LA LETRA IRREVERENTE
DEL “CHINO” VALERA MORA
Hace setenta y ocho años, este30 de septiembre, vino al mundo el
reconocido poeta revolucionario venezolano Víctor Valera
Mora (1938-1984), uno de los más singulares
y desenfadados que haya producido
la lengua.
Mejor conocido como El
Chino Valera Mora, su obra, poco celebrada fuera de su país, es no obstante una
de las referencias más reveladoras de los rumbos que tomó la poesía, escrita en
español, durante los furiosos años sesenta
Víctor Varela Mora nació
en Valera, aldea de luz y calina, cometas y montañas. Sabemos que su padre fue
un obrero que murió de tuberculosis y su madre una campesina y que estudió el
bachillerato en un municipio de los llanos de Guárico, San Juan de los Morros,
donde conoció a otros poetas de las pampas como Ángel Eduardo Acevedo o Argenis
Rodríguez con quienes aprendería a entender la poesía como canto y cuento, así
quería Antonio Machado, mientras escuchaba a los improvisadores y leía, en trances
iluminatorios, la poesía china.
De los llanos fue a
Caracas para estudiar en la Universidad Central, sociología. Miembro del
Partido Comunista fue puesto en prisión durante las manifestaciones contra la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez , a finales de 1957.
Venezuela vive entonces
una época (1959-1964) de levantamientos militares y de estudiantes y políticos
contra el régimen de Rómulo Betancourt, quien toma partido por el gobierno
norteamericano frente a las novedades y expectativas del recién inaugurado
castrismo cubano.
Junto a Luis Camilo
Guevara, Mario Abreu, Pepe Barroeta y Caupolicán Ovalles, el “Chino” despliega
una enorme actividad cultural y crea la mítica Pandilla de Lautréamont, en
aquella Sabana Grande que albergaba en sus templos etílicos entre salsa y rock & roll, a un puñado de
ilusos, pertenecientes a una imaginaria “República del Este” que sería
derrotada por los ríos de un petróleo corruptor y perverso.
“La canción del soldado
justo” (1961), su primer libro, es un vademécum y proclama de las esperanzas y
los sueños revolucionarios de la hora. Es la lucha de clases la que nos salvará
de las garras de los grandes monopolios, pero ya es evidente que el tono de su
canto no será panfletario sino lírico, una suerte de soliloquio o dialogo con
un consigo mismo.
A la derrota de los
poderes iremos, como será en toda su obra, de la mano del amor. Un amor que se
expresa haciendo del yo del cantor la imagen misma de la historia, de la lucha
contra la opresión y el desamparo, imaginando sus palabras como catapultas
contra las acciones del régimen combatido, acusado por el poeta de llevar el
país a la catástrofe.
“Comienzo y creo en ti,
maravilloso país en movimiento” se lee en uno de los versos que componen su
primer libro “Canción del Soldado Justo”. Víctor “Chino” Valera Mora, plasmó
con su palabra el sentir y los sueños revolucionarios de una ardorosa causa
social, desde esa estirpe de amorosos luchadores a la que pertenece, junto a
sus autores predilectos: Maiakovski, Prévert, Neruda, entre otros.
Hoy se recuerdan aquellos
momentos finales en que el poeta andaba hablando “lenguas anónimas/con el
fantasma de una mujer interminable”. La poesía fue su campo de batalla
personal: “Valera Mora es el mejor exponente de ese período de esperanzas en la
lucha contra las opresiones sociales y la búsqueda de nuevos sentidos para la
vida” reseñan en el trabajo especial 70 años del Chino Valera Mora, publicado
en el portal Web Letralia.
“De todos los poetas contestatarios”, escribió
Manuel Bermúdez, “ha sido Víctor Valera Mora el que ha nutrido más a la
Revolución con su palabra, sin cobrarle un centavo, ni mucho menos vivir a
costa de ella”.
Su obra es todo un alegato
escrito con fuertes dosis de irónica explosión contra la retórica burguesa y
los aparatajes de la dominación. Esa poesía tan radical como enternecida, tan
llena de erotismo y de combate, “más peligrosa que un foco guerrillero”, fue
perseguida, temida y silenciada por décadas pero nunca hizo concesiones.
Los cambios políticos
impulsados hoy en el país le otorgan merecida relevancia al legado estético,
ético y político de este trujillano nacido en 1938. La Revolución Bolivariana
creó el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora. En mayo de 2006 la
irreverente poesía del “Chino” fue reconocida como Patrimonio Cultural de la
Nación por la Asamblea Nacional, publicando una antología de su Obra Poética
ese mismo año.
En el Parque “Andrés Eloy
Blanco”, en Puerto La Cruz, donde funciona la Universidad de Las Artes,
capítulo de Anzoátegui, se creó una galería de poetas, entre los que figura “El
Chino Valera Mora”.
“Canción del Soldado Justo”
(1961),” Amanecí de Bala” (1971), “70 poemas stalinistas” (1979), “Del ridículo
arte de componer poesía” (póstumo 1979 – 1984) son sus poemarios emblemáticos.
El autor falleció el 30 de abril de 1984, dejando la memoria de sus letras
abrazadas al amor y enfrentadas a las injusticias del capital.
Como los poetas que tanto
amó, Valera Mora fue un declarado enemigo de la pacatería, las morales
convencionales, los amigos del dinero público y de todos aquellos que venden su
conciencia mientras se cambian de ropa interior.
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