Testimonio de un periodista
LA MASACRE DE CANTAURA
OPERACIÓN
EXTERMINIO
Fui testigo de excepción, como
periodista, de lo ocurrido el 4 de
Octubre de 1982, cuando tuvo lugar uno de los más sangrientos y macabros
sucesos protagonizados por los gobiernos del Puntofijismo: La “Masacre de Cantaura”, donde 23 compatriotas fueron asesinados por el
gobierno socialcristiano de Luís Herrera Campíns. Ese día Chamariapa despertó
aterrorizada por el fragor de las bombas y la metralla.
El 4 de octubre de 1982
a las 5.30 am, aviones Canberra y Bronco de la Fuerza Aérea Venezolana,
cuatrocientos hombres de la Fuerza Armada Nacional y decenas de efectivos de la
Disip procedieron a atacar un campamento donde 40 ciudadanos efectuaban una
reunión del Frente Américo Silva del partido Bandera Roja, para ese entonces
revolucionario. La reunión se efectuaba en un lugar conocido como “Los
Changurriales de Evans”, cerca de Cantaura, en el estado Anzoátegui. ¡Fue una
emboscada que acabó con la vida de hombres y mujeres de entre 16 a 30 años!
Algunos de los
capturados fueron asesinados a quema ropa, a las mujeres les mutilaron los
senos a otros los descuartizaron o fueron rematados por los organismos de
seguridad y represión del Estado Venezolano
Allí estuve junto a
otros periodistas y fotorreporteros, olfateando la noticia, y un Oficial al
mando de un piquete de soldados del Ejército nos dio diez segundos para
desalojar el sitio donde habían masacrado horas antes al grupo izquierdista,
alegando que era zona de guerra y nosotros éramos vistos como “enemigos”.
Más tarde, durante la
persecución de unos supuestos evadidos que habían logrado burlar el brutal
ataque, el General Murgas Cabrices, quien comandaba la operación, gritaba
desaforadamente que si sabía de mi presencia en el lugar me acribillaría porque
suponía que yo era un enlace guerrillero.
Posteriormente, en la
sede de la Prefectura de Cantaura, donde se suponía que darían una rueda de
prensa para informar oficialmente sobre lo ocurrido, el Comisario Jefe Henry
López Sisco me llamó por mi nombre y apellido haciéndome pasar a una oficina con el pretexto de que en
adelante me utilizarían para hacer llegar cualquier información al resto de los
periodistas. Obvio que lo que buscaban era tenerme bien precisado.
Al día siguiente, el
Diario Metropolitano de Barcelona, periódico para el cual trabajaba este
periodista tituló en primera página: “MASACRE EN CANTAURA”, siendo el único que
se atrevió a decir la verdad sobre aquel terrorífico acontecimiento.
El Gobernador de
Anzoátegui, Adel Muhamad Tineo, me llamó vía telefónica para reclamarme que
auel titular, según él, era “muy fuerte”, y me convocó de urgencia a una
reunión en su despacho con el Alto Mando Militar, donde daría una rueda de
prensa. Allí, mientras el mandatario hablaba a los presentes, se me acercó el
General Comandante de la Base Aérea de Barcelona, quien había dado la orden a
sus oficiales de ejecutar el bombardeo en Cantaura, y me dijo:”Te invito a dar
un paseo en un Gamberra, para lanzarte en el medio del mar, Coño de Madre”.
Fui el único periodista
a quien no le entregaron la acreditación por haber realizado el curso de
Corresponsal de Guerra, que realizó un nutrido grupo de Comunicadores Sociales
en la misma Basea Aérea de Barcelona. Coletazos de mi posición frente a los hechos
de Cantaura.
Investigaciones
posteriores revelaron que este hecho fue una operación de exterminio, a pesar
de que el movimiento guerrillero armado venezolano ya estaba prácticamente
extinguido. Fue una delación.
Norberto Antonio Rebánales fue el traidor que lograron infiltrar en las filas del Frente Américo Silva antes de la masacre. La mejor prueba de esto es que, de los 23 cadáveres, 14 presentaban tiros en la nuca: habían sido rematados estando heridos. Un modus operandi que también se repitió en las masacres de Yumare, Caño Las Coloradas y el Caracazo.
Norberto Antonio Rebánales fue el traidor que lograron infiltrar en las filas del Frente Américo Silva antes de la masacre. La mejor prueba de esto es que, de los 23 cadáveres, 14 presentaban tiros en la nuca: habían sido rematados estando heridos. Un modus operandi que también se repitió en las masacres de Yumare, Caño Las Coloradas y el Caracazo.
Aquel horrendo genocidio
fue llevado a cabo durante el gobierno del socialcristiano Luis Herrera
Campins, quien avaló la masacre llevada a cabo por la Disip, capitaneada por
Henry López Sisco, quien se ufana de tener más de 200 muertos en su haber.
Contó con el vistobueno del ministro de Relaciones Interiores de entonces,
Luciano Valero, del gobierno estadounidense de ese momento, presidido por
Ronald Reagan, y de los organismos internacionales, incluyendo a la Iglesia
Católica. López Sisco hoy está imputado por la justicia venezolana pero huyó del
país. Curiosamente a este nefasto personaje se le condecoró en la Alcaldía del
Municipio Sotillo, pocos años después de su bárbara actuación en la Masacre de
Cantaura.
Hoy habrá actos en “Los
Changurriales de Evans” y en la plaza Bolívar de la capital del Municipio
Freites, para conmemorar los 34 años de la “Masacre de Cantaura”.
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