LA HALLACA REPRESENTA
EL
MESTIZAJE DE LA COLONIZACION
El término “hallaca” proviene de una degeneración de un
vocablo indígena. Hay quienes relacionan la hallaca
con el ayacá de las lenguas tupí-guaraní, que significa bulto, lío y
últimamente cesta en el idioma guaraní suroccidental.
Si bien no se sabe a ciencia cierta de cuál palabra
proviene el nombre de este exquisito plato criollo, lo cierto es que entró en el Diccionario de la Real Academia
Española escrito con LL. Algunas personas se quejaron de esta forma
ortográfica, pues en sus costumbres estaba escribir este nombre con Y. Tras una
apelación, se permite escribir haLLaca o haYaca.
En Venezuela es uno de los platos
nacionales, guardando cierta semejanza en forma y preparación con los tamales
de otros países americanos, y en Venezuela se lleva a cabo la preparación de
este plato navideño siempre en familia, llegando a ser utilizado como una
excusa para celebrar y compartir entre amigos y familiares.
El origen de
este manjar se remonta a los años de la
colonización por parte de España, siglo XV y siglo XVI, atribuyéndose en forma
legendaria su invención a los esclavos y sirvientes indígenas, quienes recogían
los restos de las preparaciones de sus opresores para armar un plato
heterogéneo que les sirviese de alimento extra a sus comidas habituales.Más probable es que este mismo plato típico de Venezuela provino de los esfuerzos que tomaron los españoles en “mejorar” el tamal, entre otros platos precolombinos, expandiendo los ingredientes que componían el relleno. Tales esfuerzos representaron una adaptación colonial al paladar europeo del español en América.
De hecho en varios estados del occidente Venezolano (en Zulia, Falcón y Lara), era poco común escuchar el término “tamar” o “tamare” usado en referencia a lo que se pudiera denominar en habla venezolana “bollo,” un plato venezolano muy parecido al tamal mexicano.
Existe también una tradición que indica que cuando se estaba construyendo el “Camino de los españoles” (vía que comunicaba el Puerto de La Guaira con Caracas), por parte de los indios, principalmente, estos consumían generalmente unos “bollos” o tamales, básicamente de puro maíz, y ahora es sabido que el consumo de solo maíz, produce una enfermedad por avitaminosis, que se llama pelagra, y producía esa y otras enfermedades en dicha población. Por esa causa, se les pidió a las familias caraqueñas que donaran sus sobrantes de las comidas para que los indios los pusieran en sus “bollos”, como lo hacían con sus esclavos y siervos.
Cuenta la tradición que en unas Navidades, que los criollos acostumbraban a celebrar con gran pompa y comilonas de todo tipo, el obispo de Caracas enfurecido por estas costumbres, les exhortó a comer como los indios que trabajaban en el “Camino de los Españoles”, con hallacas o bollos o tamales rellenos de sobras.
Por supuesto, esos criollos temerosos de Dios así lo adoptaron, pero con sus propias recetas de la hallaca, cada cual más gustosa. La hallaca constituye un ejemplo interesante de las consecuencias del mestizaje y sus manifestaciones de carácter universal, tal como lo dijo Arturo Uslar Pietri: “…es como un compendio ejemplar del proceso de mestizaje. En ella están: la pasa y la aceituna de romanos y griegos, la alcaparra y la almendra de los árabes, la carne del ganado de los capitanes pobladores de Castilla, el maíz y la hoja del bananero de los indios”.
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