Preámbulo de la Revolución Bolivariana
REBELION DEL 27N DE 1992 MARCO
EL DERRUMBE DE LA IV REPUBLICA
En la madrugada del 27 de noviembre de 1992 se produjo en
Venezuela una Rebelión Cívico-Militar, liderada por un grupo comprometido con
organizaciones revolucionarias, hecho que evidenció la crisis institucional que
vivía el país, en el deteriorado gobierno
presidido por Carlos Andrés Pérez.
A diferencia del alzamiento anterior, del 4F, éste fue llevado a cabo por un grupo
cívico-militar, integrado por altos oficiales de las 4 ramas de las Fuerzas
Armadas, civiles pertenecientes a organizaciones revolucionarias y grupos
opositores al gobierno de turno.
La rebelión cívico-militar del 27 de noviembre de
1992 marcó la ruptura con la opresora y saqueadora Cuarta República, el imperio
estadounidense y el Fondo Monetario Internacional.
Fue
una Rebelión cívico-militar encuadrada en el mismo espíritu de la que se
produjo el 4 de febrero de1992, es decir, con la rebelión de finales de
noviembre se pretendía continuar lo iniciado por el Movimiento del 4-F de ese
mismo año, encabezado por Hugo Chávez Frías. Los enfrentamientos entre rebeldes
y las fuerzas del Gobierno se registraron en Caracas, Miranda, Aragua y
Carabobo.
Los contralmirantes Hernán Grüber Odremán y Luís Enrique Cabrera
Aguirre; el general de Brigada de la Fuerza Aérea Francisco Visconti Osorio, el coronel del Ejército Iginio Castro, y el Mayor de la Guardia Nacional Carlos Salima Colina, planificaron el Movimiento
Insurgente, en el cual participaron también miembros de organizaciones
políticas revolucionarias. Por el sector civil
estuvieron involucradas las organizaciones Bandera Roja y Tercer Camino, así
como individualidades pertenecientes a las agrupaciones Frente Patriótico y
críticos del gobierno organizados, de elevadas posiciones.
La insurrección fue controlada por el gobierno el
mismo día 27, provocando la rendición de los involucrados y la huída y posterior asilo en Perú de cerca de un
centenar de los mismos.
En términos generales, en el fondo de los
acontecimientos del 27 de noviembre se encontraba una grave crisis de dos
instituciones que a partir del 23 de enero de 1958 se convirtieron en
importantes garantes de la estabilidad de la democracia venezolana: los
partidos políticos y las Fuerzas Armadas.
En cuanto a los primeros, tenemos que a partir de
fines de los años 80 se fue produciendo el desprestigio de la institución
partidista en general, lo cual al confundirse democracia y régimen de partidos,
condujo a un rechazo general de la democracia y de la política. Por otra parte,
el bipartidismo que se instauró a partir de 1958 con el Pacto de Punto
Fijo, también
comenzó a ser cuestionado por su marcado control del poder.
En tal sentido, a raíz de los sucesos de
noviembre de 1992, los dos principales actores del Pacto de Punto Fijo, Acción
Democrática y Copei, experimentaron dificultades institucionales. Muestra de la
crisis experimentada por AD, fue la expulsión de una de sus principales figuras
Carlos Andrés Pérez y su derrota en las elecciones de 1993.
Con relación a la otra institución garante de la
estabilidad del sistema democrático a partir de 1958, las Fuerzas Armadas, con
los alzamientos militares de 1992 quedó demostrado que la institución armada, había
dejado de ser aquel elemento monolítico que a partir de 1958 funcionó como
agente estabilizador del sistema democrático. Hecho que se constató con la derrota en los años 60's de los
alzamientos militares izquierdistas conocidos como el "porteñazo" y
el "carupanazo", lo que en su momento reforzó el papel institucional
del Ejército venezolano y su unidad.
