Rafael Arévalo González,
periodista mártir del civismo
Recordemos
a Rafael Arévalo González, quien nació el 13 de septiembre de
1866, en Río Chico, estado Miranda, y falleció en Caracas el 20 de abril de 1935, un periodista que se
enfrentó al dictador Juan Vicente Gómez desde “El Pregonero”, primer diario
venezolano impreso en rotativa y vendido en las calles en voces de pregón.
Allí
fue jefe de redacción y director. Desde sus páginas apoyó a un candidato civil
para enfrentar a Gómez en elecciones y le recogieron el tiraje, lo encarcelaron,
exiliaron al candidato y sólo se salvaron 50 ejemplares de la hoguera.
El humorista Job Pim
decía que además de periodista, el otro oficio de Rafael Arévalo González era
ser preso político. Pasó en total 27 años preso en 14 prisiones. Tenía una
maleta siempre lista que decía “Rafael Arévalo – La Rotunda”. Apoyó con fuerza
a la Generación del 28 y también lo encerraron por eso.
Encarcelado no vio nacer
ni morir al último de sus diez hijos. Un celador le dijo una vez: “allá va el
entierro de tu esposa” y así se enteró de su viudez.
Joaquín Crespo, Antonio Guzmán Blanco,
Raimundo Andueza Palacio, Juan Pablo Rojas Paúl, Ignacio Andrade, Cipriano
Castro y Juan Vicente Gómez son los presidentes venezolanos que definen el
acontecer político nacional en el tiempo de Rafael Arévalo González, quien, por
cierto, murió antes que Gómez.
Aquellos personajes se rodeaban de
corruptas y muchas veces incapaces camarillas, y poco había de encomiable en la
sucesión de períodos de gobierno en su época, poco que pueda ser causa de
orgullo para los venezolanos de hoy, aunque sí de preocupación al encontrar en
aquella Venezuela del cambio de siglo, conductas y procesos que no han sido
erradicados a estas alturas del siglo XXI.
Es ante ese cuadro que se desarrolla
la existencia de Rafael Arévalo González, es por ese contexto que el contraste
de su digno proceder se hace más agudo. Su atrevimiento estuvo siempre
acompañado de una astucia expositiva que dificultaba hacerle prisionero sin
desfachatez. En el tiempo del telégrafo, tan importante como la Internet de hoy
para las comunicaciones, Arévalo dominaba la tecnología y la gerencia del
invento. Era de inteligencia poco común.
Arévalo ha sido llamado ingenuo por
algunos; aseguran que lo fue al proponer en 1913 la candidatura presidencial de
Félix Montes, enfrentándola al apetito continuista de Juan Vicente Gómez. La
lectura de su artículo en “El Pregonero” no encuentra en él ingenuidad alguna;
es la brutalidad implacable de Gómez el origen de una reclusión de ocho años
para el franco periodista y ciudadano que sufriría otras trece prisiones, para
un total de veintisiete años de encierro, el cuarenta por ciento de su vida.
Fue la suya una vida valiente, pues no
entraba inconsciente en el peligro. Tenía los pies firmemente plantados sobre
una tierra peligrosa, y siempre supo a qué represalias se exponía con su
comportamiento. Es la humanidad entera, no sólo la sociedad venezolana, la que
debe agradecer y atesorar la trayectoria ejemplar de Rafael Arévalo González
“Las Memorias de Arévalo González” fueron
publicadas por primera vez en el año de 1977 y representan un gran aporte para
el conocimiento de la época de nuestra historia comprendida entre 1888 a 1913.
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