ESTADOS UNIDOS CUESTIONA A VENEZUELA
PERO IRRESPETA LOS DERECHOS HUMANOS
El 9 de Marzo de 1984, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una convención internacional contra la tortura. Como siempre Estado Unidos se ha pasado la resolución por buen sitio, ahí están Guantánamo, Abu Ghraib y tantas otras cárceles secretas donde se practica la tortura con prisioneros sin juicio.
Pero más allá de lo regulado por la Convención, debemos detenernos en lo que la realidad nos demuestra.
Este lunes 06 de marzo de 2017, por medio de un comunicado, Venezuela rechazó categóricamente el informe sobre Derechos Humanos 2016, elaborado y difundido por el Departamento de Estado de Estados Unidos, en el que “el Departamento de Estado estadounidense se subroga ilegalmente, en su afán de actuación extraterritorial e imperialista, competencias internacionales para evaluar el estado de los derechos humanos en casi todos los países del mundo”.
En este sentido, la República Bolivariana de Venezuela hizo un llamado a los Estados Unidos a desplegar esfuerzos sinceros y efectivos para que mejore la situación de violación masiva de derechos humanos en su propio territorio.
La práctica de torturas, por ejemplo, por parte de Estados Unidos, ha tenido varios escenarios. En nuestro propio continente existen múltiples evidencias, muchas de las cuales involucran al gobierno de los Estados Unidos y sus agencias "secretas". Constan manuales de tortura implementados por la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y puestos en práctica en naciones como Paraguay, durante la dictadura de Stroessner, donde existen largas listas de métodos aberrantes para llevar a cabo una política de terror, como secuestros, desapariciones y, obviamente, la tortura.
El Plan Cóndor también incluía estas prácticas inhumanas, que se extendieron a Perú, Bolivia Brasil y hasta Centroamérica. Súmense a esto los acontecimientos durante la dictadura pinochetista en Chile, por sólo mencionar algunos. Turquía, el Medio Oriente y el continente africano son ejemplos donde se cometen estos "excesos", como resulta de la nueva calificación imperial de la tortura, donde se ensañan hombres y mujeres que el propio sistema de dominación logra transformar en "monstruos dispuestos a matar, torturar, violar, y que, después de lavar la sangre de sus manos, regresan a sus casas, aman a sus hijos, esposas o esposos, y no tienen cargos de conciencia".
Así, si bien estas prácticas no son recientes, algunos hechos escandalosos de estos tiempos nos mueven a reflexionar. Las invasiones imperialistas a Afganistán e Iraq, los acontecimientos de Abu Ghraib y Guantánamo, son ejemplos fehacientes de la aplicación de la tortura y otros tratos crueles, degradantes e inhumanos violatorios de los más elementales derechos humanos.
Sobre este particular nos muestra un agudo análisis el periodista y escritor argentino Roberto Montoya, en su libro “La impunidad imperia l”, un texto muy objetivo, donde se ponen al descubierto las más deleznables actitudes imperialistas de irrespeto a la dignidad humana, empleadas en sus agresiones militares y la llamada cruzada contra el terrorismo.
El número y las formas en que se han aplicado estos actos lesivos de la persona no podrían ser detallados en este breve artículo. Sin embargo, resulta necesario mencionar algunas decisiones que demuestran el cinismo norteamericano y su burla ante la comunidad internacional. Se trata, por ejemplo, del acto unilateral anunciado por la Casa Blanca, el 7 de febrero de 2002, de no aplicar las Convenciones de Ginebra a los detenidos, muchos de los cuales eran simples sospechosos de pertenecer a las fuerzas terroristas.
En su lugar se les designa el estatuto de "combatientes enemigos", en flagrante desconocimiento de estas normas de Derecho Internacional. Estos "combatientes ilegales", supuestamente vinculados a la red de Al Qaeda, también serían juzgados por un tribunal militar después de un proceso de detención en que serían respetados en su integridad física y moral.
De esta manera, en el propio 2002 se diseñó la cobertura legal de la tortura en Estados Unidos, que parte de su redefinición, tras la interpretación de la ley penal norteamericana, transformando lo que la ley entendía por tortura como amenaza de muerte inminente al prisionero, dejando claro que tal amenaza de por sí era insuficiente, sino que debía indicarse que la muerte era inminente.
De igual forma se exponía que en las actuales circunstancias, la necesidad de autodefensa podría justificar métodos de interrogación violatorios de la Sección 2340 A, y que como los propios "teóricos" de Bush admitieron, ciertos actos de tortura cometidos por las tropas norteamericanas podrían llamarse simplemente "abusos".
