viernes, 28 de octubre de 2016

Símbolo de la violación de los Derechos Humanos LA MASACRE DE EL AMPARO OTRO CRIMEN DE LOS GOBIERNOS DEL PUNTOFIJISMO

Símbolo de la violación de los Derechos Humanos
LA MASACRE DE EL AMPARO OTRO CRIMEN
DE  LOS  GOBIERNOS  DEL  PUNTOFIJISMO
Hoy se cumplen 28 años de uno de los sucesos más lamentables, que evidencia la más brutal represión y violación de los Derechos Humanos que caracterizó a los gobiernos de la Cuarta República.
El día sábado 29 de  octubre de 1988, hace exactamente  28 años,  en el caño Las Coloradas, lugar aledaño a la población de El Amparo, un pequeño pueblo de 8 mil habitantes, ubicado en el municipio Páez del estado Apure, frontera con Colombia, se produjo  una masacre en la que murieron 14 pescadores del Arauca venezolano quienes fueron asesinados a sangre fría, mientras dos lograron escapar.
La operación fue ejecutada por miembros del Comando Específico José Antonio Páez, (CEJAP), integrado por fuerzas militares y elementos civiles de los organismos de seguridad del Estado que vigilaban la región, en una maniobra  denominada “Anguila III”, que consistía en la lucha contra grupos subversivos colombianos.
Esta matanza fue coordinada por los jefes del Cejap, el general Humberto Camejo Arias, el coronel Enrique Vivas Quintero y el Jefe Nacional de Operaciones de la Disip, Henry López Sisco  como parte de una operación criminal justificada en la falacia de un aparente éxito del gobierno de Jaime Lusinchi en la lucha anti guerrilla, que se suma a los crímenes cometidos por el puntofijismo en Venezuela.
El domingo 30 de octubre los periódicos destacaban en sus tapas la “versión oficial” de que 16 guerrilleros de la organización colombiana Ejército de Liberación Nacional (ELN) fueron abatidos en la frontera con Colombia, en la zona de El Amparo, específicamente en el caño Las Coloradas.
La noticia también fue reiteradamente difundida a la opinión pública mediante avances informativos radiofónicos y los “extras” de la televisión comercial. Las agencias de prensa internacionales transmitieron el informe preliminar que ofreció el general Humberto Camejo Arias, comandante de la segunda división de infantería, desde la zona del suceso.
Detallaban las informaciones que la Operación Anguila III incautó a los presuntos irregulares material bélico, planos de una empresa petrolera en la zona y una lista con cinco nombres de personas que supuestamente iban a ser secuestradas por el grupo irregular.
Pero la verdad fue otra.  A las 9 de la mañana de ese día, los pescadores  zarparon camino al río Arauca en la lancha llamada “Cabra Pichona”. Al llegar a la orilla del caño, su travesía se tornó en tragedia y cerca de las 11 de la mañana, justo al apagar el motor de la embarcación, una ráfaga de balas los recibió.
El Comando Específico justificó su acción calificando al grupo de pescadores como guerrilleros que probablemente preparaban una acción.
Sin embargo, las ropas que vestían, la ausencia de armas y el testimonio de dos sobrevivientes, hicieron que la opinión pública se sintiera burlada tanto por los jefes de la operación como por el propio presidente de la República de entonces, el adeco  Jaime Lusinchi,  quien  avaló públicamente esta versión de los hechos.
A pesar de que las víctimas usaban la ropa común de las faenas de pesca, y eran vecinos conocidos por la comunidad, los jerarcas militares de entonces los presentaron ante los medios de comunicación como miembros de un grupo guerrillero colombiano con intenciones de sabotear un oleoducto de petróleo y secuestrar a los ganaderos de la zona.
Dos pescadores lograron escapar de la emboscada criminal, y el pueblo, indignado por los señalamientos, los defendió valientemente de una patrulla militar con órdenes de arrestarlos.
Gracias al testimonio de los sobrevivientes Wollmer Pinilla y José Augusto Arias, se refutó la versión oficial que aseguraba que se había producido un enfrentamiento con fuerzas irregulares. Con lujo de detalles relataron, confirmado por la posterior exhumación de los cadáveres, que aquello había sido una carnicería contra civiles desarmados, quienes se encontraban en la zona con la intención de pescar “Coporos” para cocinar una sopa de ese pescado.
