domingo, 11 de marzo de 2018

El 12 de marzo de 2000: Vaticano: El papa Juan Pablo II pidió perdón públicamente por los pecados cometidos por la Iglesia

El Papa leyó en la Basílica de San Pedro vaticano el pedido de excusas por 2000años de crímenes contra la humanidad.

El Papa besa un antiguo crucifijo en señal de contrición.
"En varias ocasiones se usaron medios dudosos", reconoció
El 12 de Marzo de 2000, el papa Juan Pablo II presentó  al mundo una muy extensa disculpa por 2000 años de violencia, persecución y errores por parte de la Iglesia Católica. Desde el altar en la Basílica de San Pedro, el Papa llevó al catolicismo a terra incognita al buscar perdón por los pecados cometidos  contra los judíos, herejes, mujeres, gitanos y distintas culturas nativas.                                                                                                      Luchando contra los temblores físicos y las alteraciones de la voz que padecía por el mal de Parkinson, el Papa electrificó a filas y filas de cardenales y obispos al implorar por un futuro en el que esos errores no fueran repetidos. "Nunca más", afirmó.                                               En una ceremonia inédita en dos mil años de cristianismo, Juan Pablo II dió el 12 de Marzo de 2000, primer domingo de Cuaresma, uno de los pasos quizá más osados e importantes de su pontificado: pidió  públicamente perdón por siete errores históricos de la Iglesia.
                                                                                                          Fue la "Jornada del Perdón", el momento culminante del mea culpa jubilar que el Pontífice casi octogenario,  c
omo sucesor de Pedro, se puso de rodillas ante Dios e imploró el perdón de los pecados pasados y presentes de sus hijos.        
En una celebración litúrgica sin precedente en la historia de la Iglesia, que tuvo lugar en la Basílica de San Pedro, fueron siete los cardenales de la curia romana que leyeron las siete imputaciones que el Papa quiso reconocer ante todo el mundo, con el objetivo de la reconciliación. El Pontífice confesó primero los pecados en general, para "purificar la memoria" y para comprometerse a un camino de conversión. Después hizo la siguiente secuencia:
  • Los pecados cometidos al servicio de la verdad, la intolerancia y la violencia en contra de los disidentes, guerras de religión, violencias y abusos en las Cruzadas, y métodos coactivos en la Inquisición.
  • Las faltas que han afectado la unidad del Cuerpo de Cristo: excomuniones, persecuciones, divisiones.
  • Los pecados cometidos en el ámbito de las relaciones con "el pueblo de la primera Alianza", Israel: desprecio, actos de hostilidad, silencios.
  • Pecados en contra del amor, la paz, los derechos de los pueblos, el respeto de las culturas y de otras religiones, en concomitancia con la evangelización.
  • Faltas en contra de la dignidad humana y la unidad del género humano: hacia las mujeres, las razas, las etnias.
  • Pecados en el campo de los derechos fundamentales de las personas y en contra de la justicia social: los últimos, los pobres, los que están por nacer, injusticias económicas y sociales, marginación. Es una lista que años atrás nadie se hubiera imaginado, que abarca veinte siglos y que resume en grandes capítulos culpas de la Iglesia por las que Juan Pablo II ya había pedido perdón, pero que nunca había reconocido como lo hizo hace 18 años, de forma audaz y contundente, en este inédito acto penitencial, "en la conciencia de que la Iglesia es un sujeto único en la historia, una persona mística".                                                    Se trató de un acto de coraje, como destacaron muchos vaticanistas, porque Juan Pablo II pidió perdón pese a que, entre teólogos, cardenales y colaboradores, hubo muchas reservas y opiniones contrarias: no pocos temían que su valiente actitud corriera el riesgo de ser mal aprovechada por los "enemigos" de la Iglesia Católica y de ser mal interpretada por los mismos fieles, que pueden no entenderla.                                                                Algunos dicen que con su pedido de perdón por siete errores históricos, el Papa cerró,  simbólicamente, la puerta del pasado.   El histórico pedido de perdón del Papa, de todos modos, no pretendía juzgar a los hijos de la Iglesia que cometieron tantos pecados: "El juicio sólo corresponde a Dios y será manifestado el último día". Por esto, en la confesión de los pecados de la Iglesia Católica por el Papa  se indicaron de forma clara algunas faltas históricas, pero no se nombró a los responsables.
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