El 10 de febrero de 1824, Simón Bolívar fue nombrado Dictador del Perú. En tales funciones, el Libertador concentró toda su energía en controlar las riendas de ese país, pues estimaba que el triunfo sólo tendría sentido con el apoyo de los republicanos peruanos, superando todas las dificultades, las penurias, las traiciones y las decepciones.
Bolívar logró desbaratar la anarquía de los inadaptados al asumir aquella investidura, luego que un año antes sostuviera una conferencia en Guayaquil con José de San Martín, en la cual ambos próceres discutieron la estrategia de liberación del resto del Perú.
Se desconoce con exactitud lo tratado en aquella reunión entre los dos héroes sudamericanos; lo cierto es que, luego de la misma, San Martín volvió a Argentina, mientras Bolívar condujo la lucha contra los últimos reductos españoles en Sudamérica, en la sierra y el Alto Perú.
En 1825 Bolívar renuncia a los poderes ilimitados que le habían sido conferidos ante el Congreso.
En 1823, Bolívar fue autorizado por el Congreso de la Gran Colombia para tomar el mando. Luego marchó a Lima, cuyo gobierno le pedía dirigir la guerra, y se reunió con Sucre para planificar las acciones que conducirían al triunfo definitivo de la causa de la independencia suramericana.
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