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El 19 de septiembre de 1914 fue estrenada en el Teatro Caracas la canción folklórica venezolana Alma Llanera: zarzuela en un cuadro. Esta memorable composición, nuestro segundo himno nacional, fue escrita por Rafael Bolívar Coronado (1884-1924), y la música se la debemos a Pedro Elías Gutiérrez (1870-1954). Desde un principio se convirtió en un rotundo éxito que sorprendió incluso a sus autores.
Este fenómeno de nuestra cultura nacional tiene cosas y situaciones sorprendentes en esta zarzuela, que es en realidad un drama con dos canciones.
La primera de ellas es que es una forma de música teatral o género musical escénico surgido en España: la zarzuela. Lo segundo es que la interpretación de aquella noche corrió a cargo de la compañía española de Manolo Puertolas. Entre los actores encontramos a Rafael Guinan, Jesús Izquierdo, Matilde Rueda, Lola Arellano, una señora Argüelles y un negrito joropeador llamado Mamerto.
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Lo otro que resulta insólito es que a pesar de lo favorable de la crítica, al propio Bolívar Coronado no le gustó su propia obra. Así expresa que “de todos mis adefesios es la letra de Alma Llanera del que más me arrepiento. Es ésta mi página dolorosa; el hijo enclenque, la cana al aire, la metida de pata. Mis amigos, por consolarme, dicen que su mediano estreno en el Caracas y su pavoroso reprise en el Municipal, fueron culpa de los cómicos, que eran muy malos, pero el libreto era “más peor”. La música fue la que salvó la situación con su mezcla de risas y quejumbres del predio. ¡El maestro Gutiérrez me hizo el quite muy a tiempo!”
Lo que coincide con el comentario de Oscar Zambrano Urdaneta, quien dice: “por cierto ocurrió algo muy curioso la noche del estreno de Alma Llanera. Cuando ya la representación llegaba a su fin, Bolívar Coronado, que se hallaba disimulado entre el público asistente, salió apresuradamente del teatro. Concluida la zarzuela el público pidió que su autor saliera a las tablas. Naturalmente aquel no se presentó, puesto que se hallaba ausente desde hacía unos momentos. Al día siguiente, cuando sus amistades le reclamaron aquella sorpresiva huida, por toda explicación respondió–Me fui porque imaginé que el público me iba a silbar”.
Más insólito resulta aún es que cada vez que suena el Alma Llanera en cualquier parte del mundo, los derechos de autor los cobra una empresa norteamericana, dueña de los derechos musicales.
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