La historia reseña que de los restos del Libertador –que fueron trasladados en 1842 por una comisión encabezada por el doctor José María Vargas- lo último en llegar a Caracas fue la concreción calcárea
Las causas del deceso del Libertador, el 17 de diciembre de 1930, así como las incidencias de su vida y obra, han sido motivo constante de investigación y debate, destaca la periodista y articulista venezolana Milagros Socorro en uno de sus artículos para El Nacional.
La excelente indagación médico-histórica señala que hasta ahora, la percepción mayoritaria apunta a la tuberculosis pulmonar como desencadenante del funesto desenlace. Pero no ha faltado quien, con mayor o menor asidero, tenga una visión discordante.
La profesora universitaria hace una compilación de los sitios en los que se conservan pertenencias de El Libertador de América, tal como el Museo de la Sociedad Bolivariana de Caracas, donde hay un medallón de oro de 25 milímetros de altura, 22 de anchura y 9 de espesor donde se atesora una especie de piedrita que fue extraída del pulmón izquierdo de Simón Bolívar por el doctor Alejandro Próspero Révérend, médico de cabecera en sus últimos diecisiete días y encargado de la autopsia del héroe caraqueño.
“Esa concreción calcárea y los mechoncitos que se conservan la citada institución y en la Quinta Bolívar, de Bogotá, es lo todo lo que tenemos del cuerpo del Libertador. Están, desde luego, sus huesos en el sarcófago guardado en el Panteón, pero ésos no los podemos ver”.
La historia reseña que de los restos del Libertador –que fueron trasladados en 1842 por una comisión encabezada por el doctor José María Vargas- lo último en llegar a Caracas fue la concreción calcárea.
“Nadie la había echado de menos hasta que el doctor Réverénd vino a Venezuela en 1874, respondiendo a una invitación de Guzmán Blanco, quien lo hizo venir para otorgarle el título de “Ilustre Prócer de la Independencia Sudamericana”.
Révérend, que ya tenía 78 años, se emocionó mucho con los honores de que era objeto y, sobre todo, por el hecho de encontrarse en la ciudad natal de su “augusto enfermo”, como lo llamaba él mismo; y regaló al gobierno venezolano ese pedacito como de piedra que hasta el momento había guardado celosamente.
La profesora advierte sobre la importancia del hallazgo de ese nódulo calcificado, el cual rebasa la circunstancia de que por muchos años formó parte del cuerpo de Bolívar: “es, como dice el médico anatomopatólogo Alberto Angulo, “el foco parenquimatoso pulmonar calcificado de una primo-infección tuberculosa adquirida posiblemente durante la infancia o adolescencia”.
Quiere decir que cuando era un niño, Bolívar fue tocado por la tuberculosis (que muy probablemente fue el mal que devoró tanto a su padre como a su madre) pero su organismo se defendió de la enfermedad curándose por calcificación.
El artículo asegura que esto nada tuvo que ver con la tuberculosis de reinfección que, según la mayoría de los expertos, lo llevaría a la muerte. Esto sin perder de vista que, en 1850, la tuberculosis pulmonar y sus complicaciones eran la causa de una cuarta parte de todas las muertes en Inglaterra y en los Estados Unidos. Y a fines del siglo XIX, está documentado que la tuberculosis mató a uno de cada 7 habitantes de Europa y América.
Envenenar a un muerto
La periodista Socorro recordó que el 17 de diciembre de 2007, cuando se cumplían 177 años de la muerte de Bolívar, el presidente Hugo Chávez dijo, en el Panteón Nacional, el Libertador no había muerto de tuberculosis, sino que había sido envenenado.
El Presidente estaba citando los planteamientos de un libro titulado ‘El parricidio de Santa Marta’, escrito por un tal Luis Salazar Martínez, quien plantea que el victimario habría sido Fernando Bolívar, sobrino del Libertador, en complicidad con Mariano Montilla, quien había contratado a Révérend para que atendiera al depauperado paciente, que llegaba a Santa Marta después de varios meses de penosa peregrinación por el Magdalena buscando un puerto que lo sacara de Colombia y del nudo de intrigas que había abatido su ánimo.
El supuesto complot para envenenarlo hubiera tenido como blanco un hombre que ya venía muy corroído por la enfermedad (o, más bien, por las enfermedades, como han establecido los historiadores de la Medicina) y que, antes de salir de Bogotá, en mayo de 1830, había renunciado a la Presidencia de la República, que había ostentado por once años.
La especialista literaria advierte en su artículo de 2008 “De qué murió Simón Bolívar”, que si alguien hubiera preparado una pócima maligna, la hubiera administrado a un cadáver que apenas resollaba y a un general retirado sin más poder que el de hacer un testamento y escribir una última proclama donde dice que sus perseguidores lo han llevado a las puertas del sepulcro pero no sugiere un intento de cumplimiento literal de esa sentencia sino que deja ver que se trata de un atentado moral contra su reputación y su amor a la libertad.
