los combatientes revolucionarios que hacían frente con las armas en las manos al gobierno títere de Leoni.
Fue en estas circunstancias que Fabricio decidió junto con sus compañeros de lucha, comenzar un proceso de reorganización total del movimiento revolucionario en Venezuela. De esta forma, en abril de 1966, es nombrado presidente del Frente de Liberación Nacional (FLN) y logra fundar el Partido de la Revolución Venezolana (PRV). Además se dedica a escribir ensayos, artículos de opinión para la prensa publicados con el seudónimo de Félix Ocando, redacta cartas denunciando la arremetida brutal de la nueva operación militar del gobierno en contra de los insurrectos y termina su último libro titulado Hacia el Poder Revolucionario.
Fabricio Ojeda en la montaña, en su oficio de escritor
Fabricio, para ser coherente con sus planteamientos, decide salir de la seguridad de la montaña para reunirse directamente en Caracas con las personas a las que necesitaba contactar. Sin embargo, la situación era muy riesgosa ya que se había dado la información de que él se encontraba en la capital del país. De ahí se traslada a La Guaira a la casa de un conocido periodista perezjimenista llamado Mario Matute Bravo, él y su primo Tulio Dugarte Bravo fueron quienes traicionaron a Fabricio, cobrando una recompensa monetaria en las instalaciones del SIFA.
Debido a todo esto, el 17 de junio de 1966, a eso de las 9 de la noche, la casa de La Guaira de Mario Matute Bravo en donde se encontraba escondido Fabricio Ojeda fue rodeada por agentes militares del SIFA. Estaban ellos dos, Tulio Dugarte y la nueva compañera de Fabricio, Anayansi Jiménez Febres. A los 4 los llevaron detenidos al SIFA y allí los separaron, a Anayansi por un lado y a los tres hombres por otro. A Fabricio lo mantuvieron en la misma celda junto a Tulio y a Mario Matute hasta el lunes 20 de junio. Durante ese tiempo, Fabricio estaba preocupado por su salud, porque había pedido que lo viera un médico, no porque estaba enfermo, sino porque se sentía un poco desganado y quería que le proveyeran de vitaminas. Es decir, Fabricio quería seguir viviendo.
Al día siguiente, el 21 de junio, es asesinado. Previamente fue sometido a salvajes torturas y al no poder obtener los resultados deseados, deciden inyectarle el suero de la verdad (Pentotal N° 5) para intentar hacerle hablar, al no lograrlo, lo golpearon con más ahínco en la zona del plexo solar, generándole un paro cardíaco. Intentaron reanimarlo con barbitúricos pero no pudieron. Al generarles la muerte, idearon una pantomima para decir que Fabricio se había suicidado. Acomodaron el cuarto, lo colgaron por el cuello con la cuerda de una persiana y lo colocaron prácticamente sentado sobre el piso. Por supuesto que Fabricio no presentaba los signos característicos de las personas que mueren por asfixia mecánica, su cara estaba totalmente relajada. Todo fue un burdo montaje para intentar mancillar su impoluta trayectoria y buscar acabar con su imagen memorable. Pero no lo lograron, el pueblo no olvidó, ni olvidará jamás a Fabricio.
Manifestación en contra del asesinato de Fabricio Ojeda en la entrada de la UCV, 22 de junio de 1966
Sin embargo el gobierno lo intentó, sesgando la información, censurándola y obligando a la prensa a no decir nada fuera de la versión oficial del suicidio. Los medios se plegaron a esta directriz que fue promovida por el Presidente de la República, por los ministros de Defensa y de Interior y Justicia, por los jueces, el fiscal y la policía, es decir, nadie pudo decir nada que se acercase a la verdad. Incluso hasta la comisión de diputados que fue a inspeccionar el cadáver y que se encargó de llevar a cabo las averiguaciones no opuso resistencia a esa versión y nunca propuso algo que aportase a una investigación fidedigna.
Procesión del féretro de Fabricio Ojeda, 22 de junio de 1966
Fabricio se había convertido así en uno más de los miles de asesinados por los gobiernos de Acción Democrática y COPEI. Muchos dirigentes de izquierda habían sido perseguidos, encarcelados, torturados y asesinados por los esbirros de esos gobiernos lacayos a los dictámenes de Washington. Todos ellos se convirtieron en mártires de la revolución y el socialismo. El asesinato de Fabricio siempre será recordado porque él era el más importante líder de su momento y porque fue la gota de agua que rebasó el vaso de la secuela de crímenes que tuvo por corolario aquellos gobiernos de turno.
Los amigos, familiares y compañeros de Fabricio siempre supieron que su muerte fue causada por las manos del gobierno. Desde su velorio y sepelio denunciaron este abominable hecho fehacientemente y con gran rigurosidad. Pero sus voces cayeron en oídos sordos y por el contrario, quienes se atrevían a denunciarlo eran perseguidos y reprimidos. No obstante el 21 de junio es recordado todos los años como el día de los mártires de la revolución venezolana.
Uno de las personas más famosa que recordó y denunció el asesinato de Fabricio fue el comandante Ernesto Che Guevara, quien en su Mensaje a la Trincontinental en abril de 1967, enalteció a Fabricio como uno de los comandantes revolucionarios más importantes del mundo entero.
Velorio de Fabricio Ojeda en la Asociación Venezolana de Periodistas, 22 de junio de 1966
Muchos después, el caso judicial sobre la muerte de Fabricio fue reabierto durante la revolución bolivariana y todo el pueblo desea que se haga justicia con tan importante combatiente. Su vida ha sido homenajeada en muchos espacios y sus restos físicos llevados al Panteón Nacional el 23 de enero de 2017 por una orden ejecutiva del presidente Nicolás Maduro.
La vida de Fabricio es de gran valía para la comprensión del momento histórico que estamos viviendo y como empuje anímico para seguir avanzando en la construcción de la patria socialista que nos legara el comandante Hugo Chávez.
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