El 5 de diciembre de 1492 Cristóbal Colón descubrió la isla que luego nombró Hispaniola. Los nativos la llamaban Quisqueya y Bohio. Quisqueya es una palabra indígena que significa ‘madre de todas las tierras’. La palabra Bohio fue admitida por la Real Academia de la Lengua Española con el significado de ‘cabaña de América hecha de madera, ramas o paja’.
En el día de navidad, la nave Santa María, la mayor de las tres naves en aquella expedición, encalló en unas rocas. Pese a que no hubo muertos, la nave quedó inservible. Colòn envió a tres hombres a informar de lo ocurrido a Guacanagarix, cacique de la región donde se encontraba, quien envió varias canoas con indios para que ayudaran a descargarla.
Los taínos, dirigidos por Guacanagarí, ayudaron a los españoles en el rescate de la tripulación y de la carga, y Colón decidió que con los restos de aquella nave se construyera una torre y fortaleza, a la que llamó, la villa de la Navidad, porque todo ocurrió el 25 de diciembre de 1492. Así quedó fundada la primera construcción occidental en América.
El fuerte estaba localizado entre la desembocadura del río Guarico y la Punta de Picolet, en la costa noroccidental del moderno Haití.
Tras la construcción del fuerte, Cristóbal Colón decidió retornar a España con las dos naves restantes (las carabelas La Niña y La Pinta), dejando en el fuerte 39 hombres armados con provisiones suficientes para que lo esperaran y a las órdenes de Diego de Arana, alguacil de la expedición. También quedaron, como tenientes de Arana, Pedro Gutiérrez, repostero de estrado del rey Fernando y el segoviano Rodrigo de Escobedo, escribano de la armada.
El Almirante resolvió dejar allí alguna gente pensando que la fertilidad de la tierra y, sobre todo, la abundancia de oro permitirían el asentamiento de españoles. Además, los que permaneciesen en ese lugar podrían aprender el idioma de los nativos y averiguar así dónde se hallaban las minas de oro y quiénes eran los señores de la isla. Otra de las razones fue la siguiente: creía que al conocerse en Castilla la noticia de que un grupo de hombres había quedado en tierra voluntariamente, muchos se animarían a viajar allí.
Después de pedirles que obedeciesen a su capitán y a Guacanagarix, y que no hiciesen daño a ningún indio, Colón se despidió del cacique y emprendió el regreso a España.
El 27 de noviembre de 1493 el Almirante retornó al puerto de la Navidad. Al día siguiente desembarcó con toda su flota cerca del fuerte y lo halló quemado. Poco después descubrió once cuerpos de españoles enterrados. Un hermano de Guacanagarix y varios indios le informaron que los españoles habían empezado a reñir entre sí después de su partida, y que habían tomado mujeres nativas, tras lo cual el cacique Caonabo había incendiado el fuerte. Diego de Arana y otros cinco españoles se habían ahogado al intentar huir.
Colón se trasladó al poblado de Guacanagarix, al que encontró herido en una pierna. Un cirujano lo examinó y se dio cuenta de que el cacique estaba fingiendo. Entonces los españoles le sugirieron al Almirante que lo prendiese, pero este se negó alegando que con eso no resucitaría a los del fuerte. El rey lo había enviado a poblar la isla y no deseaba que hiciesen guerra.
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