Luis Mariano Rivera Font nació el 19 de agosto de 1906, en el caserío Canchunchú Florido, pueblo cercano a Carúpano estado Sucre, y falleció el 15 de marzo de 2002 en Carúpano, estado Sucre. Fue un cantante, compositor, poeta y dramaturgo popular venezolano.
Su vida, como la de cualquier campesino de la zona de Paría, estuvo marcada por las carencias y necesidades que caracterizan la pobreza de las zonas rurales de Venezuela. A temprana edad se quedó huérfano, llegó a ser peón de la hacienda de su propio padre y su educación formal fue sólo hasta el tercer grado de primaria. Sin embargo, a pesar de su condición de ser un casi analfabeto, enseñó que las ganas que dicta la perseverancia por ser un hombre digno pueden ser más fuertes de las que uno cree. A los 38 años, motivado por una corrección ortográfica que le hiciera un muchacho (había escrito “depocito de yelo” en vez de “depósito de hielo”) decide ir a una escuela donde aprendió a leer y escribir bien.
La cosmogonía poética de Luis Mariano Rivera nace en Sucre, en "esa tierra de Gracia" que contiene como espejo de su sonora naturaleza y origen lírico de su imaginería, el Valle de Canchunchú Florido, tan cantado y ritualizado, tan humanizado y poetizado por la voz indeleble y el cuatro secular de nuestro más grande cantor de la naturaleza, la vida y la humildad del amor, como lo fue Luis Mariano. Su obra nace pero no muere en Sucre. Nace, para crecer como un ser vivo y sumarse al universo y a la polifonía, a la herencia plural que nos han dejado trovadores y poetas exponentes no sólo de tradiciones occidentales, sino de otras latitudes. Sucre ha acobijado desde los tiempos del llamado descubrimiento de América, una tradición tan rica como múltiple de "cantares ajenos", que no es otra cosa que la base desde donde se ha edificado la cultura musical de ese hermoso y peninsular estado venezolano. Cantares ajenos que se articulan y dan aliento a la historicidad a través de existencia de juglares tan míticos como místicos que han poblado nuestra América y en cuyas voces están sin duda los sonetistas y coplistas latinos más antiguos, Propercio, Góngora y Quevedo: juglares, cantautores, poetas de la libertad, como Mercedes Sosa, Atahualpa Yupanqui, Facundo Cabral, Lilia Vera, Cecilia Todd, Gualberto Ibarreto y otros tan raigales o arraigados como Luis Mariano Rivera: poeta universal y por excelencia de la naturaleza como metáfora vivificante de la condición humana y amorosa que lo define como el hombre que sembró un recuerdo imperecedero, a la hora de contar la historia de Lucerito, cuando se le otorgó la hasta entonces inédita condición de Ecociudadano de Venezuela, , como reconocimiento a su condición de hombre integralmente debido a su pasión por la defensa de la naturaleza en todos sus órdenes. La dimensión lírica de esta vocación, la plasma Luis Mariano en una canción compuesta a su Negra, fuente permanente de su inspiración, de nombre Lucerito.
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