viernes, 18 de noviembre de 2016

ASESINATO DE DANILO ANDERSON CANGREJO DE ORO DE LA V REPUBLICA

ASESINATO DE DANILO ANDERSON
CANGREJO DE ORO DE LA V REPUBLICA
El 18 de noviembre de 2004, fue asesinado el fiscal Danilo Anderson quien adelantaba investigaciones vinculadas a los sucesos del golpe de Estado de abril de 2002 y el paro petrolero producido ese mismo año. Por el crimen se habría pagado más de medio millón de dólares a los ejecutores.
El fiscal murió al estallar un explosivo C4, colocado debajo del asiento del conductor de su camioneta Toyota Autana, el cual fue activado vía teléfono celular. Por la acción fueron detenidos los hermanos Otoniel y Rolando Guevara a quienes se acusó de ser los autores materiales. Pagan una condena de 27 años  y nueve meses de prisión.
Quince días antes del atentado había librado citaciones contra el ex alcalde mayor Alfredo Peña, el secretario de seguridad Henry Vivas y el director de la Policía Metropolitana Lázaro Forero. Anteriormente había sido designado como encargado del caso de la masacre de Altamira en diciembre de 2002. Además El fiscal cuarto en materia ambiental del Ministerio Público fue el primer funcionario en abrir un caso por delitos ambientales suscitados en Caracas.
Anderson nació en Caracas y terminó la carrera de Derecho en la Universidad Central de Venezuela en 1995. Se especializó en criminología y leyes ambientales. Trabajó para varios bufetes de abogados y fue fiscal tributario entre 1993 y 2000.
La muerte del fiscal Anderson conmocionó al país, primero por la forma de asesinarlo y luego por cómo fue manejado el caso hasta mitigarlo de manera sospechosa. Los autores intelectuales aún no han sido develados y tal vez nunca se sepa en realidad cómo y de qué forma planearon el más vil de los asesinatos hechos a un funcionario público del país. Hay muchos cabos sueltos, dudas que nadie ha sabido responderle ni al pueblo ni a los familiares de Danilo Anderson.
En la actualidad hay órdenes de capturas activas, y alerta roja en la Policía Internacional, contra Johan Peña, Pedro Lander y Patricia Poleo, por presuntamente estar involucrados como autores intelectuales.
Venezuela no emuló nunca una cultura bélica o de violencia extrema, por lo que la muerte del fiscal, utilizando C4 en el mismo vehículo de la víctima representó un gran impacto por haber simbolizado un acto de rabia y venganza que generó en la conciencia colectiva un miedo generalizado y se creyó que era el primero de muchos que caerían de esa manera.

Hoy, después de doce años, la opinión pública vive con el mismo temor, puesto que las muertes posteriores de Eliécer Otaiza y Robert Serra hacen creer que la violencia selectiva y programada tiene fuertes vinculaciones con el paramilitarismo colombiano.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario