Los ángeles cayeron una noche tormentosa:
HACE 41 AÑOS DE LA TRAGEDIA
DEL ORFEON UNIVERSITARIO
HACE 41 AÑOS DE LA TRAGEDIA
DEL ORFEON UNIVERSITARIO
A 41 años del accidente aéreo ocurrido en las Islas Azores, donde perdieron la vida 68 personas, entre miembros de la agrupación dirigida por Vinicio Adames y tripulantes de la nave, la madrugada del 3 de septiembre de 1976, aún quedan detalles sin aclarar.
Esta tragedia ocurrió el 3 de septiembre de 1976 en la isla Texeira una de las 9 islas que componen el archipiélago Portugués de Las Azores, en el océano Atlántico, a 1.333 kilómetros de Lisboa (Portugal), donde el avión C-130 “Hércules” de la Fuerza Aérea Venezolana que transportaba al Orfeón Universitario con su director, Vinicio Adames, se estrelló a 200 mts de la pista de Lages.
Seis meses después un nuevo orfeón nacía, integrado por miembros de la comunidad ucevista. La reaparición de tan emblemática agrupación musical fue celebrada en un conmovedor concierto, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela.
Ya han pasado cuarenta y un años desde que ocurrió este accidente, que dejó de ser un duelo para convertirse en “un canto infinito de paz”, como profesa el himno de la UCV. Sin duda, el legado musical que Vinicio Adames y la agrupación –declarada Patrimonio Artístico de la Nación– han dejado a la música coral, se refleja en el sinnúmero de agrupaciones vocales que hacen vida en el país.
Todavía se recuerda cómo los casi sesenta miembros del grupo, fundado en 1944 por el maestro Antonio Estévez, estaban entusiasmados con la invitación que les habían formulado para presentarse en el Festival Internacional del Canto Coral a celebrarse a comienzos de septiembre en Barcelona, España. Ya habían terminado las clases y estaban empeñados a toda costa en viajar a la Península y presentarse.
Muchos de ellos eran muchachos de apenas 19 ó 20 años, procedentes del interior, que nunca habían salido del país y veían ahora la oportunidad de conocer otros aires. Su entusiasmo era contagioso. No aceptaban un No frente a sus ansias de vivir, de cantar, de trascender.
Diversos testigos coinciden en señalar que el profesor Vinicio Adames hablaba con reticencia del tema de este viaje. Trataba de no enfriar la vitalidad de los orfeonistas, pero al parecer no se sentía a gusto. Su malestar se hizo más evidente en Maiquetía al comprobar que el Hércules C-130 no disponía de asientos (este tipo de aviones está diseñado para transporte de tropas y equipos) y una de las 33 muchachas, Mercedes Ferrer, se hallaba embarazada de su esposo, el también orfeonista Juan Ramírez. Sin embargo, los jóvenes no se amilanaron por eso y buscaron acomodo de la mejor manera posible.
El apoyo de la FAV era inapreciable y ellos no pondrían reparos por nimiedades. Siete de los orfeonistas decidieron no ir por motivos personales o de estudios. Los antropólogos Carlos Ríos y María Eugenia Suels, por ejemplo, porque estaban inmersos en un trabajo de campo.
A 41 años de la tragedia del Orfeón Universitario, aún no se conocen las verdaderas causas, a pesar de que hubo una comisión que se trasladó al lugar del accidente para las averiguaciones pertinentes.
“La FAV hizo un increíble esfuerzo por clarificar el accidente, pero finalmente el gobierno prefirió la confidencialidad. Si hubo informe, no se divulgó”, explica Romelia de Adames.
Muchas preguntas impiden el olvido y perturban aún el sueño de familiares y amigos:
¿Por qué, en plena “Venezuela Saudita” se le negó 300 mil bolívares al Orfeón para volar en una línea comercial, que además era del Estado?, ¿Por qué no se devolvieron cuando aún estaban a tiempo?, ¿Por qué el militar estadounidense encargado de la Torre de Control de Lages no estaba en su puesto sino jugando billar?, ¿Por qué transfirieron a Alaska a los marines que estaban esa noche en Lages?, ¿Por qué no funcionó el radar?, ¿Por qué los orfeonistas insistieron tanto en viajar?, ¿Por qué, por qué, por qué?…
Estas preguntas quedan sin respuesta. A pesar del tiempo, la herida no cicatriza. En el lugar de la tragedia, los pobladores erigieron un monumento conmemorativo, construido con piedras volcánicas, al cual siempre le ofrendan flores en recuerdo de nuestro inolvidable Orfeón Universitario.
