martes, 15 de noviembre de 2016

“Alerta que camina…” EL DIA QUE “SUPLANTARON” LAS PIEDRAS PRECIOSAS DE LA ESPADA DEL LIBERTADOR

“Alerta que camina…”
EL DIA QUE “SUPLANTARON” LAS PIEDRAS
PRECIOSAS DE LA ESPADA DEL LIBERTADOR
El 15 noviembre de 1949, el Dr. Luis Oramas, antiguo director del Museo Bolivariano denunció que las piedras preciosas de la espada donada por el Perú al Libertador Simón Bolívar fueron suplantadas en fecha desconocida por otras sin ningún valor.
Para tener una idea del valor de esa joya que se conoce como “La Espada del Perú”, es necesario que nos remontemos al momento histórico de 1825, cuando la independencia del continente ya era cuestión de organización y Bolívar se preparaba a consolidar su obra libertadora con la naciente República de Bolivia, y en un acto de gran pomposidad recibió de las autoridades de Lima la invalorable “Espada del Perú”, símbolo de la riqueza, la libertad y la paz duradera en tierras incas, y conocida más tarde como “Espada del Libertador”, cuya belleza y esplendor hacen de ella una deslumbrante joya de alta orfebrería, tal vez la más bella espada del mundo.
La espada del Perú, es el mejor ejemplo de una espada simbólica no apta para la lucha, donde rivalizan en destello y belleza mil trescientos setenta y cuatro piedras preciosas entre diamantes, rubí y esmeraldas, con broches y mango de oro puro, incrustadas con toda maestría por orfebres y artistas del metal.
Más que una espada de combate, es una lujosa joya de orfebrería: la vaina es de oro macizo de 18 quilates y su pomo está formado de oro, brillantes y diamantes; su valor incalculable representa el heroísmo desplegado en el Perú.
Obsequiada en 1825, -después de la victoria de Junín y Ayacucho al Libertador, por la municipalidad de Lima, y con una medida de una vara y siete pulgadas de largo, la espada del Perú es sin duda, uno de los recursos históricos más notables que posee la América meridional.
Recibida por Bolívar de manos del comisionado, Coronel Salazar, la riqueza emblemática de la pieza es notable, más allá de que la vaina es en su totalidad de oro macizo de 18 kilates, en el que sobresalen elegantes y variados dibujos.
En la parte inferior se puede observar una serpiente de nueve pulgadas y ojos de rubí que la abraza. La hoja de acero grabada al estilo de damasco posee la siguiente inscripción: “Simón Bolívar: unión y libertad, año de 1825”, leyéndose en el anverso lo siguiente: “Libertador de Colombia y del Perú, Chungapoma me fecit en Lima”. Cada una de estas leyendas se encuentran separadas por dibujos alegóricos que representan trofeos de armas, laureles, etc.
El pomo de la guarnición de la espada posee un bello busto de oro, el genio de la libertad, coronado por un gorro frigio, relleno de brillantes y circundado por una corona de laureles compuesta de diamantes. En la parte inferior del mismo espacio, llámese la cazoleta, resaltan las figuras de dos indios de oro en relieve, coronados cada uno por penachos de brillantes que adornan sus cabezas, sosteniendo ambos el asta que lleva el gorro de la libertad.
La empuñadura posee dos pirámides truncadas. En la pirámide superior se observa, en una de sus caras, el escudo de armas del Perú, adicionalmente una orla de laureles. La pirámide inferior posee la siguiente dedicatoria: "El Perú a su Libertador". De la parte contigua a la empuñadura, o sea el pomo, se desprende un dragón de oro con dos brillantes.
Esta espada nunca fue usada ni llevada en combate: Bolívar la utilizaba como ornamento durante eventos protocolares. De todas maneras, atrás habían quedado ya las decisivas victorias finales de Junín y Ayacucho.
En la historia de Bolívar encontramos infinidad de gestos de admiración hacia sus oficiales, cuando hace entrega de esas espadas ornamentales cuyo lujo detestaba el Libertador, quién tampoco utilizaba las medallas y condecoraciones que el pueblo le entregaba como digno reconocimiento.
En la edición especial del Periódico Ilustrado que realizó Alberto Urdaneta con motivo del centenario del nacimiento de Simón Bolívar el 24 de julio de 1883, se describen dos espadas ornamentales que pertenecieron al Libertador:
Una de esas espadas que perteneció a Bolívar, fue un sable de caballería que regaló al general Rafael Urdaneta quien a su vez se la había regalado a su primo Francisco Urdaneta.
La fastuosa espada del Perú, con su ornamento en piedras preciosas, plata y oro fue conservada por El Libertador por su especial significado histórico, y a esa fue justamente a la que le cambiaron las gemas cuando se encontraba depositada en el Museo Bolivariano, en Caracas, sin que hasta la fecha se haya podido averiguar cómo y en qué momento pudieron los ladrones cambiar una a una las piedras originales por piezas “chimbas”, sin despertar sospechas. El caso fue puesto en manos de la Interpol que tiene a su cargo la investigación de los más emblemáticos robos de obras de arte en el mundo, para lo cual se pueden tardar años antes de descubrir cada hecho denunciado.
En nuestro país, la más reciente experiencia en ese sentido la tenemos con la recuperación del cuadro “Odalisca con pantalón rojo” del pintor francés Henri Matisse, la cual fue denunciada como extraviada del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, el día 4 de diciembre de 2002. La obra fue recuperada y trasladada el lunes 7 de Julio de 2014 por funcionarios del Ministerio Público desde Austin (Texas, Estados Unidos) hasta Venezuela.
En 1974, por considerar que el Banco Central de Venezuela (BCV) era un lugar seguro y digno para albergar piezas de inestimable valor histórico, el Ejecutivo Nacional, a través del Ministerio de Relaciones Interiores decidió conferir la custodia de esta espada al instituto emisor, para lo cual se destinó un lugar especial de exhibición permanente, en la mezzanina del edificio Sede del BCV.
“Mi espada y mi corazón siempre serán de Venezuela; y mis últimos suspiros pedirán al cielo su felicidad”. (Simón Bolívar).

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