sábado, 25 de marzo de 2017

“SI la Naturaleza se opone lucharemos contra ella…” FUERON DOS LOS TERREMOTOS OCURRIDOS EN CARACAS EN 1812, EL DIA JUEVES SANTO

“SI la Naturaleza se opone lucharemos contra ella…”
FUERON DOS LOS TERREMOTOS OCURRIDOS
EN CARACAS EN 1812, EL DIA JUEVES SANTO

Recientemente se ha determinado que Caracas resultó prácticamente devastada el 26 de marzo de 1 81 2, día de Jueves Santo, en el que la mayoría de los habitantes se hallaba en actividades de culto, cuando ocurrieron dos terremotos con 30 minutos de diferencia y no uno como se creía, (a las 4:07 pm, intensidad IX grados y magnitud estimada entre 7,2 y 7,4).

El primero destruyó a Caracas y el segundo a Mérida, a ello hay que agregar que, según los estudios de microzonificación sísmica, la intensidad varió de un lugar a otro dentro de la propia ciudad. Además del derrumbe de casas y edificios, algunas quebradas cambiaron su curso, brotó gran cantidad de agua fétida y hubo muchas inundaciones.

En todo caso, la población quedó diezmada, según investigaciones recientes, se estima una cifra de víctimas mortales cercana a 2.000 personas. Todo ello hizo que las autoridades se plantearan la posibilidad de trasladar la ciudad a la explanada de Catia, por considerarla un lugar más seguro, ya que las zonas sur y oeste sufrieron menos daños, en comparación con el norte y centro de la ciudad, en los que la destrucción fue casi total.

Otros de los factores determinantes en la catástrofe además de la ubicación del centro poblado, fueron la calidad y la estructura de la construcción, paradójicamente, las obras más rudimentarias sufrieron menos que las sólidamente construidas, especialmente las de techo de teja, que se desplomaron casi por completo, de aquí el acento en los edificios de culto y oficiales, en los que más víctimas hubo, en el caso de las iglesias, por tratarse del día de culto que se dedica expresamente a la visita a los templos; y en el de las edificaciones militares, por hallarse concentradas las tropas que se preparaban para salir en procesión. La mayor parte de los soldados del cuartel San Carlos murieron aplastados al caer los muros por el terremoto.

En el momento del fatídico sismo, Simón Bolívar estaba en su casa del Vínculo de la Concepción, en la esquina de Las Gradillas, de donde rápidamente se trasladó a la plaza de San Jacinto, allí algunos frailes predicaban a la aterrorizada población que en ella se agolpaba, tratando de convencerla, astutamente, de que el terremoto era un castigo divino por la reciente separación de la Provincia de Venezuela del poder metropolitano.

Bolívar indignado y con una visión ilustrada, trató de atraer su atención explicando que nada tenía que ver el asunto político con el sismo, e intentó ayudar a quienes como él, habían ido a la plaza buscando un lugar seguro. Y terminó su intervención con la histórica frase:” Si la naturaleza se opone a nuestros designios, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”.

Años más tarde, el propio Bolívar atribuirá al terremoto de 1 81 2, entre otras causas, la pérdida de la Primera República, encabezada por Francisco de Miranda (prisionero en la cárcel de La Carraca, Cádiz), en manos del jefe realista Domingo Monteverde, hecho ocurrido en julio de ese mismo año, justamente dos años después de la declaración del Jueves Santo, aquel 1 9 de abril de 1 81 0.

Por su parte, el arzobispo Narciso Coll y Prat arengaba, según sus propias declaraciones, al pueblo para que se apartara de la causa patriota, culpable del trágico castigo divino, prédica que hizo repetir a los sacerdotes realistas, porque, casualmente, las ciudades que se hallaban bajo el dominio español, no sufrieron los efectos de la catástrofe. Coll y Prat fue preconizado para el arzobispado de Caracas por Pío VII en enero de 1 808, pero no llega a La Guaira sino hasta el 1 5 de julio de 1 81 0, ignorante de la revolución del 1 9 de abril anterior.

Coinciden los estudiosos de la sismicidad histórica en afirmar que los efectos de las calamidades naturales dependen del factor humano, del carácter social de los fenómenos naturales, y en buena medida, de la inestabilidad política, social y económica del momento, con graves implicaciones para el desarrollo social. Ciertamente, el país no habría sufrido tantos daños si la población hubiera estado preparada para afrontar esta suerte de cataclismo, bastaba con que hubiera seguido las normas mínimas de prevención, y eso queda expresado por el propio Bolívar en el Manifiesto de Cartagena.

A ello hay que agregar la falta de racionalidad para comprender el papel que juega el medio ambiente en el devenir social, especialmente cuando se trata de una población predispuesta a las concepciones fatalistas, derivadas del providencialismo católico que imputa a Dios o al diablo los acontecimientos, en lugar de hacerlo a la naturaleza y a sus leyes. En este sentido es preciso recalcar como afirmó Bolívar, que el terremoto desempeñó un papel secundario en la pérdida de la Primera República.

Si bien es cierto que son pocas las obras plásticas que han legado este testimonio a la posteridad, no hay que descartar que muchas de estas representaciones pudieran haber desaparecido precisamente en medio de los sucesivos desastres de que fueron víctimas. Aún así, se conservan testimonios, plásticos y documentales, de científicos, naturalistas y viajeros, que arrojaron luces sobre el tema.

Lo que los terremotos de 1 81 2 destruyeron en segundos, tardó décadas en recomponerse. Hay que admitir que la reconstrucción y ampliación de la ciudad es el mayor valor de la obra del presidente Antonio Guzmán Blanco (1 829 1 899), quien dedicó a ello sus mejores esfuerzos.

Con el paso del tiempo y después de varios e intensos terremotos posteriores, los espacios ocupados por las edificaciones derruidas por el sismo de 1 81 2, dieron paso a nuevas construcciones con usos similares, la mayoría de ellas edificadas bajo el período guzmancista.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario