En aguas del cerro El Morro, en Lechería
HACE 51 AÑOS EL MAR DENUNCIO
LA MUERTE DE ALBERTO LOVERA
El miércoles 27 de octubre de 1965, un pescador encontró los restos casi
irreconocibles del profesor Alberto Lovera, quien había sido detenido nueve
días antes a la altura de la Plaza “Las Tres Gracias”, en Caracas, por una comisión de
la Dirección General de Policía (Digepol) . El cadáver estaba atascado entre los peñascos de las aguas aledañas al
cerro El Morro de Lechería, estado
Anzoátegui, y salió a flote en las redes
del marinero.
La detención y desaparición del dirigente político del Partido Comunista
de Venezuela (PCV) y profesor, Alberto Lovera, se produjo el 18 de octubre de
1965 cuando fue interceptado por una comisión de la Dirección General de
Policía (Digepol) del gobierno adeco de Raúl Leoni, en la urbanización Las
Acacias, en Caracas.
La información que condujo a la detención y muerte de Lovera fue
proporcionada por el delator Aníbal González, un policía infiltrado en las
filas del PCV. Meses más tarde, éste murió a manos de agentes de la DIGEPOL
para cerrarle la boca.
Después de su detención, Lovera fue trasladado de inmediato a la sede de
la Digepol, en la urbanización Los Chaguaramos, donde fue torturado durante
nueve días consecutivos, hasta que lo asesinaron. Su esposa, María del Mar
Lovera, lo buscó en los diferentes cuerpos policiales y en todos fue negado.
Una vez muerto, la banda armada de Acción Democrática (AD) intentó
deshacerse del cadáver llevándolo a varias instalaciones militares, entre ellas
el cuartel San Carlos , en Caracas, y el campamento de Cachipo, en el estado
Monagas, donde fue rechazado.
Al final, decidieron arrojarlo al
mar, y lo lanzaron frente a las costas del estado Anzoátegui, al oriente venezolano, donde el oleaje y las corrientes marinas lo
arrastraron hasta la parte norte del cerro El Morro, en Lechería, y allí
fue localizado por un pescador de nombre Carlazán Narváez, quien se encontraba
en sus faenas de pesquería, en horas de la madrugada.
Era el día miércoles 27 de octubre de 1965. En la playa del cerro El Morro,
aledaño al Fortín Magdalena, en Lechería, el pescador Carlazán Narváez sintió
un gran peso envuelto en su atarraya y, al sacarla para recoger su cosecha, se
encontró con la aterradora y fatídica imagen de un cadáver humano enredado en
su malla.
La macabra apariencia de aquel cuerpo desnudo mostraba huellas evidentes
de tortura. Era irreconocible. El rostro estaba desfigurado, las manos
destrozadas y el cuerpo todo amoratado. Además, estaba hinchado, de cierta
manera envuelto con una cadena de hierro de unos dos metros de largo, y tenía
una trenza de cuero amarrada al cuello junto a un pico de construcción que iba
asegurado con un candado que, al parecer, tenía la misión de servir como ancla
para hundir a la víctima hasta el fondo del mar, sin embargo, se vino en las
redes del pescador oriental.
Al parecer, los funcionarios de la Digepol después de asesinarlo le
amarraron al cuello la cadena y un pico de albañilería, lo lanzaron al mar para
que se hundiera y no apareciera más nunca.
A pesar de que los restos de
Alberto Lovera tenían totalmente
destrozadas la cara y las manos, para evitar que fuera identificado a través de sus facciones,
estudios dentales o a través de sus huellas digitales, la medicatura forense
después de analizar detalladamente los despojos, logró determinar que éstos
pertenecían al dirigente político.
Quedó demostrado gracias a las investigaciones realizadas por los
familiares de Lovera y el trabajo del
para entonces diputado José Vicente Rangel, que su asesinato fue
ejecutado por órdenes del director de la Digepol, J.J Patiño González.
