Los investigadores de la Universidad de Maryland EE UU estudiaron los datos de las precipitaciones de la región para medir los cambios en los límites del desierto y descubrieron que las temperaturas más altas en el verano, junto con los inviernos secos, aumentaron la aridez general del suelo.
La expansión del desierto también representa un problema para los humanos y los ecosistemas del Sahel, la zona de transición entre el desierto y las exuberantes tierras verdes de la sabana situadas al sur.
“La tendencia en África a veranos más calurosos y temporadas de lluvias cada vez más secas se relaciona con factores que incluyen el aumento de gases de efecto invernadero y aerosoles en la atmósfera”, explica Ming Cai, director de programas de National Science Foundation, el grupo que financió el estudio. “Estas tendencias tienen un efecto devastador en la vida de los africanos”, agrega.
Los investigadores encontraron que el Sáhara experimenta su expansión más significativa durante el verano, aumentando en un asombroso 16 % antes de encogerse durante los meses de invierno. Los científicos creen que la responsabilidad de este fenómeno se divide entre los factores relacionados con el cambio climático y los ciclos climáticos naturales.
“Muchos estudios previos han documentado las tendencias de las precipitaciones en el Sáhara y el Sahel, pero nuestro estudio es único, ya que usamos estas tendencias para inferir los cambios en la extensión del desierto en una escala de tiempo de un siglo”, apunta la autora principal del estudio, Natalie Thomas.
El equipo espera que la investigación pueda ser utilizada para estudiar otros desiertos en todo el mundo. “Ya comenzamos a observar las tendencias de las temperaturas estacionales en América del Norte, por ejemplo”, señala Thomas. “Aquí los inviernos son más cálidos, pero los veranos son más o menos iguales. En África, es todo lo contrario: los inviernos se mantienen estables, pero los veranos se están calentando”.
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