Una tragedia que no se olvida
A 18 años del deslave
ocurrido en el estado Vargas en 1999, hoy recordamos la peor tragedia
que nuestro país ha vivido a lo largo de estos últimos años.
Las
fuertes lluvias que afectaron varias regiones de Venezuela durante las
primeras semanas de 1999 originaron el peor desastre natural del
país. Según cifras del Ministerio de Salud, esta tragedia afectó
directamente al 25% de los venezolanos que para ese entonces, habitaban
en el Litoral Central.
Este desastre dejó un elevado costo humano y psicológico que la población de Vargas y estados vecinos tuvieron que afrontar.
Corría el día 15 de diciembre y el país se encontraba en medio de las elecciones para decidir una nueva Constitución. Los
medios de comunicación empezaron a reportar el desastre conforme a lo
que fuese ocurriendo. Diferentes deslaves en varios lugares destruyeron
cientos de casas, edificios y vehículos, incomunicando a miles de
venezolanos.
Una vez que el clima lo permitió, comenzó el
proceso de rescate de sobrevivientes por tierra y mar. Cientos de
personas embarcaron en fragatas militares y otras miles fueron
transportadas en helicópteros, muchos de ellos privados. La angustia se
hizo sentir a medida de que transcurrían las horas, ante la
imposibilidad de conseguir alimentos y agua potable.
Varios
días fueron necesarios para ejecutar las labores de rescate de las
víctimas. En ese momento de tragedia nacional, Venezuela se transformó
en un país unido y sumado en acciones desde todos los estratos sociales,
instituciones públicas y privadas prestaron toda la ayuda posible.
15 de diciembre
El día
15 es recordado como “El día que la montaña avanzó hasta el mar”, las
fuertes precipitaciones de los últimos días dan origen a extensos
deslaves y derrumbes en las laderas montañosas de la Serranía del Ávila
que vienen a ocasionar crecidas inmensas y violentas del caudal de los
ríos, cuyo caudal es normalmente pequeño dada la escasa longitud que
tienen. Por la gran pendiente de sus cuencas, comienzan a arrastrar gran
cantidad de sedimentos, volúmenes inmensos de agua y rocas enormes de
hasta 9 metros de diámetro (el tamaño de un autobús) alcanzando
velocidades de hasta 60 km/h o más y profundidades de hasta 9 metros,
todo lo cual viene a causar grandes desbordamientos y destrucción en las
poblaciones que se ubican en los conos de deyección formados en la
costa norte de Venezuela por dichos ríos. Como es lógico, las
poblaciones se ubicaron desde la época colonial en esos conos de
deyección, que son las áreas con menores pendientes en la zona. Pero
precisamente por este hecho, la destrucción se incrementa al irse
acumulando todos los materiales acarreados por los ríos al perder
velocidad sus aguas.El país, en medio de elecciones, desconoce con certeza la situación de los estados afectados, los medios de comunicación empiezan a reportar el evento.
El estado Vargas exhibe aún muchas de sus heridas, pero sin embargo, continúa siendo una de las zonas turísticas por excelencia del Litoral Central. Hoy a 16 años después de aquellos fatídicos días, elevemos nuestras oraciones por aquellas personas que perdieron la vida en diciembre del año 1999.
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