viernes, 28 de octubre de 2016

“O inventamos o erramos” DON SIMON RODRIGUEZ EL ROBINSON DE AMERICA

“O inventamos o erramos”
DON SIMON RODRIGUEZ
EL ROBINSON DE AMERICA

El 28 de octubre 1769, nació en la señorial Caracas del siglo XVIII Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez, filósofo y educador venezolano, conocido en el exilio como “Samuel Robinson”; incluso fue el gran maestro de nuestro Libertador Simón Bolívar. Existen registros según los cuales  su madre era Rosalía Rodríguez, aunque se cree que fue un niño expósito; y fue criado bajo la protección del sacerdote Alejandro Carreño.

Conmemoramos hoy el natalicio de Don Simón Rodríguez, caraqueño universal que supo recorrer el mundo dejando sus enseñanzas como filósofo, maestro, revolucionario socialista y visionario con un particular don profético que la colonial y ultraconservadora sociedad caraqueña de fines del siglo XVIII no supo, ni quiso entender, pues, con apenas 25 años de edad, aquel genio ya mostraba sus proyectos pedagógicos pensando tal vez en la futura República que debía liberarse del mandato realista español.
Frescas estaban entonces las noticias y los postulados de justicia y libertad que llegaban de la Revolución Francesa, ese acontecimiento político y social que movió la conciencia de los independentistas venezolanos y que sirvió de bujía para que el visionario Rodríguez participara en las primeras conspiraciones contra la monarquía española en suelo venezolano.

Pero su destino estaba signado para otros puertos.  Simón Rodríguez abandonó  Caracas sin haber cumplido los 30 años de existencia y no regresó jamás. Y  de no ser así hubiera terminado ahorcado como sus compañeros de faena revolucionaria, Manuel Gual y José María España a quienes el régimen colonialista condenó a muerte, uno murió envenenado en Trinidad y el otro descuartizado en La Guaira.

Con la intempestiva salida del país hacia Jamaica y Estados Unidos comenzó la leyenda de Samuel Robinson, etimológicamente “otro nombre” (un “heterónimo”) que toma el caraqueño para encarnar un aventurero que es llevado hacia un naufragio tal como Robinson Crusoe.

El Sócrates de América, como lo llamó Simón Bolívar, era un hombre de libros. Su heterónimo lo toma precisamente de ese particular encuentro con la lectura y en particular con la literatura. Rodríguez era lector del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, de quien lee un tratado pedagógico llamado “Emilio”  o de la educación. En ese tratado Rousseau sugiere que Robinson Crusoe es un excelente libro para niños ya que les enseña a aprender haciendo las cosas como Crusoe, por lo cual no es de extrañar que Bolívar dijera que su maestro enseñaba divirtiendo.

Simón Rodríguez tuvo un largo peregrinaje por muchos países: salió de Venezuela,  partió para Jamaica y se residenció en Estados Unidos donde aprendió inglés. Luego cruzó el Atlántico para establecerse en Europa donde trabajó en una imprenta, en una cristalería, en una carpintería y en una sastrería bastándole para mantenerse.

Vivió en Francia, Inglaterra e Italia, lugar donde un día escuchó los tumultos de coronación de Napoleón Bonaparte como Rey de Italia. En Europa coincidió con Simón Bolívar y emprendieron un viaje que incluyó el Monte Sacro, donde Bolívar juró dar libertar a los pueblos de América.

También vivió en Alemania, Polonia y Rusia; en 1823 llegó a Londres, donde se encontró con Andrés Bello, emprendiendo ese mismo año el retorno a la patria grande americana.

El profeta caraqueño entró por la costa colombiana. Luego se encontró con el Mariscal Sucre y con el proyecto de la Gran Colombia, allí don Simón Rodríguez desempolvó su vieja propuesta pedagógica y fundo  escuelas en Ecuador, Perú y Bolivia recordándole al mismo Simón Bolívar cuáles eran los motivos del retorno en una carta fechada el 1 de julio de 1825: "Amigo: Yo no he venido a la América porque nací en ella, sino porque tratan sus habitantes ahora de una cosa que me agrada, y me agrada porque es buena, porque el lugar es propio para la conferencia y para los ensayos, y porque es usted quien ha suscitado y sostenido la idea”.

Simón Rodríguez desarrolló un modelo educativo para las naciones hispanoamericanas, que rompía las rígidas costumbres impuestas por la Colonia. Estaba en pleno auge el “Siglo de las Luces”, época denominada así por los llamados filósofos de la Ilustración, considerando que era el momento donde florecían las “luces de la razón”.

En 1828 escribió desde Perú sus “Sociedades Americanas”,  reflejando en ella la famosa frase que vemos pintada en muchas paredes de suramérica: “O inventamos o erramos”,  idea donde Rodríguez puso de manifiesto el hecho de que las nuevas repúblicas no debían fundarse sobre la madera gastada de las viejas instituciones europeas, porque de esa manera se traspasaban los fracasos sociales y políticos de aquellos en las nuevas repúblicas.

“Sociedades Americanas”, trata  acerca de la necesidad de buscar soluciones propias a los problemas de Hispanoamérica; y, en 1830 publicó El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de Armas.

Se trataba de inaugurar nuevas situaciones políticas en el ropaje del nuevo hombre latinoamericano. De allí el reto robinsoniano: “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América española es original. Originales han de ser sus instituciones y su gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otros. O inventamos o erramos”.

Simón Rodríguez murió  el 28 de febrero de 1854 en Perú. Sus restos mortales habían sido honrados en el Panteón de aquel país, y  en 1958 cuando fueron repatriados al Panteón Nacional de Venezuela.

En el año 1981 Arturo Uslar Pietri publicó “La Isla de Robinsón”, una biografía novelada acerca del insigne Maestro.




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