Las
bondades de la IV República
HACE 50
AÑOS JOSE VICENTE RANGEL
DENUNCIO
TORTURAS A PRESOS POLITICOS
El 15 de
noviembre de 1966, tal día como hoy, el diputado José Vicente Rangel insistió
en denunciar en la Cámara de Diputados la aplicación de torturas en los campos
de prisiones y en las dependencias de la Dirección General de Policía
(Digepol).
Es
sumamente importante conocer y reconocer los hechos históricos y sus nefastas
consecuencias políticas aplicadas por los gobiernos durante la IV República, a
los revolucionarios, luchadores sociales, quienes ofrendaron la vida en pro de
un país liberado de la opresión burguesa, capitalista, contra el pueblo
bolivariano.
Cuántos
compatriotas, forjadores de libertad, trabajadores, campesinos, estudiantes,
fueron torturados, desaparecidos, masacrados en distintos escenarios de lucha
contra la injusticia, contra las políticas hambreadoras de las clases
dominantes contra el pueblo marginado, oprimido.
Entre los
torturados en esta oportunidad se encontraban Rafael Guerra Ramos, César Pavel
Rondón Daza, Iván Hernández, Anselmo Natale, Julio César Valery, Héctor Jiménez
y Demetrio Jiménez. Una de las torturas que se aplicaban en los campamentos de
prisioneros en El Tocuyo (Lara) y La Pica (Monagas) era la llamada “garrocha
eléctrica”, que consiste en un artefacto usado para levantar el ganado cuando
es trasportado en camiones.
La
Digepol y el Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA) aplicaban
la “garrocha eléctrica” en los testículos y otras partes del cuerpo de las
víctimas. También se aplicaba la tortura llamada “el submarino”, que consiste
en introducir la cabeza del prisionero en agua hasta casi ahogarlo.
Los
gobiernos del puntofijismo violaron flagrantemente la Constitución de 1961
que rezaba textualmente: “Art.
60, ordinal 3º: Nadie podrá ser incomunicado ni sometido a tortura o a otros
procedimientos que causen sufrimiento físico o moral. Es punible todo atropello
físico o moral inferido a persona sometida a restricciones de su libertad”.
Los gobiernos “democráticos” desde 1958 hasta 1998 utilizaron siempre y de manera sistemática la
tortura contra los presos comunes — generalmente de baja extracción social—,
y de manera aberrante contra los presos
políticos, esto último sobre todo durante los años 60, cuando los gobiernos de
turno debieron enfrentar la arremetida guerrillera de partidos y grupos
políticos de extrema izquierda.
Aunque se tratase de la defensa necesaria de los gobiernos
enfrentados a una vigorosa lucha armada, los medios utilizados, sobre todo el
maltrato y la tortura de los presos políticos, a veces hasta la muerte, alcanzó
límites inauditos de abuso y vesania.
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