viernes, 15 de septiembre de 2017

EN LA INMENSIDAD DE LA GRAN SABANA FLORECE LA MITICA SANTA ELENA DE UAIREN

EN  LA  INMENSIDAD  DE  LA  GRAN  SABANA
FLORECE LA MITICA SANTA ELENA DE UAIREN
A menos de veinte kilómetros de la frontera con Brasil, en el sureste del Estado Bolívar, se encuentra la ciudad de Santa Elena de Uairén. La población nació en plena sabana, en un paraje dominado por algunos de los espectaculares tepuyes tan característicos del paisaje de la zona, en el hábitat de los indígenas de la etnia pemón. Los tepuyes son unas mesetas extremadamente abruptas, con paredes verticales y cimas casi planas. Los de Roraima, Kukenán, Wadaka, Yuruani y Tramen son los más conocidos, aunque hay más.
Después de noventa y cuatro años de existencia, Santa Elena de Uairén tiene una población que ronda las treinta mil personas. El enclave se eleva a 907 m sobre el nivel del mar y según la tradición debe su origen a Lucas Fernández Peña, un hacendado con espíritu aventurero nacido en 1894 en Cojedes. Oficialmente figura el 16 de setiembre de 1923 como la fecha de su fundación con el nombre de Santa Elena de Uairén, en honor a la patrona de su primogénita y al río que discurre por la zona.

En los tiempos de la dictadura de Juan Vicente Gómez estaba latente la amenaza de anexión ante el avance de los colonos ingleses desde la Guayana británica. Fernández Peña asumió el desafío de fundar un enclave que salvaguardara esta parte del sureste del territorio venezolano, situado en la posición 04º 32’ de latitud norte y 61º 06’ de longitud oeste.
En 1931 llegaron los primeros misioneros capuchinos y en 1945 el caserío fue elevado a la categoría de municipio. Tiene una iglesia construida en la década de los años cincuenta, que está a cargo de la orden franciscana. Toda ella está hecha en piedra extraída de canteras de la zona. El eje de la ciudad, un tanto desordenada en su concepción urbanística, está determinado por la Plaza Bolívar.

Recordamos, especialmente, la figura del fraile leonés Cesáreo de Armellada (1908-1996), La obra de Jesús María García Gómez –que así era su nombre de pila– es notable, pues de su convivencia con la etnia pemón entre 1936 y 1943, estudió su cultura y la dejó escrita en documentos de notable valor, como la primera gramática y el diccionario de la lengua pemón, del que poseemos un ejemplar firmado por su autor. De su talla intelectual hemos de decir que fue miembro de la Sociedad de Estudios Americanistas de París, de la Sociedad Bolivariana de Caracas, director de la revista “Venezuela Misionera”, director del Archivo Arzobispal de Caracas y académico (sillón D) de la Academia Venezolana de la Lengua y correspondiente de la Real Academia Española.

A Santa Elena de Uairén se llega por carretera desde El Dorado, después de un recorrido de 350 kilómetros, pero eso es sólo un anticipo de los 615 kilómetros desde Ciudad Guayana y los 1.400 kilómetros que dista de Caracas. Un largo viaje por carretera que ronda unas 18 horas, según la duración de las paradas. También es posible hacerlo por vía aérea. El aeropuerto, reinaugurado el 29 de abril de 2009, tiene rango internacional y es el tercero en importancia del Estado Bolívar. La arquitectura de la instalación es una evocación de las cabañas del hábitat pemón.
Desde 1999 es puerto libre, aunque el proceso se ha desarrollado con gran lentitud, de modo que son pocos los productos exentos de impuestos. Tiene aduana principal, un destacamento militar y una oferta alojativa suficiente. La ciudad posee una notable actividad que gira en torno a la explotación minera y el comercio de oro y diamantes. La proximidad de la Gran Sabana, en la que se encuentra Roraima y Canaima y la ciudad de Paracaima, también conocida como La Línea, en territorio brasileño, ha potenciado el desarrollo turístico de la zona y existe un tránsito constante de personas y vehículos que atraviesan la frontera de ambos países.


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