Hace 143 años
LA IGLESIA DE LA SANTISIMA TRINIDAD
SE CONVIRTIO EN PANTEON NACIONAL
Mediante un decreto promulgado el 27 de marzo de 1874 por el presidente
Antonio Guzmán Blanco, la iglesia de la Santísima Trinidad de Caracas fue transformada
en Panteón Nacional, con el objeto de conservar los restos de los Próceres de
la Independencia y de las personas eminentes.
Con relación a la vieja iglesia, la misma había sido construida por Juan
Domingo del Sacramento Infante a mediados del siglo XVIII, pero fue destruida
casi totalmente por el terremoto de 1812. Por tanto su lenta reconstrucción
continuó bajo la dirección de varios ingenieros y al declararla convertida en
Panteón Nacional, no estaba terminada aún.
Por otra parte, la escogencia de este templo para
tan particular destino era motivada por sus antecedentes históricos: a su
regreso desde Santa Marta, en 1842, los restos del Libertador Simón Bolívar
habían sido depositados temporalmente en esa iglesia. El decreto de Guzmán
Blanco fue acompañado por la orden de la terminación de sus fachadas en base al
proyecto que para la iglesia había diseñado el ingeniero José Gregorio Solano
en los años 1853-1858. Los trabajos fueron conducidos por los ingenieros Julián
Churión, Juan Hurtado Manrique, Tomás Soriano y Roberto García, inaugurándose
la obra el 28 de octubre de 1875
No obstante, la verdadera consagración del edificio
se efectuó el mismo día de San Simón un año más tarde (28.10.1876), cuando se
trasladaron desde la catedral los restos del Libertador. Estos fueron colocados
en un sarcófago de madera con revestimientos de plata y oro, realizado en
estilo neogótico por el artista francés Emile Jacquin. Se trasladó asimismo
desde la catedral la estatua del Libertador hecha en 1842 por el escultor
italiano Pietro Tenerani. El sarcófago y la estatua fueron ubicados en el
espacio que correspondía al presbítero de la iglesia, es decir, en el lugar del
altar. En ella también fueron sepultados, en 1851, los restos del marqués del
Toro y más tarde, los de José Gregorio Monagas, Andrés Ibarra y Ezequiel
Zamora.
Internamente, fueron realizadas correcciones en
los arcos y las columnas. El antiguo sarcófago de madera que contenía los
restos del Libertador fue sustituido por uno de bronce, diseñado por el
escultor español Chicaharro Gamo y colocado sobre un basamento de mármol. En el interior del Panteón, de ambos
lados del ambiente principal que contiene el sarcófago y el monumento del
Libertador, se encuentran nichos con las estatuas de Francisco de Miranda y
Antonio José de Sucre, respectivamente.
Entre otros nichos, dispuestos a lo largo de las
paredes longitudinales, hay monumentos dedicados a la Primera República, a José
Gregorio Monagas, a la Federación, a Andrés Bello, a José Antonio Páez, a la
Declaración de la República de Venezuela, a Rafael Urdaneta y a José María
Vargas. Bajo el pavimento, en las 2 naves laterales están colocados los restos
de los próceres y hombres ilustres de Venezuela, señalados con lápidas.
El Panteón Nacional, ese cementerio que la cuarta República creó
durante el mandato de Guzmán Blanco, en 1874, para alojar en él los restos de
“personas eminentes”, al transformar la pequeña iglesia católica de la
Santísima Trinidad, ubicada en las faldas del Guaraira Repano, en medio de
abundante vegetación, es ahora un lugar dignificado por la inclusión de los
auténticos héroes, mártires y también creadores identificados con las causas
más dignas y expresivas del pueblo pobre, explotado y ninguneado por las
oligarquías y clases dominantes en el país.
Los movimientos insurgentes, nacidos en rebeldía para combatir la
traición que encabezara el gobernante Rómulo Betancourt, por Acción Democrática, y
sus aliados socialcristianos de Copei y también de Unión Republicana
Democrática (URD), más tarde firmantes del llamado “Pacto de Punto Fijo” -por
el cual se aseguraban dominio político absoluto, en alternabilidad electoral
cada cinco años- encontraron en valientes y preclaras figuras, como la de
Fabricio Ojeda, a un nuevo grupo de patriotas independentistas que supieron
entender que la Batalla de Carabobo se debía hacer imperecedera para alcanzar
la liberación nacional y la independencia definitiva.
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