martes, 18 de octubre de 2016

Y entonces ¿Qué eran? HASTA HACE 87 AÑOS EN CANADA LAS MUJERES NO ERAN PERSONAS

Y entonces ¿Qué eran?
HASTA HACE  87 AÑOS EN CANADA
LAS MUJERES NO ERAN PERSONAS

El 18 de octubre de 1929, las mujeres canadienses alcanzaron la consideración de “personas”.

El British North America Act (BNA) de 1867 utilizaba la palabra ‘personas’ cuando se refería al plural y la palabra ‘él’ (en masculino) cuando se trataba de una individualidad, ya fuera masculina o femenina. ¿Ustedes entienden eso?

Aunque en 1916 la circunscripción de la provincia de Alberta aprobó la legislación que concedía el voto al sexo femenino, y los grupos sufragistas presionaban para elegir una mujer para el Senado, el gobierno canadiense basaba su negativa en argumentaciones metafísicas que nos recuerdan a la Edad Media y las discusiones teológicas sobre si las mujeres tenían o no alma. ¡Qué barbaridad!

En la Biblia, alma es sinónimo de vida.  Y a veces, al hablar de personajes que estuvieron a punto de perder la vida, la Biblia dice que su “alma” estuvo en peligro (Éxodo 4:19; Jueces 9:17; Filipenses 2:30).

Conocer ese sentido de la  palabra  ”alma” nos ayuda a entender mejor algunos versículos bíblicos. Por ejemplo, en Génesis 35:18 se dice que el alma de cierta mujer fue “saliendo”, o que ella estuvo “exhalando el alma”. Esta es una figura retórica que comunica la idea de que la vida de aquella mujer estaba acabando. Por eso, algunas traducciones dicen en este versículo que la mujer estaba “dando el último suspiro” (La Biblia Latinoamérica, 2011).

Lo que a todas luces quiere decir que si la mujer está viva es porque tiene alma, y en esto el gobierno de Canadá, país calificado mundialmente como “Desarrollado”, ha venido aplicando prácticas y conceptos que eran válidos en tiempos de las bárbaras naciones, cuando se consideraba que  la mujer y el esclavo tenían la misma categoría.

En 1927 Emily Murphy, la primera jueza del Imperio Británico, en su primer día como magistrada tuvo que oír que el abogado de la acusación impugnó una decisión porque ella no era una “persona” y por tanto no estaba cualificada para desempeñar  las funciones de jueza.

Este fue el detonante para que ella, Emily Murphy, y otras cuatro mujeres: Nellie McClung, Irene Parlby, Louise Mac Kinney y Henrietta Muir Edwards, plantearan a la Corte Suprema la siguiente pregunta:
          
“La palabra “persona” en el artículo 24 de la Ley de BNA ¿incluye a las personas de sexo femenino?”.

Al cabo de cinco semanas, la Corte Suprema de Canadá falló que la palabra “persona” no incluía a las mujeres.

Ellas se negaron a aceptar esta decisión y plantearon el caso ante el Consejo Privado que era en aquellos momentos el más alto tribunal de Canadá.

El 18 de octubre se anuncia la decisión de los cinco lores que integraban el citado Consejo:
“La exclusión de las mujeres de todas las oficinas públicas es una reliquia de tiempos más bárbaros que los nuestros. Y a los que preguntan por qué en la palabra “persona” se debe incluir a las mujeres, la respuesta obvia es ¿por qué no?.”

No se podía formular ni más claro ni más alto

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