En las torturas y asesinato de Alberto Lovera estuvieron directamente implicados los comisarios de la DIGEPOL J.J. Patiño González, Carlos Vegas Delgado (“El Capitán”), Alberto Ochoa, José R. Antúnez y Carlos Quintero.
El cuerpo de Lovera fue sepultado en el cementerio de Barcelona, hasta
que cinco meses después, el jueves 3 de marzo de 1966, luego de diversas
investigaciones y la incansable voluntad de María del Mar Álvarez de Lovera por
hacer justicia, el cadáver fue exhumado. El lunes 7 de marzo, la PTJ reconoció
que las huellas dactilares tomadas al cadáver eran de Lovera y la autopsia
confirmó que los asesinos mutilaron las yemas de sus dedos, desfiguraron su
rostro, molieron su dentadura y rompieron su cervical.
Tras la revisión forense se pretendió volver a enterrar en Barcelona el
cuerpo de Lovera, a lo cual su esposa se negó y pidió que sus restos fueran
colocados en una urna para llevárselo, pero pasarían 12 horas para que las
autoridades permitieran a la viuda sacar el cadáver y trasladarlo hasta la
funeraria La Voluntad de Dios, en Caracas.
El miércoles 23 de marzo de 1966, en la tarde, acompañado por una
multitudinaria marcha que recorrió gran parte de la capital, se realizó el sepelio
en el Cementerio General del Sur. Con María, Alberto tuvo dos hijos, Alberto
Enrique, que nació en 1958, y Yanira, en 1961.
Desde ese momento comenzó otra lucha: la de conseguir justicia y castigo
para los asesinos de Lovera. El caso sigue abierto. En la actualidad, la
investigación la adelanta el Ministerio Público a través de la Comisión por la
Justicia y la Verdad, creada en febrero de 2013 tras la aprobación -en 2012- de
la Ley para Sancionar los Crímenes, Desapariciones, Torturas y otras Violaciones
de los Derechos Humanos por razones políticas en el período 1958-1998.
En esos días cuando detuvieron, torturaron y asesinaron a Alberto
Lovera, gobernaba en Venezuela Raúl
Leoni, quien, al asumir el poder, profundizó y desarrolló la campaña flagrante
de erradicación de comunistas y disidentes de izquierda que se inició bajo la "nueva
democracia" del gobierno de Rómulo Betancourt (1958-1964).
Era una estrategia adoctrinada bajo las órdenes del Departamento de
Estado de Estados Unidos y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus
siglas en inglés), cuando el ministro para Relaciones Interiores era Carlos
Andrés Pérez.
Con Betancourt fue declarada la represión de manera pública. Él mismo
expresó que era necesario aislar y segregar al PCV, y ordenó: "Disparar
primero y averiguar después". Ese era el lineamiento de exterminio de la
Operación Cóndor que se impartía en la Escuela de las Américas, institución
dirigida por la CIA en Panamá. Así surgió la doctrina de la seguridad y defensa
nacional para enfrentar al "enemigo interno".
Los nacientes gobiernos "democráticos", productos del Pacto de
Punto Fijo, enarbolaron el plan perfecto contra sus opositores: el terrorismo
de Estado. Sería entonces Venezuela el primer ensayo para la ejecución de más
de 3.000 desapariciones forzadas y 10.000 torturados, que sirvió a la CIA para
desarrollar luego acciones en Chile (1973) y Argentina (1976), entre otros
pueblos de la región.
Hoy, en la redoma de Guaraguao en Puerto La Cruz está el área recreativa
que lleva el nombre de Alberto Lovera, donde se encuentra un busto en su honor
develado en 2005 por su viuda. "No queremos que se pierda la memoria de
los asesinados y desaparecidos en el puntofijismo", dijo María del Mar
Álvarez de Lovera, quien falleció el 17 de agosto de 2014 en espera de
justicia.
¡Las nuevas generaciones formadas al calor de la Revolución Bolivariana,
levantamos las banderas de lucha de Alberto Lovera!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario