EN LA CARCEL DE LA ROTUNDA
ENVENENABAN A LOS PRESOS
El 6 diciembre 1843, se
creó por orden de la Diputación Provincial de Caracas la cárcel de La Rotunda. Con
este nombre se conoce a la cárcel caraqueña más célebre de la segunda mitad del
siglo XIX y primeras décadas del siglo XX.
El auge de su fama se dio
durante el gobierno del dictador Juan Vicente Gómez, debido a los métodos de
tortura y envenenamiento aplicados a los presos políticos, y a las condiciones
inhumanas a las cuales eran sometidos.
Era conocida como la
última morada de los opositores al gobierno de Gómez porque, por lo general,
sólo salían de la prisión muertos.
El diseño de la cárcel
estaba inspirado en el sistema de aislamiento individual del “Panóptico”,
ideado por el inglés Jeremías Bentham a finales del siglo XVIII; de allí que
tuviera una forma circular( redonda), la cual pronto serviría de apodo para el
edificio.
El objetivo de la
estructura panóptica es permitir a su guardián, guarnecido en una torre
central, observar a todos los prisioneros, recluidos en celdas individuales
alrededor de la torre, sin que éstos puedan saber si son observados. En cuanto
a las celdas, las mismas estaban equipadas solamente con puertas y se
encontraban divididas entre sí por gruesos muros de mampostería. Una de estas
mazmorras fue el tristemente célebre “calabozo del olvido”, donde se aislaba al
prisionero durante largos períodos de tiempo.
El edificio estaba
precedido por un cuerpo frontal donde se alineaban los cuartos de los guardias,
la entrada y “probablemente”, algún servicio sanitario.
Desde su edificación, en
La Rotunda fueron recluidos presos políticos, procesados militares y también
presos comunes. No obstante, su mayor notoriedad la alcanzó durante los gobiernos
de Cipriano Castro y particularmente, de Juan Vicente Gómez.
Los hombres que eran
apresados en la Rotunda por motivos políticos cargaban con grilletes y pernos
de acero en los pies y eran víctimas de numerosas torturas. Los grillos
sujetaban los tobillos de los prisioneros inmovilizándolos y produciéndoles
heridas. Entre las numerosas torturas que se aplicaban en La Rotunda al igual
que en otras cárceles venezolanas de fines del siglo XIX y comienzos del siglo
XX, figuraban además el “cepo de campaña”, las “colgadas”, el “tortol”, el
“acial”, las “pelas”, y el “apersogamiento”.
Se solía introducir veneno
en los alimentos de los reos, sobre los que pesaran órdenes de asesinato, y
vidrio molido en sus bebidas para causar mayor sufrimiento a la hora de la
muerte.
Muchos de los presos
políticos de la Rotunda eran enviados a cumplir con trabajos forzados, el más
famoso de los cuales fue la construcción de la carretera Trasandina en los
Andes Venezolanos que aún sigue en funcionamiento.
Entre
los presos célebres de la cárcel se encuentran Roman Delgado Chalbaud, líder de
una conspiración en contra del presidente Juan Vicente Gómez, quien habitó su
celda por catorce años; José Rafael Pocaterra, escritor nacido en la ciudad de
Valencia, quien narra sus desventuras en prisión en su libro “Memorias de un
Venezolano de la Decadencia”; los sacerdotes Mendoza y Monteverde, engrillados
por ser parte del clero opositor al régimen de Gómez, Néstor Luis Pérez
Luzardo, jurista venezolano, Jóvito Villalba, político venezolano, Andrés Eloy
Blanco, político y poeta venezolano, Carlos López Bustamante, director del
diario El Fonógrafo en Caracas y muchos otros que dejaron su juventud o su vida
entre las paredes de la cárcel del gomecismo.
La Rotunda fue cerrada
temporalmente en 1927 como parte de la amnistía promovida por el entonces
secretario de la Presidencia, Francisco Baptista Galindo, pero fue abierta de
nuevo en 1928.
Esta tenebrosa cárcel del
régimen gomecista fue demolida en el año 1936, por el presidente Eleazar López Contreras, construyéndose en su lugar la plaza La
Concordia.
La demolición de la cárcel
por parte de López Contreras ha sido vista como un intento por parte de este
General de borrar uno de los episodios más oscuros de la historia del país,
porque estuvo involucrado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario