Pedro Infante es uno de los máximos ídolos de la cultura popular mexicana. De eso no hay duda. Con una corta carrera, se convirtió en el exponente de la música mexicana, pero su más grande contribución a la cultura fue en el cine. En esta industria, durante la Época de oro, Pedro Infante (él y sus múltiples personajes) le dio un rostro y un nombre a la identidad mexicana, la cual se proyectó en todo el mundo.
Las películas que protagonizó bajo la dirección de Ismael Rodríguez, por encima de todas las demás, lo elevaron junto a Cantinflas al estatus de ídolo de un país que necesitaba con urgencia uno. Alguien con carisma, humildad, voz varonil y que especialmente, supiera portar el traje de charro. Fueron decenas de cintas las que proyectaron un momento importante en la historia de México, pero nunca de la forma “correcta”.
Infante presentó en cada uno de sus filmes una realidad (o varias, pero todas dirigidas por la comicidad) del país que no era cierta y que de acuerdo a Carlos Monsiváis, nació a “falta de alternativas” entre los individuos de la sociedad mexicana. Pedro Infante dio vida al mexicano más bajo que el promedio, al que vive en pobreza pero es feliz junto a una mujer hermosa que lo acompaña en la adversidad y un cúmulo de personas que hacen la desgracia algo divertida.
Sin embargo, y no hace falta decirlo, ese mexicano no existía, nunca lo hizo. Pero servía para darle a las audiencias algo de circo por falta de pan. Pero lo más importante, fue el personaje mismo de Pedro Infante, el símbolo, el que dio al público momentos de esperanza con base en sueños guajiros de felicidad.
La “culpa” no fue solo de Infante, sino estuvo compartida con otros iconos como Tin-Tán y el mismo Cantinflas. La diferencia entre unos y otros va más allá del papel de comediante y de haber establecido hasta un lenguaje corporal y hablado en el que resultó mucho más evidente la alteración de la realidad. La diferencia se encuentra en que Pedro Infante creó una ilusión o un filtro para ver la realidad independientemente de la experiencia misma.
Películas como Nosotros los pobres, Ustedes los ricos, La oveja negra, No desearás a la mujer de tu hijo, ¿Qué te ha dado esa mujer?, Dos tipos de cuidado, Pepe el Toro o Tizoc, todas de Ismael Rodríguez (con quien trabajó en más de 15 producciones que forman parte del imaginario cultural fílmico) crearon a un personaje irreal que vive a 62 años de haberse extinguido.
Pedro Infante es (por su permanencia) el actor y cantante más trascendente de México, el más querido y el más adorado. Vivió, como hemos mencionado, como un personaje de película en el que se involucraron amoríos antes de ser famoso y rico, y muchas mujeres hermosas cuando ya era un ídolo. Sin embargo, su realidad de ensueño terminó hace 62 años, el 15 de abril de 1957, cuando la avioneta en la que viajaba se estrelló. Pedro Infante murió, pero su legado se mantiene intacto ante una necesidad actual de reconocerse en personajes del pasado.
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