Actualmente
El Orfeón Universitario tiene una trayectoria que le ha valido el reconocimiento de la comunidad nacional e internacional, desarrollando una intensa actividad de conciertos y proyectos extraordinarios orientados a la difusión del canto coral y a la promoción del movimiento coral universitario venezolano.
Esta tragedia ocurrió el 3 de septiembre de 1976 en la isla Texeira una de las 9 islas que componen el archipiélago Portugués de Las Azores, en el océano Atlántico, a 1.333 kilómetros de Lisboa (Portugal), donde el avión C-130 “Hércules” de la Fuerza Aérea Venezolana que transportaba al Orfeón Universitario con su director, Vinicio Adames, se estrelló a 200 mts de la pista de Lages.
Seis meses después un nuevo orfeón nacía, integrado por miembros de la comunidad ucevista. La reaparición de tan emblemática agrupación musical fue celebrada en un conmovedor concierto, en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela.
Ya han pasado cuarenta y un años desde que ocurrió este accidente, que dejó de ser un duelo para convertirse en “un canto infinito de paz”, como profesa el himno de la UCV. Sin duda, el legado musical que Vinicio Adames y la agrupación –declarada Patrimonio Artístico de la Nación– han dejado a la música coral, se refleja en el sinnúmero de agrupaciones vocales que hacen vida en el país.
Todavía se recuerda cómo los casi sesenta miembros del grupo, fundado en 1944 por el maestro Antonio Estévez, estaban entusiasmados con la invitación que les habían formulado para presentarse en el Festival Internacional del Canto Coral a celebrarse a comienzos de septiembre en Barcelona, España. Ya habían terminado las clases y estaban empeñados a toda costa en viajar a la Península y presentarse.
Muchos de ellos eran muchachos de apenas 19 ó 20 años, procedentes del interior, que nunca habían salido del país y veían ahora la oportunidad de conocer otros aires. Su entusiasmo era contagioso. No aceptaban un No frente a sus ansias de vivir, de cantar, de trascender.
Diversos testigos coinciden en señalar que el profesor Vinicio Adames hablaba con reticencia del tema de este viaje. Trataba de no enfriar la vitalidad de los orfeonistas, pero al parecer no se sentía a gusto. Su malestar se hizo más evidente en Maiquetía al comprobar que el Hércules C-130 no disponía de asientos (este tipo de aviones está diseñado para transporte de tropas y equipos) y una de las 33 muchachas, Mercedes Ferrer, se hallaba embarazada de su esposo, el también orfeonista Juan Ramírez. Sin embargo, los jóvenes no se amilanaron por eso y buscaron acomodo de la mejor manera posible.
El apoyo de la FAV era inapreciable y ellos no pondrían reparos por nimiedades. Siete de los orfeonistas decidieron no ir por motivos personales o de estudios. Los antropólogos Carlos Ríos y María Eugenia Suels, por ejemplo, porque estaban inmersos en un trabajo de campo.
A 41 años de la tragedia del Orfeón Universitario, aún no se conocen las verdaderas causas, a pesar de que hubo una comisión que se trasladó al lugar del accidente para las averiguaciones pertinentes.
“La FAV hizo un increíble esfuerzo por clarificar el accidente, pero finalmente el gobierno prefirió la confidencialidad. Si hubo informe, no se divulgó”, explica Romelia de Adames.
Muchas preguntas impiden el olvido y perturban aún el sueño de familiares y amigos:
¿Por qué, en plena “Venezuela Saudita” se le negó 300 mil bolívares al Orfeón para volar en una línea comercial, que además era del Estado?, ¿Por qué no se devolvieron cuando aún estaban a tiempo?, ¿Por qué el militar estadounidense encargado de la Torre de Control de Lages no estaba en su puesto sino jugando billar?, ¿Por qué transfirieron a Alaska a los marines que estaban esa noche en Lages?, ¿Por qué no funcionó el radar?, ¿Por qué los orfeonistas insistieron tanto en viajar?, ¿Por qué, por qué, por qué?…
Estas preguntas quedan sin respuesta. A pesar del tiempo, la herida no cicatriza. En el lugar de la tragedia, los pobladores erigieron un monumento conmemorativo, construido con piedras volcánicas, al cual siempre le ofrendan flores en recuerdo de nuestro inolvidable Orfeón Universitario.
Actualmente
El Orfeón Universitario tiene una trayectoria que le ha valido el reconocimiento de la comunidad nacional e internacional, desarrollando una intensa actividad de conciertos y proyectos extraordinarios orientados a la difusión del canto coral y a la promoción del movimiento coral universitario venezolano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario