viernes, 21 de octubre de 2016

Monseñor Montes de Oca UN OBISPO VENEZOLANO FUE FUSILADO EN ITALIA


Monseñor Montes de Oca
UN OBISPO VENEZOLANO
FUE FUSILADO EN ITALIA
Además, de haber terminado su vida como mártir al ser fusilado por los nazis en el norte de Italia en 1944, monseñor Salvador Montes de Oca es uno de los más ilustres y valientes prelados que haya dado la Iglesia católica en nuestro país.
Nacido en  Carora, estado Lara,  el 21 de octubre de 1895, desde joven destacó por sus virtudes cristianas y una temprana vocación al sacerdocio que encaminó en el seminario Pio Latino de Roma y concluyó en Venezuela, para ser designado en 1927, recién cumplidos los 32 años de edad, obispo de Valencia.
La fortaleza de sus convicciones lo llevó en sucesivas oportunidades a desafiar el rigor del régimen gomecista.  En 1928, en episodio reivindicado por el gran poeta Andrés Eloy Blanco, el obispo Montes de Oca visitaba a los estudiantes presos en el castillo de Puerto Cabello, expresándoles todo su afecto y solidaridad, y en su diócesis eran reiteradas sus demostraciones de afecto y respaldo a perseguidos políticos, lo que pronto lo coloca en la mira de la terrible dictadura, ejercida por ese tiempo por uno de los tantos “títeres” que fingirían de “Presidente”, remitiéndose a cumplir a pie juntillas, las órdenes del verdadero amo del poder, Juan Vicente Gómez.
En 1929, monseñor Montes de Oca cumpliendo fielmente sus deberes pastorales de orientación a la feligresía, hizo pública la posición de la Iglesia sobre el matrimonio, lo que significaba la condena del divorcio y de las uniones de hecho, lo cual fue interpretado por el propio “Presidente” en funciones, como una alusión directa a la situación de “amancebamiento” en que vivían muchos de los altos funcionarios, incluyendo el propio Juan Vicente Gómez.
El mandatario, en consejo de ministros, dictó un decreto de expulsión de monseñor Montes de Oca del territorio nacional, acusándolo de desafiar e instigar al desacato de las leyes venezolanas, que preveían la disolución del matrimonio civil mediante el divorcio. La jerarquía católica y el nuncio de Su Santidad, interceden para tratar de revocar la medida e impedir que se convierta en motivo de fricciones con el Gobierno, pero el “Presidente” doctor Juan Bautista Pérez se negó a revisar la decisión, por lo que el obispo de Valencia salió expulsado a Trinidad y más tarde se trasladó a Roma, donde lo recibe en audiencia el papa Pio XI.
En 1929, vuelto Gómez al ejercicio directo de la Presidencia, decidió permitir el regreso del ilustre caroreño a Venezuela, quien se reintegró a su diócesis, a la que renuncia tiempo después, y tomó la decisión radical de consagrarse al enclaustramiento bajo la orientación de la orden de los Cartujos en el monasterio de la Farneta, en Italia, donde lo sorprendió la Segunda Guerra Mundial.
En 1942, cuando Venezuela adhiere la posición continental de respaldo a los aliados y de ruptura de relaciones con los países del Eje –Alemania, Italia y Japón-, el Gobierno decidió  facilitar el retorno de sus nacionales en esos países a fin de ponerlos a salvo de posibles represalias. Monseñor Montes de Oca fue requerido por el encargado de negocios en el Vaticano Leonardo Altuve Carrillo, para que se acogiera a la repatriación, pero el Prelado se negó rotundamente.
Entre tanto, los alemanes, en su retirada del norte de Italia, practicaban la política de “tierra arrasada”, y frente a las acciones cada vez más organizadas y frecuentes de los denominados “partisanos”, impusieron represiones indiscriminadas.
Tocó a monseñor Montes de Oca ascender al altar de los mártires cuando bajo la acusación de esconder elementos de la resistencia armada en el convento de los Cartujos, brigadas de las SS nazis asaltaron el monasterio y procedieron a fusilar a los religiosos, entre ellos al distinguido prelado caroreño, quien como signo inevitable de su existencia y su compromiso libertario terminaría supliciado por los fanáticos del totalitarismo.

El cadáver fue arrojado a una fosa común, pero en 1947 fueron reconocidos sus restos y actualmente se encuentran enterrados bajo el presbiterio de la Catedral de Valencia. 

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