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El 25 de junio de 1835, cinco años después de la muerte de El Libertador Simón Bolívar, murió “La negra Hipólita”, recordada por su papel de nodriza del niño Simón. Ella desempeñó a cabalidad el trabajo que le correspondió en los primeros años de la vida de quien es reconocido por la historia como Libertador y Padre de cinco naciones en la América del Sur.
Hipólita fue uno de los pilares principales que sostiene el escenario de los primeros años de Bolívar y dejará indelebles señales porque está comprobado que en la psicología de un hombre participa activamente todo lo que le rodea en la niñez.
Entre los pocos personajes del recuerdo de años infantiles que aparecen mencionados en los escritos de Bolívar destaca la figura de la negra Hipólita, a la que considera y reconoce como madre y padre, como se lo expresó a su hermana María Antonia, cuando en 1825 le dice: “…te pido que le des todo lo que ella quiera, para que hagas por ella como si fuera tu madre. Su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que ella…”
Es imprecisa la fecha de su nacimiento y se da por probable el 13 de agosto del año 1763, en San Mateo, localidad del hoy Estado Aragua, y bautizada con el nombre inscrito en el santoral católico para conmemorarse en el mencionado día. Esclava de la familia Bolívar Palacios en la hacienda “El Ingenio” en San Mateo; pero la vida rutinaria de trabajo en su lar nativo se suspende cuando, en los días finales del mes de julio de 1783, se le trae a Caracas para que sirva de nodriza a un niño recién nacido en la casa de sus amos, y así vendrá a desempeñar la obra que significará su grandeza y hará perdurable su nombre.
El cuarto hijo del matrimonio formado por el coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y doña María de la Concepción Palacios y Blanco, nace en Caracas el 24 de julio de 1783. La madre es muy joven todavía (se había casado ya para cumplir la edad de quince años); sin embargo no puede amamantarlo pues se tiene que alejar del niño a la presentación de los síntomas de la grave enfermedad del pecho que años después la llevará a la tumba.
Pocos días después de nacido el niño Simón, la familia Bolívar se traerá desde San Mateo a una joven esclava negra que en esos días también había sido madre. Se trataba de Hipólita, joven de unos veinte años rebosantes de buena salud, de agraciada estampa, alta, bien formada y ágil, con opulentos senos que desde entonces y hasta bien crecido alimentarán al niño Simón.
Era de por sí una significativa distinción para una esclava el que le correspondiera amamantar a los hijos de sus amos. En el caso de Hipólita la situación es por demás singular porque le corresponderá suplir las faltas del padre y de la madre. Durante una década cesará de su ocupación ordinaria en la hacienda y estará en forma exclusiva al cuidado y crianza del pequeño Simón.
Lo amaba como a un hijo propio y al mismo tiempo lo respetaba como a un amo. La falta de los cuidados naturales que doña Concepción, la madre debilucha ya y prematuramente agotada no podía prodigarle, fue compensada con creces por los mimos excesivos y amorosos de la esclava.
Son muchas las crónicas y noticias que se refieren a sus años infantiles donde abundan en anécdotas sobre los caprichos y singularidades que se observaban en el menor de los Bolívar. El inmenso amor que Hipólita sentía por Simón Bolívar es correspondido firmemente por éste. Son múltiples las muestras de ello en palabra y acción. Valga recordar, por ejemplo, las tiernas palabras donde el Libertador menciona a “su” madre Hipólita, precisando a su hermana María Antonia que “no he conocido otro padre que ella”10.
A ese amor lo acompaña la permanente y fiel disposición de la servidora. Ella sabía ocupar muy bien su lugar y estaba en todo tiempo y con dedicación total a atender sus necesidades y caprichos para evitar que fuese a crecer con resentimientos o traumas ante la falta de calor y apoyo paterno del que carecerá desde una muy corta edad. Se criará Simón Bolívar en un ambiente de amor, respeto y aceptación de gentes negras y blancas, ricos y pobres, amos y esclavos.
Ese ambiente y la gran contribución de Hipólita, será también crisol donde se moldeará el espíritu, el modo de ser y actuar del futuro paladín de la libertad del continente. Es por ese ambiente y formación que con toda pujanza “defiende a los chiquito, a los negrito, a los blanquito, contra el grandulón”, como escribe en un poema Andrés Eloy Blanco.
Cuando Bolívar decreta y concede la libertad a los esclavos casi desde el comienzo de la lucha independentista y después, en 1821, a los pocos que le quedaban, la negra Hipólita sigue fiel porque era un lazo de amor y agradecimiento mutuo el que la unía a esa excepcional familia.
La noticia de la muerte del Libertador, ocurrida en Santa Marta, Colombia, el 17 de diciembre de 1830 es destacada en algunos panfletos que circulan en Caracas con expresiones que por denigrantes retratan a cuerpo entero la bajeza de sus autores. Pero es mayor ese acíbar para la abnegada negra Hipólita, cuya leche alimentó el inicio de su vida y con su amor y entrega contribuyó a modelar el grandioso espíritu y la avasalladora voluntad de los cuarenta y siete años de vida terrena de Simón Bolívar.
La Negra Hipólita exhala su último suspiro el día veinticinco de junio de mil ochocientos treinta y cinco, con avanzada edad y próxima a cumplir setenta y dos años.
En el folio 47 vuelto, del tercer libro de entierros generales para asentar las partidas de los adultos y párvulos que fallecieron en la Parroquia de San Pablo de la ciudad de Caracas, desde 23 de diciembre de 1833 hasta el 26 de septiembre de 1839, se inserta una con el tenor siguiente: “En la ciudad de Caracas a veintisiete de junio de mil ochocientos treinta y cinco, yo el infraescrito Teniente de Cura de la Parroquia de San Pablo di sepultura eclesiástica con entierro rezado al cadáver de Hipólita Bolívar, adulta, viuda de Mateo Bolívar, recibió los Santos Sacramentos de penitencia, el sagrado viático y extrema unción y para que conste lo firmo, Jacinto Madeleine”.
En su honor, la Misión Negra Hipólita, fue creada por el comandante Hugo Chávez en el año 2006, con el propósito de brindar atención integral a las personas en situación de calle, víctimas de adicciones y patologías psiquiátricas.
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