El artículo continúa con el subtítulo: Hablan los expertos
Desde luego, Chávez dista mucho de ser el primero en retomar el asunto de la causal de deceso del Libertador. Muchos médicos de diversas especialidades e historiadores de distintas nacionalidades se han ocupado de él.
Tal como explica el doctor Alberto Angulo. “Salvo un trabajo publicado en 1883 por Rodrigo Chacón, la bibliografía nacional sobre el tema comienza en 1915. Por iniciativa del Doctor Ricardo Archiva, la Sociedad Venezolana de la Historia de la Medicina, conjuntamente con la Academia de la Historia, la Academia de la Medicina y la Sociedad Bolivariana, se efectuó en junio de 1963 en Caracas una mesa redonda titulada ‘La enfermedad causal de la muerte del Libertador desde el punto de vista médico e histórico’.
Se trata del estudio más completo que se haya hecho de tan apasionante tema. En 1980, en una Asamblea Nacional Bolivariana, realizada en Valencia en 1980, se efectuó otro encuentro titulado ‘Enfermedad, muerte y autopsia del Libertador. Juicio crítico sobre el comportamiento y terapéutica de Révérend’.
En Colombia, también se ocuparon del tema. En mayo de 1974 un grupo de médicos realizó en el Hospital San Rafael de Tunja una ‘reunión científica histórica sobre la enfermedad que llevó a la muerte a Bolívar’”.
-Las asambleas de Caracas, en 1963, -sigue el doctor Angulo- y la de Valencia, 1980, concluyeron que el Libertador murió a consecuencia de una tuberculosis pulmonar, dando así un respaldo al diagnóstico del doctor Révérend. Y en la Asamblea de Tunja, 28 médicos de los 31 asistentes se pronunciaron como primer diagnóstico en el mismo sentido.
El 13 de febrero de 1964 se dio inicio a una serie de encuentros de especialistas para debatir acerca de las causas de muerte de los presidentes de Venezuela. Y el primer analizado fue el Libertador.
A esa mesa redonda a asistieron: el presbítero Pedro Pablo Bartola, el experto en la iconografía de Bolívar. Alfredo Boulton y los doctores José Ignacio Baldó, Oscar Beaujon y Blas Bruni Celli. De este notable elenco, solo vive el último de los mencionados.
¿Quién dijo veneno?
Entrevistado 44 años después de aquella mesa redonda, el doctor Blas Bruni Celli, además de escritor, filósofo y político fallecido en enero de 2013, nunca cambió un ápice su parecer.
En la conclusión de su ponencia escribió: “Bolívar murió de tuberculosis pulmonar bilateral fibro-ulcero-cavernosa con diseminación bronconeumónica. La coexistencia de la laringitis (verificada clínicamente) y adenitis mesentérica confirman aún más esta evidencia.
En relación con la enfermedad principal hubo una congestión y degeneración grasosa del hígado y una anemia secundaria. Las lesiones descritas en el pulmón tanto por su topografía como por el aspecto morfológico no pueden corresponder a ninguna otra afección conocida. La descripción no es compatible con otra afección inflamatoria específica (como una micosis) o inespecífica (como un absceso pulmonar), ni con una lesión de tipo degenerativa o neoplásica”.
-A nadie se le ha ocurrido –dijo Bruni Celli, médico y miembro de más de una docena de academias repartidas en todo el continente- que Bolívar fue envenenado. Nunca se ha hablado de envenenamiento. Ni hay nada en el protocolo de autopsia redactado por Révérend que haga pensar en esa posibilidad.
A esta certeza se une el coronel (Ej.) Arturo Castillo Machez, presidente de la Sociedad Bolivariana de Venezuela, quien descarta la tesis del envenenamiento porque “toda la comida que consumía el Libertador era probada antes por su mayordomo, José Palacios, quien estuvo con él hasta sus últimos momentos en San Pedro Alejandrino”.
A continuación, se presentan las conclusiones de la mesa redonda sobre la causa de muerte de Bolívar, que tuvo lugar en Caracas en 1964:
1.- Los antecedentes familiares del Libertador comprueban que vivió en su infancia en un ambiente familiar propicio para el contagio de tuberculosis.
2.- El nódulo calcificado y otros resultados de la autopsia conducen a considerarlo como secuela de una primo-infección tuberculosa.
3.- Sus antecedentes personales demuestran que las fatigas, privaciones y preocupaciones, minaron su resistencia y favorecieron una reinfección tuberculosa.
4.- Los datos aportados por el expediente clínico permiten confirmar el diagnóstico de tuberculosis pulmonar.
5.- Los datos suministrados por la autopsia son concluyentes para determinar la presencia de lesiones (cavernas y nódulos exudativos) características de tuberculosis de reinfección de adulto de tipo fibroulcerocavernosa, con diseminación broncógena, suficientes para producir y explicar la muerte.
6.- La terapéutica empleada por el médico tratante estuvo adaptada a los conceptos científicos admitidos en su tiempo.
7.- El análisis de los Boletines Médicos y del Protocolo de la autopsia demuestran que el Doctor Révérend poseía conocimientos científicos acordes con las doctrinas de la época, lo que acredita su carácter de médico de alto nivel académico.
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