La espada fue entregada a Bolívar, tras las victorias de Junín y Ayacucho/ Foto: Archivo
Yvke Mundial/ Prensa PGR
Tal día como hoy, hace 194 años, el Libertador, Simón Bolívar, tras las victorias de Junín y Ayacucho, recibe la Espada del Perú, uno de los recursos históricos más notables que posee la América meridional, la cual fue recibida de las manos del comisionado de la Municipalidad de Lima, Coronel Salazar.
La riqueza emblemática de la pieza es notable. La vaina esta hecha completamente de oro macizo de 18 kilates, en el que sobresalen elegantes y variados dibujos, y la espada mide en su totalidad una vara y siete pulgadas de largo. En la parte inferior se puede observar una serpiente de nueve pulgadas y ojos de rubí que la abraza. La hoja de acero grabada al estilo de damasco posee la siguiente inscripción: “Simón Bolívar: unión y libertad, año de 1825”. En el anverso se lee: “Libertador de Colombia y del Perú, Chungapoma me fecit en Lima”. Cada una de estas leyendas se encuentran separadas por dibujos alegóricos que representan trofeos de armas, laureles, etc.
El pomo de la guarnición de la espada posee un bello busto de oro, que representa al genio de la libertad, coronado por un gorro frigio, relleno de brillantes y circundado por una corona de laureles compuesta de diamantes. En la parte inferior del mismo espacio, llamada cazoleta, resaltan las figuras de dos indios de oro en relieve, coronados cada uno por penachos de brillantes que adornan sus cabezas; sosteniendo ambos el asta que lleva el gorro de la libertad.
La empuñadura posee dos pirámides truncadas. En la pirámide superior se observa, en una de sus caras, el escudo de armas del Perú, además de una orla de laureles. La pirámide inferior posee la siguiente dedicatoria: "El Perú a su Libertador". De la parte contigua a la empuñadura, o sea el pomo, se desprende un dragón de oro con dos brillantes.
En aquella oportunidad, el Libertador dirigió a la Municipalidad de Lima las siguientes palabras de agradecimiento:
El coronel Salazar me ha presentado la hermosa espada que la M.L. Municipalidad de Lima ha tenido la bondad de ofrecerme, después de haber dado tantas otras pruebas de sus sentimientos generosos y del precio que pone a los esfuerzos que se hacen por la libertad y por la restauración de los derechos de los pueblos.
Esta espada, Illmo señor, será el gaje más seguro de mi consagración a la defensa del Perú en todas las épocas que la república quiera aceptar mis servicios. Esta espada me dirá siempre que la ciudad de Lima es digna de ser la capital de la nación más agradecida del universo.
S.E. el Mariscal Sucre recibió de mi mano el día de Ayacucho, la espada que US. I. tuvo a bien destinarle como un premio de aquella victoria. El general vencedor ha recibido esta demostración con una efusión de gratitud que nada puede expresar, y entre sus mejores amigos nadie puede llevarnos el paso. Esta protesta la hacemos con toda la sinceridad que debemos a US. I. y al pueblo peruano.
Tengo la honra de ofrecer a US. I. los sentimientos de mi consideración y mi respeto.
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