En este sentido, una de las consecuencias
inmediatas del 4 de febrero fue la sensación generalizada de cierta
intranquilidad en el seno del ejército, lo que posteriormente se puso en
evidencia el 27 de noviembre cuando estalló una nueva insurrección militar. Tras la aplicación del
paquete de medidas económicas, ordenado por el Fondo Monetario Internacional se
generó caos y pobreza, lo que dio origen a la Rebelión del 27-N.
Hay que recordar que los dos alzamientos realizados en 1992,
surgieron luego de la masacre cometida por el Estado, con Carlos Andrés Pérez
al frente, contra la población civil en el denominado Caracazo de 1989.
Tras
la asonada del 27-N comenzó el derrumbe del sistema bipartidista que imperó en
Venezuela durante 40 años, y a su vez el inicio de cambios que se llevan hoy en
el país con el proceso revolucionario.
A 26 años de la rebelión
cívico militar del 27 de noviembre de 1992 (27-N), le rendimos especial tributo
y reconocimiento a todos los venezolanos, civiles y militares, que ofrendaron
su vida en el intento de sacar al país de ese abismo en que lo habían sumido
mafias político-partidistas desde hacía más de 40 años.
Mafias
que han tratado de regresar con toda su carga de atraso e infelicidad para la
población venezolana, con groseros beneficios para unos pocos, migajas a otros
y el empobrecimiento de las mayorías.
El 27-N fue muy difícil
y doloroso, significó sacrificios, entereza y valentía para todos quienes
tuvieron la necesidad de protagonizarlo; pero una de sus virtudes fue el haber
dado el puntillazo final al régimen imperante, preparando el terreno para esta causa que hoy tenemos en desarrollo, a
pesar del intento sostenido con ayuda extranjera para descalificar la
Revolución Bolivariana y sus innegables logros en materia de Educación, Salud,
Vivienda, Alimentación, Empleo y Seguridad Social.
Tres
rebeliones, estremecedoras de la sociedad venezolana, han sacudido a nuestra
Nación en los últimos 25 años. La rebelión civil del 27 de febrero de 1989,”El
Caracazo”, la rebelión militar de los comandantes del 4 de febrero de 1992 y,
nueve meses después, la rebelión cívico militar del 27 de noviembre.
Cada
una de estas tres rebeliones tiene sus particularidades, sus propias
características, pero con un sólo objetivo, la lucha en contra del oprobio
político y de la injusticia que los jerarcas de ese entonces aplicaron a la
Nación venezolana para satisfacer sus insaciables ambiciones personales y
grupales.
Tratar
de explicar los orígenes de los cambios que ha intentado nuestra sociedad
venezolana en los últimos tiempos, excluyendo a cualquiera de estas rebeliones,
denota una supina ignorancia o una burda manipulación de la historia. En todo
caso, esta omisión se muestra evidentemente irrespetuosa en contra de las
víctimas que en estos acontecimientos ofrendaron sus vidas.
La
amenaza del oposicionismo se cierne sobre el futuro de Venezuela como una plaga
que quiere regresar, pero nuestra defensa está en una verdadera rectificación;
aceptemos que muchos errores hemos cometido durante el desarrollo de este
proceso revolucionario, cuyos objetivos orientan hacia la sensibilización
humana y el bienestar de nuestra población.
Sí, reconozcamos con
valentía y rectifiquemos lo que requiera rectificación; asimismo, reafirmemos
con inteligencia, con serenidad y mucha honestidad, toda esa legión de logros y
acciones positivas que han caracterizado al proceso revolucionario en beneficio
de nuestra Nación, con énfasis en los sectores más desposeídos pero sin olvidar
que todas las clases sociales son pueblo y requieren la efectiva atención del
Estado.
Enseñemos primero a
nuestro pueblo a ejercer positivamente el poder, porque “Imprescindible es
educar a nuestro pueblo para que luche por el progreso individual y colectivo.
No podemos permitir que la marginalidad avance inexorablemente y nos arrope
como una ola implacable que ensombrece nuestro bienestar de hoy y arruina el
futuro de nuestros herederos.”
Si acertamos en esta
titánica tarea, podremos enfrentar con éxito el cúmulo de elecciones que
nuestra nueva y oxigenada democracia nos impone.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario