lunes, 2 de octubre de 2017

EL "COMEGENTE" CONFIESA QUE LA CARNE HUMANA LE HACE FALTA

Tras 18 años preso

EL "COMEGENTE" CONFIESA QUE  LA CARNE HUMANA LE HACE FALTA

El sistema de justicia no pudo imputarle las tantas muertes que le achacaban debido a su enfermedad mental
 2 octubre, 2017 5:27 pm  
Eligio Rojas.-  De aquel melenudo y ojeroso Dorángel José Vargas Gómez (Caño Zancudo, Mérida, 1957) que las televisoras mostraron en 1999 como el “Comegente”, no quedan rastros. Ahora es un hombre con el corte bajitico que come galletas, reparte la comida a los demás privados de libertad del comando central de Politáchira en San Cristóbal, limpia los pasillos y habla sin parar con las autoridades policiales.
Él es un caso especial para nosotros”, apunta Amador Torres, director de Politáchira, quien lo trajo a su despacho.
Cuando supo que veníamos del periódico Últimas Noticias, en seguida dijo que a él le ofrecieron trabajo en una imprenta. ¿Desde cuándo estás preso aquí?, le preguntamos.
“Uy no, yo tengo mucho tiempo; aquí han habido cuatro masacres”. La respuesta de Dorángel provoca una aclaratoria del jefe policial.
“A él le quisieron atribuir dos muertos que hubo aquí en diciembre de 2016, pero eso es mentira; él está en una celda solo”. Dorángel retoma el punto. “Cuando yo llegué aquí esto estaba nuevo, no habían ni bombillos”.
El comisario recordó que Dorángel está con ellos desde 1999, aunque después lo enviaron a Maracay (Aragua) y luego al Psiquiátrico de Peribeca.
Donde están los locos, el manicomio”, acotó Dorángel al momento de sacar una galleta de la bolsita que cargaba.
Mermados. ¿Es cierta esa acusación de que mataste a hombres para comértelos? Acepta la pregunta con toda normalidad y responde largamente con divagaciones. “Ahhh no, me los comí; me los comí mermados”. ¿Mermados?. “Si, guisados”, aclara.
Si saliera en libertad, le gustaría trabajar en un sitio donde le den propinas. “Necesito bastantes billetes”. De su familia tiene en mente que uno de sus hermanos es “tractorista” otro “lechero” y una hermana que siempre lo viene a visitar “desde lejos”.
Salta de un tema a otro. No se queda callado. Le interrumpimos para preguntarle si volvería a vivir a orillas del río Torbes en Táriba (Táchira), justo debajo del puente Libertador, donde lo capturaron el 12 de febrero de 1999 porque allí le encontraron restos humanos. “Me hace falta para el estómago”, responde aludiendo a las piezas humanas. Indagamos sobre su comida preferida y responde que le gusta mucho el mango y la guanábana.
Sobre las muertes que le atribuyen, el sistema de justicia no lo procesó por ser una persona “declarada inimputable”. Y dada la enfermedad mental que padece (esquizofrenia paranoide), “debe continuar con la medida de seguridad indeterminada… con una medicación de por vida”, decidió el Tribunal 3° de Ejecución del Táchira. Al terminar la entrevista solicitó a la fotógrafa que le enseñara las fotos para luego pedirle que le hiciera una “de cuerpo entero”.

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