El suceso produjo  un escándalo de gran resonancia y un largo proceso judicial. Tras acusar a los sobrevivientes de subversivos, el juez militar Ricardo Pérez dictó autos de detención contra ellos. Se les acusaba de rebelión y el juez Pérez sentenció que los efectivos militares actuaban en legítima defensa.
Ante los ataques, Wollmer Pinilla y José Augusto Arias  solicitaron asilo ante la embajada de México en Venezuela y posteriormente viajaron a ese país.
Pero en enero de 1989, las víctimas regresaron de Ciudad de México para ponerse a la orden de las autoridades, por cuanto sobre ellos pesaba un auto de detención. Ambos fueron encarcelados en la prisión de Santa Ana, estado Táchira.
El 29 de octubre de 1988, la comisión especial para investigar la masacre, designada por el extinto Congreso, presentó el informe de la exhumación de los 14 pescadores y determinó que “recibieron los disparos por la espalda y la parte posterior de la cabeza. La conclusión: no fue un enfrentamiento sino una ejecución”. De esta forma se desmintió la versión de los funcionarios miembros del Cejap.
Dos días después de la presentación del informe, el 16 de enero de 1989, el Consejo de Guerra revocó los autos de detención. Pinilla y Arias fueron  puestos en libertad.
En abril de ese mismo año, la Corte Marcial ordenó la libertad de los funcionarios que actuaron en la masacre de El Amparo.
La Comisión Interamericana de los Derechos Humanos en 1993, recomendó al Estado sancionar a los autores intelectuales y materiales del delito e indemnizar a los sobrevivientes y a los familiares de las víctimas.
El Estado se negó y en enero de 1994, la Comisión elevó la demanda ante la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, la que finalmente sentenció  a favor de los familiares de los fallecidos y obligó  al gobierno nacional a pagar una indemnización monetaria destinada a resarcir los daños materiales sufridos. En 1996, impuso la reparación de los daños por 722.332 dólares.  Durante la gestión del gobierno del Presidente Caldera se pagó la casi totalidad de la indemnización. El Estado por un mal cálculo de los pagos quedó debiendo aproximadamente  el 05% de esa indemnización que fue finalmente cancelada en diciembre de 2005 bajo la gestión del Presidente Chávez.
A pesar de la solicitud de la CIDH, en julio de 1998, un tribunal militar, absolvió a las personas, entre civiles y militares, del delito de homicidio intencional, procesadas por el caso de El Amparo.
Aunque los testimonios de los sobrevivientes, más la presentación del informe del Congreso demostraban que los pescadores fueron ejecutados, la sentencia determinó que “por cuanto en los hechos que originaron el proceso penal militar, actuaron en ejercicio legítimo de una autoridad o cargo y en defensa de sus personas, se les exime de la pena”.
Entre los que perdieron la vida en esa fatídica fecha están: José Indalecio Guerrero; Rigo José Araujo; Julio Pastor Ceballos; Carlos Antonio Eregua; Arin Obadías Maldonado; Moisés Antonio Blanco; Luis Alfredo Berríos; Emeterio Marino Vivas; Rafael Magín Moreno; Pedro Indalecio Mosqueda; José Mariano Torrealba; José Ramón Puerta García; José Gregorio Torrealba y Justo Arsenio Mercado.
En un aniversario más de esta masacre, los venezolanos rendimos homenaje a nuestros hermanos tan vilmente masacrados, llamando a nuestro pueblo a nunca olvidar estos abominables crímenes de Estado, política de una nefasta IV República, y reiteramos nuestro compromiso para no permitir que nunca más se manche de sangre nuestra historia.
Todo quedó para que la historia lo juzgara y hoy la Comisión por la Justicia y la Verdad tiene el caso pendiente y en revisión. Entre otras medidas dictadas por el Ministerio Público actualmente hay una orden de extradición de Henry López Sisco acusado de perpetrar las masacres de Cantaura (1982), Yumare (1986), El Amparo (1988) y el Caracazo (1989).
Aquellos  crímenes  siguen  generando  protestas en toda Venezuela y se convirtieron  en símbolo de la violación de derechos humanos en la IV República.

Documental: Masacre de El Amparo
https://www.youtube.com/watch?v=kBMrPbxJuxQ


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