El 12 de enero de 2018 se cumplió una década de la muerte de Adriano
González León (ocurrida en 2008), un escritor que revolucionó las
letras venezolanas con su audacia narrativa y su dominio de la poesía.
Este año, además, se celebra el 50° aniversario de la publicación de
País portátil, novela que lo catapultó entre la élite de
Latinoamérica.
“Lo que mas destaca de Adriano González León es el modo en que el
trabajaba la rememoración y la reconstrucción de la historia política
y cultural venezolana en su obra general, sobre todo en País
portátil”, manifestó el escritor y crítico literario Carlos Sandoval.
“En esta novela logra integrar una suerte de metáfora o reconstrucción
metafórica de lo que fue el caudillismo y la historia política
venezolana del siglo XIX, trasegada a la historia de un personaje como
Andrés Barazarte, el protagonista de la novela, además al imaginario y
a las reflexiones de Barazarte mientras se está trasladando de Petare
a Catia, llevando un maletín que contiene supuestamente una bomba”,
comentó.
“Eso es un gran logro que consiguió con el manejo de voces narrativas,
de una estructura muy moderna y con la incorporación de personajes de
segundo grado que permiten armar un mosaico de lo que es la
idiosincrasia y el comportamiento del venezolano en el momento que
retrato”, dijo Sandoval.
Ganador en 1968 del premio internacional Seix Barral Biblioteca Breve,
País portátil revitalizó el universo literario nacional. Su impacto
fue grande en la región, aunque por diversas circunstancias, Adriano
González León no logró desarrollar la carrera literara internacional
que de él se esperaba.
“Con ese premio, él entra en el circuito de escritores
latinoamericanos que produjo una renovación en el modo de concebir la
novela. Es una texto que está concebido, desde el punto de vista
estético y estructural, de una manera muy vanguardista”, relató
Sandoval.
“Creo que su narrativa, en general, abrió muchas puertas, y cuando
digo puertas hablo de las posibilidades narrativas que presentó más
allá de la narración lineal a la que estaban acostumbrados los
escritores latinoamericanos, con una simultaneidad de historias y
espacios en los que se mueven los personajes, el argumento y en el que
se lucen los paisajes urbanos”, expresó el escritor Armando José
Sequera, creador de la editorial electrónica gratuita Caravasar
Libros.
“No es que haya sido pionero en ese tipo de estructuras literarias,
pero nos hizo ver que los venezolanos también podíamos hacer eso. Su
trabajo fue un revulsivo en la narrativa de los años 60”, dijo.
Pero la obra de Adriano González León es más que ese libro, como él
mismo decía. (“¡Estoy harto de que crean que sólo escribí un libro, y
además portátil!”, dijo en una ocasión, según reseñó una nota de El
País de España).
De hecho, sus inicios estuvieron marcados por los cuentos. Las
hogueras más altas (1959), Asfalto-Infierno y otros relatos demoníacos
(1963) y Hombre que daba sed (1967) son unas de sus publicaciones más
destacadas en el género.
“Como cuentista, él tenía una manera muy particular de escribir y es
que sus textos unen la evocación lírica con un lenguaje altamente
trabajado desde el punto de vista poético, pero que logra mantener la
tensión narrativa sin que se pierda la anécdota”, acota Sandoval. “Son
historias donde lo lírico y la rememoración del mundo rural venezolano
están muy bien plasmados, pero en un lenguaje moderno”, detalló.
Ambos autores consideran que González León es un autor imprescindible
para los venezolanos. “Es un escritor que todo venezolano deber leer
en algún momento. Además, su obra es una alcabala en la que todos los
que estudiamos literatura venezolana nos detenemos”, apuntó Sandoval.
González León contó que se encerró durante un año en un cubículo en la
Facultad de Economía de la UCV hasta completar “País portátil”.
ALGUNOS DATOS MÁS
González León contó que se encerró durante un año en un cubículo en la
Facultad de Economía de la UCV hasta completar País portátil.
Fue corresponsal de El Nacional con apenas 15 años. Luego se trasladó
a Caracas para estudiar Derecho en la UCV.
Fue parte de los grupos artístico-literarios de vanguardia Sardio y El
Techo de la Ballena. Fue, además, muy activo en la lucha contra la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez.
Hace poco, se publicó Señas de una generación, una serie de notas
entre el ensayo, la semblanza y la crítica literaria que él estuvo
publicando, algunas fragmentadas.
País portátil fue llevado al cine en 1978 por Iván Feo.
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