El siguiente fragmento, de un comunicado de prensa emitido por Amnistía Internacional el pasado 29 de septiembre de 2006, es muestra contundente de la aprobación expresa de las autoridades norteamericanas de las prácticas de tortura. Reseña esa información:
Estados Unidos: El Congreso aprueba sin cuestionamiento la tortura y otros abusos
Con la aprobación hoy, 29 de septiembre de 2006, de la Ley sobre Comisiones Militares, el Congreso de Estados Unidos, ha dado el visto bueno en la práctica a las violaciones contra los derechos humanos cometidas por Estados Unidos en la "guerra contra el terror". Esta ley coloca a Estados Unidos directamente al margen del derecho internacional, y ha convertido la mala política del Ejecutivo en mala legislación nacional.
.En el contexto de la "guerra contra el terror", el gobierno estadounidense ha recurrido a las detenciones secretas, a las desapariciones forzadas, a las detenciones prolongadas en régimen de incomunicación, a las detenciones indefinidas sin cargos, a las detenciones arbitrarias, y a la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes. Miles de personas siguen detenidas indefinidamente bajo custodia militar estadounidense en Irak, Afganistán y Guantánamo.
El Congreso estadounidense ha dado la espalda a estas personas y a sus familias. El presidente George W. Bush, en su momento, defendió el uso de la detención secreta por parte de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y, en los debates relativos a la Ley sobre Comisiones Militares, los miembros del Congreso han hecho lo mismo. Esta política supone una manifiesta violación del derecho internacional. La tortura y los tratos crueles, inhumanos y degradantes persisten.
En Iraq tampoco se han respetado las Convenciones de Ginebra. Las humillaciones sexuales y religiosas también han traspasado la zona en conflicto. La Base Naval ilegalmente establecida en Guantánamo, por ejemplo, ha sido escenario de estas aberraciones, fundamentalmente de la burla e irrespeto a la fe islámica y a los valores de los prisioneros musulmanes.
Y en muchos otros sitios, en momentos diferentes, la mano del agresor ha puesto en evidencia la fragilidad del reconocimiento y respeto de los derechos humanos en estas situaciones de conflicto. Ejemplos como los citados y otros, realmente reveladores, podrían alcanzarse a la vista con la lectura de la obra del periodista y escritor argentino Roberto Montoya, , particularmente en su Capítulo 8, al igual que el Capítulo 5 de Estado villano escrito por un ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano y asiduo estudioso y crítico de las villanías imperiales: William Blum
.
No pudiera concluir este análisis sin dejar de mencionar un particular caso de tortura. Se trata del sufrimiento provocado a los cinco antiterroristas cubanos prisioneros injustamente en cárceles norteamericanas, que tuvieron, junto a la arbitrariedad durante todo el proceso judicial, que soportar formas de tortura aplicadas en prisiones de los Estados Unidos y que constituyen francas violaciones de la Convención, de la cual es parte. Los cinco cubanos fueron recluidos en las llamadas unidades de control, conocidas como "el hueco", donde en reiteradas ocasiones fueron confinados .
Por esta modalidad, además de poder aislarse a un preso por años en estas celdas de castigo, "allí pueden estar atados de pies y manos, encadenados (…) se les somete a privación sensorial, inactividad forzada, se les priva de la luz del sol, se someten a ruidos o a la luz continua para impedir el sueño, y se les niega el acceso a la atención médica. En definitiva, son torturados, y conforme a la Convención todo acto de tortura constituye delito, de acuerdo con la legislación penal de los estados signatarios, sin que pueda mediar excusa por razón de estado de guerra o amenaza de guerra, inestabilidad política o cualquier otra emergencia pública.
Pero hasta allí no ha podido, como en muchos casos, llegar la Convención, a pesar de su indiscutible y demostrada trascendencia en la protección de los derechos humanos. Y los responsables de su violación continúan impunes. Una realidad que escapa a los límites de esta importante norma de Derecho Internacional Público.
La constante injerencia e intervencionismo de Estados Unidos en el mundo obedece a una ideología impuesta desde sus primeros días como nación, en los tiempos de la colonia y posguerra de independencia; el Gobierno se basó en el pensamiento del “Destino Manifiesto” para invadir y actuar contra otras naciones. La filosofía del “Destino Manifiesto” se basa en la convicción de que Dios eligió a Estados Unidos para ser una potencia política y económica, una nación superior al resto del mundo
Tras la II Guerra Mundial, Estados Unidos usó de enemigo al comunismo para intervenir en Latinoamérica y en las naciones de Asia (Vietnam, Corea); posteriormente a mediados de los años 80 y 90 el intervencionismo se escudó en la lucha contra el narcotráfico; por último la guerra contra el terrorismo y una supuesta defensa de los derechos humanos, constituyen la nueva excusa de EE.UU. para su política injerencista.
El intervencionismo de Estados Unidos consta de tres puntos: el control político, la amenaza y chantaje económico y la presencia de bases militares y soldados para mantener o derrocar gobiernos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario