América para los “Norte-americanos”
LA DOCTRINA MONROE PROPICIA EL
EXPANSIONISMO ESTADOUNIDENSE
El 2 de Diciembre de 1823, el
Presidente de los Estados Unidos, James Monroe, anunció que no permitiría
intervención europea en América. Nacía la “doctrina Monroe” América para los
americanos, es decir para ellos, los únicos que se consideraban americanos.
Gracias a la declaración de Monroe, Estados Unidos daba el gran paso al
declarar que Europa no debía interferir en los asuntos de América. Y la idea de
Monroe de lo que constituía los asuntos americanos de todo el hemisferio
occidental era realmente expansiva.
La “Doctrina Monroe” es sin duda uno de los grandes temas de la
historia de las Relaciones Internacionales del continente americano.
Originalmente formó parte del mensaje anual del presidente norteamericano James
Monroe al Congreso de los Estados Unidos. El mensaje contenido en el discurso
señaló ideas que ya estaban establecidas en la política exterior de los Estados
Unidos. Sin embargo, esta declaración hecha por el entonces presidente Monroe
no fue tenida en cuenta durante muchos años.
Recién en las últimas décadas de ese siglo esta nación se ubicó como
una de las mayores potencias mundiales. De este modo, la declaración del
entonces presidente fue tenida en cuenta, convirtiéndose en lo que hoy
conocemos con el nombre de “La Doctrina Monroe” y haciendo de ésta la piedra
angular de lo que es hoy la política exterior norteamericana.
Para entender más claramente la arbitraria aplicación de esta doctrina
durante las últimas décadas del siglo XIX y su posterior aplicación hasta
nuestros días es necesario echar un vistazo al contexto histórico.
Desde el principio, Estados Unidos, tenía muy claro su propósito: el
expansionismo en América. Desde finales del siglo XVIII ya había firmado varios
tratados para fijar límites con Canadá y comprar el territorio de Louisiana a
Francia, reclamando por otra parte los territorios de Florida y Texas. La
doctrina Monroe fue aplicada por primera vez en Texas, puesto que era para los
Estados Unidos un riesgo el tener tan cerca una región independiente, que
podría unirse a cualquier potencia, convirtiéndose en un gran peligro.
Es así como los Estados Unidos se convierte en una especie de poder
absolutista dentro de América, dando la espalda al viejo continente y
otorgándose la autoridad moral para expandirse a la fuerza y convertirse en una
potencia mundial, primero al conquistar el Oeste y la guerra contra los indios,
luego contra México y Texas. No consideraban su expansionismo como política
exterior sino que lo hacían con la conciencia tranquila, es decir que la
política exterior de los Estados Unidos consistiría en no tener política
exterior.
Así llegamos al día de hoy, en que los Estados Unidos son la gran
potencia mundial, enfrentados en la Segunda Guerra Mundial al eje
Roma-Berlín-Tokio, en la que permitieron el ataque a Perl Harbour para ingresar
al conflicto, pese a su Gran Doctrina de no intervención en asuntos europeos,
hasta poner fin a la guerra en el momento de lanzar la bomba atómica sobre
Hiroshima y Nagasaki, sin ningún tipo de remordimiento, enfrentándose a otra
potencia durante la época de la guerra fría: la Unión Soviética.
Su escalada de dominio se afianzó con la creación de entidades de
alcance internacional como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco
Mundial (BM), puesto que ya no solo era un dominio regional, sino que creció y
se extendió a hasta llegar a cualquier país que pudiera representar intereses
reales o potenciales, bajo la dominación económica del Gigante del Norte. Se
crearon organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) cuya sede
se encuentra curiosamente en el corazón del dominio político y militar
norteamericano, en el corazón de Washington D.C.
Intervinieron en Vietnam y en Cuba con la invasión a la bahía de
Cochinos, de las que no salieron bien librados. Luego Grenada, Kuwait-Irak y la
Guerra del Golfo en la década de los 90, con las consecuencias que todos conocemos
y por los intereses que todos conocemos, el petróleo. En el año 2001 un hecho
que para muchos es más un auto-atentado que un atentado por parte del mundo
Árabe, en el que murieron miles de personas, hecho que dio pie a muchas
acciones bélicas por parte de los Estados Unidos: La caída de las Torres
Gemelas.
Muchos de los que vieron la transmisión y el momento en que se
derrumbaron estos dos gigantescos rascacielos dudaron del atentado, se
realizándose miles de investigaciones, deducciones y pruebas de todo tipo que
llevaron a la realización de documentales.
Todos sabemos que el Estado, como bien dice Michell Albert en su libro
Capitalismo contra capitalismo: “(…) sirve a los grupos de presión, y estos con
frecuencia los componen empresas y corporaciones (…)”, puesto que son estas
empresas y corporaciones las poseedoras de capacidad económica y organizativa
suficientes para influir en la gestión pública y la generación de políticas
para inclinar la balanza a su favor, e incluso, llegar a desestabilizar el
mercado y hasta algún pequeño país o gobierno que les sea adverso, aun por
encima de la generación de conflictos, golpes de estado, invasiones, pobreza y hambre.
Esto no es más que el reflejo de una economía capitalista basada en intereses
privados que se han expandido a otros lugares del mundo, fuera del rango de
dominio que propone la doctrina Monroe.
¿Quién es realmente el causante de todos estos hechos que han provocado
ruinas, conflictos bélicos, homicidios en masa, invasiones, hambre, pobreza y
desolación, crisis a nivel mundial, culpas a terceros, tomas de gobiernos e
implantaciones de leyes marciales, juicios militares y tantos otros dramas que
hoy son moneda corriente en todo el mundo, ese mundo al que llamamos
civilizado?
Tal vez algún día podamos obtener respuestas a tantas preguntas, o
quizás nunca. Y en no muy largo plazo nos veamos inmersos en este mundo que ya
está globalizado en muchos aspectos. Inmersos en esas 4 o 5 zonas que a su vez
son gobernadas por un único Gobierno, un Gobierno mundial, bajo una misma
moneda impuesta por los intereses de los Norteamericanos.
Es así como surgen esas grandes
preguntas que todos nos hacemos
hoy, ¿a dónde irá a parar este mundo conflictivo y loco en el que vivimos?
¿Tendrán razón todos aquellos, quienes ven el futuro de nuestro planeta con
preocupación y desconfianza?, Quizás la solución no se encuentre en la idea de
un mundo globalizado y bajo un único gobierno, sino en ideales tal vez utópicos, como el que propone Samir Amin en
su libro sobre el capitalismo en una época globalizada, tan convulsionada como
la que nos ha tocado vivir.
Tal vez Manuel Castells Olivan, sociólogo español, tenga razón al
señalar que : “Los estados-nación sobrevivirán, pero no así su soberanía”.
O también pueden ser válidas las reflexiones del gran ícono de la
sociología Max Webber, cuando afirma que “es un mundo que no tiene solución”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario