ElQuijote, el escritor Miguel de Cervantes, muere unos días antes, el 19 de abril de 1616. Ese día, su genial pluma se secó para siempre después de escribir estas solemnes palabras en su estimado Persiles, dirigidas al Conde de Lemos, con una prosa todavía hoy inigualada:
día 23 de abril muere Miguel de Cervantes, pero el autor del
“Puesto ya el pie en el estribo, con las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo.
Ayer me dieron la Estremaunción y hoy escribo ésta: el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies a Vuesa Excelencia; que podría ser fuese tanto el contento de ver a Vuesa Excelencia bueno en España, que me volviese a dar la vida. Pero si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de los Cielos, y por lo menos sepa Vuesa Excelencia este mi deseo, y sepa que tuvo en mí un tan aficionado criado de servirle, que quiso pasar aun más allá de la muerte mostrando su intención. Con todo esto, como en profecía me alegro de la llegada de Vuesa Excelencia, regocíjome de verle señalar con el dedo, y realégrome de que salieron verdaderas mis esperanzas, dilatadas en la fama de las bondades de Vuesa Excelencia.
Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de Las semanas del jardín y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena ventura mía (que ya no sería ventura, sino milagro), me diese el Cielo vida, las verá, y con ellas fin de La Galatea, de quien sé está aficionado Vuesa Excelencia. Y, con estas obras, continuando mi deseo, guarde Dios a Vuesa Excelencia como puede. De Madrid, a diez y nueve de abril de mil y seiscientos y diez y seis años”
Un día después de recibir el Santo Óleo, de saberse muy cerca del tránsito a la otra vida, aún le quedan fuerzas para llevar la pluma al tintero y escribir estas palabras de agradecimiento y adiós. Es el Cervantes serio, trascendental, que sabe que se va ya de esta vida. Leyéndolo solo me queda decir: ¡AMÉN!
No sé si el Prólogo lo escribió ese mismo día, supongo que sería unos días antes. En él también se despide de todos, pero aún aflora la fina ironía y el buen humor de Cervantes: “¡Adiós, gracias! ¡Adiós, donaires! ¡Adiós, regocijados amigos; que yo me voy muriendo y deseando veros presto contentos en la otra vida!”
¿Se imaginan las caras de sorpresa de los lectores de su obra póstuma, el Persiles, cuando esta ve la luz en 1617, leyendo el deseo de verlos pronto en la otra vida? Como se dice por aquí: ¡Genio y figura hasta en la sepultura! Aunque, conociendo la gracia, ironía y buen humor de don Miguel, esto no les sorprendería a sus regocijados amigos. Seguro que esbozarían una leve sonrisa de complicidad con el genio.
¡Que en paz descanses, don Miguel!
¡Y, no nos esperes tan pronto!
Este artículo lo termino de escribir y publico el día 19 de abril de 2019, Viernes Santo, cuatrocientos y tres años después de morir la genial escritura de Cervantes.
Dentro de unos días celebraremos el Día del Libro, cuatrocientos y tres años después de morir Cervantes.
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