martes, 4 de octubre de 2016

Testimonio de un periodista LA MASACRE DE CANTAURA OPERACIÓN EXTERMINIO

Testimonio de un periodista
LA MASACRE DE CANTAURA
OPERACIÓN  EXTERMINIO
Fui testigo de excepción, como periodista,  de lo ocurrido el 4 de Octubre de 1982, cuando tuvo lugar uno de los más sangrientos y macabros sucesos protagonizados por los gobiernos del Puntofijismo: La  “Masacre de Cantaura”, donde  23 compatriotas fueron asesinados por el gobierno socialcristiano de Luís Herrera Campíns. Ese día Chamariapa despertó aterrorizada por el fragor de las bombas y la metralla.
El 4 de octubre de 1982 a las 5.30 am, aviones Canberra y Bronco de la Fuerza Aérea Venezolana, cuatrocientos hombres de la Fuerza Armada Nacional y decenas de efectivos de la Disip procedieron a atacar un campamento donde 40 ciudadanos efectuaban una reunión del Frente Américo Silva del partido Bandera Roja, para ese entonces revolucionario. La reunión se efectuaba en un lugar conocido como “Los Changurriales de Evans”, cerca de Cantaura, en el estado Anzoátegui. ¡Fue una emboscada que acabó con la vida de hombres y mujeres de entre 16 a 30 años!
Algunos de los capturados fueron asesinados a quema ropa, a las mujeres les mutilaron los senos a otros los descuartizaron o fueron rematados por los organismos de seguridad y represión del Estado Venezolano
Allí estuve junto a otros periodistas y fotorreporteros, olfateando la noticia, y un Oficial al mando de un piquete de soldados del Ejército nos dio diez segundos para desalojar el sitio donde habían masacrado horas antes al grupo izquierdista, alegando que era zona de guerra y nosotros éramos vistos como “enemigos”.
Más tarde, durante la persecución de unos supuestos evadidos que habían logrado burlar el brutal ataque, el General Murgas Cabrices, quien comandaba la operación, gritaba desaforadamente que si sabía de mi presencia en el lugar me acribillaría porque suponía que yo era un enlace guerrillero.
Posteriormente, en la sede de la Prefectura de Cantaura, donde se suponía que darían una rueda de prensa para informar oficialmente sobre lo ocurrido, el Comisario Jefe Henry López Sisco me llamó por mi nombre y apellido haciéndome  pasar a una oficina con el pretexto de que en adelante me utilizarían para hacer llegar cualquier información al resto de los periodistas. Obvio que lo que buscaban era tenerme bien precisado. 
Al día siguiente, el Diario Metropolitano de Barcelona, periódico para el cual trabajaba este periodista tituló en primera página: “MASACRE EN CANTAURA”, siendo el único que se atrevió a decir la verdad sobre aquel terrorífico acontecimiento.
El Gobernador de Anzoátegui, Adel Muhamad Tineo, me llamó vía telefónica para reclamarme que auel titular, según él, era “muy fuerte”, y me convocó de urgencia a una reunión en su despacho con el Alto Mando Militar, donde daría una rueda de prensa. Allí, mientras el mandatario hablaba a los presentes, se me acercó el General Comandante de la Base Aérea de Barcelona, quien había dado la orden a sus oficiales de ejecutar el bombardeo en Cantaura, y me dijo:”Te invito a dar un paseo en un Gamberra, para lanzarte en el medio del mar, Coño de Madre”.
Fui el único periodista a quien no le entregaron la acreditación por haber realizado el curso de Corresponsal de Guerra, que realizó un nutrido grupo de Comunicadores Sociales en la misma Basea Aérea de Barcelona.  Coletazos de mi posición frente a los hechos de Cantaura.
Investigaciones posteriores revelaron que este hecho fue una operación de exterminio, a pesar de que el movimiento guerrillero armado venezolano ya estaba prácticamente extinguido. Fue una delación.
Norberto Antonio Rebánales fue el traidor que lograron infiltrar en las filas del Frente Américo Silva  antes de la masacre. La mejor prueba de esto es que, de los 23 cadáveres, 14 presentaban tiros en la nuca: habían sido rematados estando heridos. Un modus operandi que también se repitió en las masacres de Yumare, Caño Las Coloradas y el Caracazo.
Aquel horrendo genocidio fue llevado a cabo durante el gobierno del socialcristiano Luis Herrera Campins, quien avaló la masacre llevada a cabo por la Disip, capitaneada por Henry López Sisco, quien se ufana de tener más de 200 muertos en su haber. Contó con el vistobueno del ministro de Relaciones Interiores de entonces, Luciano Valero, del gobierno estadounidense de ese momento, presidido por Ronald Reagan, y de los organismos internacionales, incluyendo a la Iglesia Católica. López Sisco hoy está imputado por la justicia venezolana pero huyó del país. Curiosamente a este nefasto personaje se le condecoró en la Alcaldía del Municipio Sotillo, pocos años después de su bárbara actuación en la Masacre de Cantaura.

Hoy habrá actos en “Los Changurriales de Evans” y en la plaza Bolívar de la capital del Municipio Freites, para conmemorar los 34 años de la “Masacre de Cantaura”.

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