jueves, 27 de octubre de 2016

En aguas del cerro El Morro, en Lechería HACE 41 AÑOS EL MAR DENUNCIO LA MUERTE DE ALBERTO LOVERA


En aguas del cerro El Morro, en Lechería
HACE 51 AÑOS EL MAR DENUNCIO
LA MUERTE DE ALBERTO LOVERA

El miércoles 27 de octubre de 1965, un pescador encontró los restos casi irreconocibles del profesor Alberto Lovera, quien había sido detenido nueve días antes a la altura de la Plaza “Las Tres Gracias”, en Caracas, por una comisión de la Dirección General de Policía (Digepol) . El cadáver estaba atascado  entre los peñascos de las aguas aledañas al cerro El Morro  de Lechería, estado Anzoátegui, y  salió a flote en las redes del  marinero.

La detención y desaparición del dirigente político del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y profesor, Alberto Lovera, se produjo el 18 de octubre de 1965 cuando fue interceptado por una comisión de la Dirección General de Policía (Digepol) del gobierno adeco de Raúl Leoni, en la urbanización Las Acacias, en Caracas.

La información que condujo a la detención y muerte de Lovera fue proporcionada por el delator Aníbal González, un policía infiltrado en las filas del PCV. Meses más tarde, éste murió a manos de agentes de la DIGEPOL para cerrarle la boca.

Después de su detención, Lovera fue trasladado de inmediato a la sede de la Digepol, en la urbanización Los Chaguaramos, donde fue torturado durante nueve días consecutivos, hasta que lo asesinaron. Su esposa, María del Mar Lovera, lo buscó en los diferentes cuerpos policiales y en todos fue negado.

Una vez muerto, la banda armada de Acción Democrática (AD) intentó deshacerse del cadáver llevándolo a varias instalaciones militares, entre ellas el cuartel San Carlos , en Caracas, y el campamento de Cachipo, en el estado Monagas, donde fue rechazado.

Al final, decidieron  arrojarlo al mar, y lo lanzaron frente a las costas del estado  Anzoátegui, al oriente venezolano,  donde el oleaje y las corrientes marinas  lo  arrastraron hasta la parte norte del cerro El Morro, en Lechería, y allí fue localizado por un pescador de nombre Carlazán Narváez, quien se encontraba en sus faenas de pesquería, en horas de la madrugada.

Era el día miércoles 27 de octubre de 1965. En la playa del cerro El Morro, aledaño al Fortín Magdalena, en Lechería, el pescador Carlazán Narváez sintió un gran peso envuelto en su atarraya y, al sacarla para recoger su cosecha, se encontró con la aterradora y fatídica imagen de un cadáver humano enredado en su malla.

La macabra apariencia de aquel cuerpo desnudo mostraba huellas evidentes de tortura. Era irreconocible. El rostro estaba desfigurado, las manos destrozadas y el cuerpo todo amoratado. Además, estaba hinchado, de cierta manera envuelto con una cadena de hierro de unos dos metros de largo, y tenía una trenza de cuero amarrada al cuello junto a un pico de construcción que iba asegurado con un candado que, al parecer, tenía la misión de servir como ancla para hundir a la víctima hasta el fondo del mar, sin embargo, se vino en las redes del  pescador oriental.

Al parecer, los funcionarios de la Digepol después de asesinarlo le amarraron al cuello la cadena y un pico de albañilería, lo lanzaron al mar para que se hundiera y no apareciera más nunca.

A pesar de que los restos  de Alberto Lovera tenían  totalmente destrozadas la cara y las manos, para evitar que fuera  identificado a través de sus facciones, estudios dentales o a través de sus huellas digitales, la medicatura forense después de analizar detalladamente los despojos, logró determinar que éstos pertenecían al dirigente político.

Quedó demostrado gracias a las investigaciones realizadas por los familiares de Lovera y el trabajo del  para entonces diputado José Vicente Rangel, que su asesinato fue ejecutado por órdenes del director de la Digepol, J.J Patiño González.

En las torturas y asesinato de Alberto Lovera estuvieron directamente implicados los comisarios de la DIGEPOL J.J. Patiño González, Carlos Vegas Delgado (“El Capitán”), Alberto Ochoa, José R. Antúnez y Carlos Quintero.

El cuerpo de Lovera fue sepultado en el cementerio de Barcelona, hasta que cinco meses después, el jueves 3 de marzo de 1966, luego de diversas investigaciones y la incansable voluntad de María del Mar Álvarez de Lovera por hacer justicia, el cadáver fue exhumado. El lunes 7 de marzo, la PTJ reconoció que las huellas dactilares tomadas al cadáver eran de Lovera y la autopsia confirmó que los asesinos mutilaron las yemas de sus dedos, desfiguraron su rostro, molieron su dentadura y rompieron su cervical.

Tras la revisión forense se pretendió volver a enterrar en Barcelona el cuerpo de Lovera, a lo cual su esposa se negó y pidió que sus restos fueran colocados en una urna para llevárselo, pero pasarían 12 horas para que las autoridades permitieran a la viuda sacar el cadáver y trasladarlo hasta la funeraria La Voluntad de Dios, en Caracas.

El miércoles 23 de marzo de 1966, en la tarde, acompañado por una multitudinaria marcha que recorrió gran parte de la capital, se realizó el sepelio en el Cementerio General del Sur. Con María, Alberto tuvo dos hijos, Alberto Enrique, que nació en 1958, y Yanira, en 1961.

Desde ese momento comenzó otra lucha: la de conseguir justicia y castigo para los asesinos de Lovera. El caso sigue abierto. En la actualidad, la investigación la adelanta el Ministerio Público a través de la Comisión por la Justicia y la Verdad, creada en febrero de 2013 tras la aprobación -en 2012- de la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y otras Violaciones de los Derechos Humanos por razones políticas en el período 1958-1998.

En esos días cuando detuvieron, torturaron y asesinaron a Alberto Lovera,  gobernaba en Venezuela Raúl Leoni, quien, al asumir el poder, profundizó y desarrolló la campaña flagrante de erradicación de comunistas y disidentes de izquierda que se inició bajo la "nueva democracia" del gobierno de Rómulo Betancourt (1958-1964).

Era una estrategia adoctrinada bajo las órdenes del Departamento de Estado de Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), cuando el ministro para Relaciones Interiores era Carlos Andrés Pérez.

Con Betancourt fue declarada la represión de manera pública. Él mismo expresó que era necesario aislar y segregar al PCV, y ordenó: "Disparar primero y averiguar después". Ese era el lineamiento de exterminio de la Operación Cóndor que se impartía en la Escuela de las Américas, institución dirigida por la CIA en Panamá. Así surgió la doctrina de la seguridad y defensa nacional para enfrentar al "enemigo interno".

Los nacientes gobiernos "democráticos", productos del Pacto de Punto Fijo, enarbolaron el plan perfecto contra sus opositores: el terrorismo de Estado. Sería entonces Venezuela el primer ensayo para la ejecución de más de 3.000 desapariciones forzadas y 10.000 torturados, que sirvió a la CIA para desarrollar luego acciones en Chile (1973) y Argentina (1976), entre otros pueblos de la región.

Hoy, en la redoma de Guaraguao en Puerto La Cruz está el área recreativa que lleva el nombre de Alberto Lovera, donde se encuentra un busto en su honor develado en 2005 por su viuda. "No queremos que se pierda la memoria de los asesinados y desaparecidos en el puntofijismo", dijo María del Mar Álvarez de Lovera, quien falleció el 17 de agosto de 2014 en espera de justicia.


¡Las nuevas generaciones formadas al calor de la Revolución Bolivariana, levantamos las banderas de lucha de Alberto Lovera!

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