lunes, 28 de noviembre de 2016

En el primer gobierno de Rafael Caldera “EL ROBO DEL SIGLO XX” EN VENEZUELA FUE EN LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA



En el primer gobierno de Rafael Caldera
“EL ROBO DEL SIGLO XX”  EN VENEZUELA
FUE EN LA PRESIDENCIA DE LA REPUBLICA
El 28 noviembre de 1970, se produjo un cuantioso robo en el Palacio Blanco, frente a la residencia oficial del presidente de la república, en Miraflores, lo que provocó el consiguiente escándalo que la prensa nacional e internacional se ocupó de magnificar llamándolo “El Robo del Siglo”.
El Poder Ejecutivo venezolano tiene su sede en un conjunto arquitectónico compuesto por tres edificaciones: El Palacio de Miraflores, el Palacio Blanco y el cuartel de la Guardia de Honor. El primero de ellos comenzó a erigirse en 1884 por órdenes del presidente Joaquín Crespo quien realmente lo concibió como residencia privada para él y su familia.
A la muerte de Crespo, su viuda “Misia” Jacinta Parejo vivía asediada por las deudas y cuando ocurrió el terremoto de octubre de 1900, le alquiló el palacio al general Cipriano Castro quien se convirtió en el primer presidente en habitarlo, siendo la Asamblea Nacional Constituyente de 1901 la encargada de aprobar su compra para convertirlo en mansión presidencial.
Con el ascenso al poder del general Marcos Pérez Jiménez a mediados del siglo XX y su política del Nuevo Ideal Nacional se decidió la construcción de dos edificaciones: una destinada a la Secretaría de la Presidencia y otra para albergar a la Guardia de Honor, ambos edificios se construyeron en el solar ubicado frente al viejo palacio de Miraflores bajo la dirección del prestigioso arquitecto Luis Malaussena quien los culminó en 1956.
Catorce años después el edificio de la Secretaría de la Presidencia, mejor conocido como el Palacio Blanco sería el sitio donde se llevó a cabo lo que la prensa llamó “El Robo del Siglo”.
Lo que había ocurrido aquel fin de semana no podía sino ser calificado de sorprendente. Al parecer un grupo de personas había logrado introducirse al fuertemente custodiado Palacio Blanco y con la ayuda de una soga descendieron desde el segundo piso hasta la ventana de la oficina 112 en el primero, donde se ubicaba la caja fuerte en la que los encargados de la sección de administración guardaban el dinero para el pago de la nómina.
Una vez allí procedieron a violentar la caja con ayuda de sopletes, mandarrias, seguetas y un taladro eléctrico. Al picar las láminas de acero sacaron los sobres que contenían la paga de los empleados y de manera meticulosa los fueron vaciando uno a uno. Al terminar abandonaron las herramientas y salieron del sitio tan misteriosamente como habían llegado.
Todo esto sucedió a menos de 100 metros del despacho de la Presidencia de la República y a 50 metros del edificio sede del Batallón de la Guardia de Honor, como dato curioso el único dinero que no se llevaron los ladrones fue el que correspondía a la paga del Presidente. El monto robado ascendía a 650.000 bolívares, cantidad considerable si tomamos en cuenta que para 1970 la media de ingresos mensuales para un empleado era de 141 Bs. La prensa no tardó en calificar el hecho como el Robo del Siglo, debido al sitio y el contexto político en el que fue llevado a cabo.
El periodista Freddy Muzzioti, Jefe de Prensa de Miraflores, leyó un comunicado oficial en el que se anunciaba el inicio de una investigación para identificar a los autores del robo así como una auditoria para establecer el monto total de lo sustraído. A cargo de la investigación quedaban los comisarios Fermín Mármol León, Jefe de la División de Investigación de la antigua Policía Técnica Judicial ( PTJ), y Armando Velásquez, Jefe de la División de Delitos contra la Propiedad quienes de inmediato pusieron manos a la obra y se impidió el acceso a la prensa con la excusa de que era necesario impedir que proliferaran versiones infundadas en torno al caso.
Según las primeras declaraciones del comisario Mármol León se trataba de un hurto con fractura, los ladrones de alguna manera habían logrado colarse al edificio y con ayuda de diversas equipos violentaron la caja, se estimaba que debían ser por lo menos cuatro sujetos con conocimientos de herrería y cerrajería, igualmente calculaban que el trabajo debió haberles tomado cuatro horas y media.
Ante la pregunta de cómo aquella gente había logrado estar allí por tanto tiempo y haciendo tanto ruido sin que nadie de la seguridad se percatara, el comisario aventuró la hipótesis de que aprovechando que en las cercanías se estaban realizando trabajos de reparación de aceras, los ladrones sincronizaban el ruido de sus herramientas con el de los obreros que estaban en la avenida. Nadie quedó muy convencido con esto.
Ese mismo día se dio a conocer que el presidente Rafael Caldera estaba hondamente preocupado y que ordenó una minuciosa investigación con un castigo implacable a los responsables del hecho.
El 2 de diciembre fuentes de la Policía Técnica Judicial revelaron que la hipótesis que cobraba mayor fuerza era la de que el robo pudiera tener una motivación política, esto se basaba en varias cosas: Por un lado el gobierno de Caldera que tenía poco tiempo de estar en funciones había tomado como principal bandera la lucha contra la inseguridad para lo cual había implementado un Plan al que llamaron Operación Vanguardia, este dispositivo había sido duramente criticado por los sectores de oposición y los organismos de defensa de los derechos humanos pues desde que se inició muchos presuntos delincuentes habían sido asesinados, algunos llegaron a decir que se trataba de la implementación de la pena de muerte por vía de facto.
Otros sectores felicitaban al gobierno por el éxito del plan, ante esto y según la hipótesis, altos dirigentes de un importante partido opositor ( AD) aprovechando que mucho de sus militantes continuaban trabajando en Miraflores pues no podían ser despedidos al estar protegida su estabilidad por la Ley de Carrera Administrativa le ordenaron a estos efectuar el robo como una manera de impactar negativamente en la opinión pública.
Al mismo tiempo de formularse esa hipótesis varios funcionarios de alto rango, entre ellos el ministro de Justicia, el director de la Oficina Central de Información y el director de la PTJ aseguraban de manera optimista que el caso estaba casi resuelto y en sólo cuestión de horas los maleantes serían capturados, pero tendrían que pasar varios meses para que se supiera que había pasado.

No fue sino hasta febrero de 1971 cuando la opinión pública pudo conocer el desenlace. En realidad fueron 4 personas que terminaron sindicadas del hecho, tres eran guardias civiles del palacio y el cuarto un extraño, que fue el encargado de llevar las herramientas para efectuar el trabajo de simulación. Dos de los detenidos respondían a los nombres de Teófilo Torres y Miguel Ángel Ramos. Una huella dactilar conseguida en la caja fuerte violentada llevó a la detención de estos funcionarios que resultaron incriminados al conseguírseles parte del dinero, además de tener en algunas de sus pertenencias rastros de metal y pintura provenientes de la caja de seguridad

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