viernes, 8 de diciembre de 2017

El 9 de Diciembre de 1824, tuvo lugar la histórica y decisiva victoria de Antonio José de Sucre en Ayacucho

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Conocido como el Gran Mariscal de Ayacucho, Antonio José Francisco de Sucre y Alcalá es considerado como el militar más completo de los próceres de la independencia
El 27 de diciembre de 1824 el General de División Antonio José de Sucre recibe el título de Gran Mariscal de Ayacucho, concedido por el Congreso de Perú por su victoria en la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de ese mismo año. Esta batalla fue determinante para la Guerra de Independencia de América del Sur.
Ayacucho fue la última batalla por la Independencia. Antonio José de Sucre, con 6.000 soldados, se enfrenta y vence al virrey La Serna, quien guía 9.320 hombres, en el campo inmortal de Ayacucho, que en lengua quechua quiere decir Rincón de los Muertos. Poco antes, Bolívar le había escrito- «Expóngase usted, general, a todas las contingencias de una batalla antes que a los peligros de una retirada». J.A. Cova dice que la Batalla de Ayacucho «no es solamente una épica acción de armas en cuanto a técnica y pericia militar.Con la derrota en esta batalla, concluye la presencia española en la América continental.


Es más: la creación de un gran artista, de un supremo artífice que ha vivido soñando con su obra maestra y finalmente la ve realizada con todos los contornos de la obra perfecta. En Ayacucho nada faltó para dar majestad y carácter a la suprema concepción de Sucre». Con Ayacucho se dio libertad al Perú y también al Alto Perú, que después se llamó Bolivia. Asistieron a Sucre oficiales de la talla de Jacinto Lara, La Mar, Córdova, Miller, José Laurencio Silva. Sucre ofreció a los vencidos una capitulación tan gloriosa como la misma batalla, por estimar que «es digno de la generosidad americana conceder algunos honores a soldados que han permanecido y vencido catorce años en el Perú.» La jornada de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, terminó en el Sur la guerra de independencia que comenzó en el Norte con la batalla de Lexington el 19 de abril de 1775.
El continente americano, de polo á polo, iba á ser libre. Tenían los realistas 9.320 hombres disponibles de todas armas y once piezas de artillería. Sucre sólo contaba con 6.000 hombres de infantería y caballería, y una sola pieza de artillería. ¿Hay alguien que crea que nuestras fuerzas eran desiguales? No; que allí estaba Córdova, y Silva y Luque, y Lara, y Lamar, y sobre todo Sucre, que valía un ejército.
¡Día de gloria y de esplendor en los anales de nuestra libertad! ¡Día de bendición, en que lució la suave aurora del contento y de la más magnífica esperanza! En él, una batalla brillante, la más mágica de la historia, fijó para siempre el destino de nuestro suelo, y los españoles abandonaron esta tierra codiciada, cuyas riquezas fueron origen de tanta ruinas!. La obra estupenda que se inició el 19 de abril de 1810 quedó allí terminada. ¡Dióse el grito en Caracas de independencia, y al cabo de catorce años de lucha sin ejemplo, un venezolano digno amigo y alumno de Bolívar, selló con un prodigio en el Perú, la empresa el designio de nuestra emancipación... ! 
Liberación de Perú
Para Bolívar, el poder español asentado en Perú era el principal obstáculo para la emancipación de América del Sur. En 1823 envió a Sucre a Lima, capital, para iniciar los preparativos de la campaña de Perú.
Sucre acompañó a Bolívar en la victoriosa batalla de Junín, del 6 de agosto de 1824 y, al frente del Ejército patriota en ausencia de Bolívar, venció al virrey José de La Serna en la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, en la que brilló por sus extraordinarios dotes de estratega.
                                                  Capitulación de Ayacucho Considerada la más importante de la guerra de emancipación de Suramérica, la Batalla de Ayacucho significó la definitiva liberación de Perú y el fin del dominio español en el continente. Por su arrojo, valentía y sabiduría militar, el Parlamento peruano nombró a Sucre general en jefe de los ejércitos y le otorgó el título de Gran Mariscal de Ayacucho como reconocimiento a su labor independentista.
“Disposición perfecta, ejecución divina y maniobras hábiles y prontas” fue la caracterización que hizo el Libertador al conocer el diseño y los resultados de la batalla de Ayacucho, desarrollada por el General Sucre.

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