COMO UNA MALDICION PARA
VENEZUELA
NACIO EN ESPAÑA JOSE TOMAS BOVES
El 18 de septiembre de 1782 nace en Oviedo, provincia de
Asturias, el jefe realista José Tomás Boves, tristemente célebre por sus
crueldades durante la guerra independentista.
El escritor y psiquiatra
venezolano Francisco Herrera Luque en su libro “Boves el Urogallo” (5° edición.
Editorial Fuentes, Caracas, 1973) dice: “siempre me ha
tentado estudiar la personalidad de José Tomás Boves(1782-1814), el
antihéroe por antonomasia de la vida venezolana, el paladín de la
antirepública, la negación de Bolívar. La historia
convencional lo pinta como un hombrón de sonrisa canina y mirada centellante,
capaz de estuprar (“violar”) a una novicia présbite(“cegata”) y de tener en
ella una orgía a caballo. Su paso está marcado por el incendio, el saqueo y el
crimen”.
Por su conducta irregular, Boves hizo carrera corta en la marina
española. Obtuvo empleo en una flota que comerciaba entre las Antillas y
Venezuela. Al poco tiempo se estableció en Calabozo, a comerciar ganados,
especialmente en el tráfico de caballos. Allí estaba cuando Monteverde le
encargó organizar un escuadrón de lanceros hacia principios de 1813. Allí
comienza el año terrible (1813-1814), cuando Venezuela experimenta hambre,
muerte, venganza y destrucción.... no se respetó ni la santidad de los altares.
La figura que va a destacarse durante los años de 1813 y 1814 es
la de José Tomás Boves, por el conocimiento de los llanos, por haberse
convertido en caudillo de los llaneros y por su arrojo y crueldad.
Lo
cierto es que Boves gozaba con el dolor ajeno, se recreaba en las órdenes más
crueles y presenciaba las ejecuciones de patriotas, a quienes hacía bailar el “Piquirico”
antes de morir. Francisco Herrera Luque en su artículo “Boves, en la voz de
los viejos”, (El Nacional, Caracas: septiembre 9, 1971), comenta que Boves
“Como un fornido y viril Nerón, gustaba de combinar la música con el crimen.
Había una sonata gachupina, llamada el “Piquirico”, que excitaba sus impulsos
homicidas. En Valencia se la hizo bailar a las mantuanas, mientras en la
acera de enfrente tronaba el pelotón de fusilamiento que desgonzaba a sus
maridos”.El historiador realista Heredia, relata lo siguiente:
“En la noche siguiente a su entrada a Valencia (10 de julio), Boves reunió todas las mujeres en un sarao, y, entre tanto, hizo recoger los hombres, que había tomado precauciones para que no se escaparan, y sacándolos fuera de la población los alanceaba como toros sin auxilio espiritual. Solamente el doctor Espejo (Gobernador político) logró la distinción de ser fusilado y tener tiempo para confesarse. Las damas del baile se bebían las lágrimas y temblaban al oír las pisadas de las partidas de caballería, temiendo lo que sucedió, mientras que Boves con un látigo en la mano les hacía danzar el Piquirico y otros sonecitos de la tierra a que era muy aficionado, sin que la molicie que ellos inspiran fuese capaz de ablandar aquel corazón de hierro. Duró la matanza algunas noches”.
Por cierto, un éxito sin precedente en la bibliografía venezolana, que a primera vista puede parecer sorpresivo, pero que se justifica en forma total al leer el libro, ha acompañado a este "BOVES EL UROGALLO", de Francisco Herrera Luque, que fue llevada exitosamente al cine con el papel protagónico del actor venezolano Gustavo Rodríguez.
Obra de carácter histórico en lo esencial, aunque estructurada en forma de novela, presenta un panorama de los primeros años de la Guerra de Independencia, cuando el asturiano José Tomás Boves se convirtió en el terror de los republicanos y en el caudillo prepotente que seguían sin vacilar los grupos sociales desposeídos y explotados: negros, indios, esclavos, mestizos, en fin, aquellas masas que sostenían con su trabajo toda la estructura del orden colonial.
Con lenguaje fluido, ameno, se van presentando los sucesivos cuadros históricos, desde las pintorescas costumbres coloniales hasta las dantescas matanzas que no respetaban ancianos, niños ni mujeres. Una acertada elaboración del autor permite comprender los episodios de aquella trágica época de Venezuela.
José Tomás Boves es un personaje que se presta a la leyenda por ser más malo que Guardajumo, célebre bandolero de la región de los llanos de Guárico, que pasó a ser en el lenguaje popular sinónimo de maldad y que pareciera haber tenido pacto con Mandinga. También debería serlo para la investigación histórica. Quién sabe si la historia hubiera sido diferente si se le hubiese alistado, como él deseaba, a la causa republicana y se le hubiese tratado con decencia. Todo termina con la muerte de Boves, de un lanzazo, en la sabana de Urica. Boves murió en la batalla de Urica, en 1814, y con él murió la Segunda República.
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