miércoles, 23 de noviembre de 2016

( PARTE II ) COMO HA SIDO LA TV VENEZOLANA EN SUS SESENTA Y CUATRO AÑOS

(  PARTE II )
COMO HA SIDO LA TV VENEZOLANA
EN  SUS  SESENTA  Y  CUATRO AÑOS
 Años 60, el negocio y la dominación
En los años sesenta, la televisión venezolana se perfilaba en Caracas como un negocio rentable, con 500.000 aparatos receptores en manos de los habitantes de una ciudad que llegó al millón de habitantes en 1958. La televisión también estaba tocando de modo importante las ciudades de Valencia y Maracaibo, a finales de los cincuenta.
Cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y de Estados Unidos (Nueva York) llegó importado el Pacto de Punto Fijo. Venezolanos negocian el reconocimiento internacional a su naciente clase gobernante a cambio de la exclusión política, social y económica de otros venezolanos. La izquierda se fue a la lucha estudiantil, y luego armada, para intentar su espacio en una democracia que, se suponía, combatiría la exclusión, principal legado del régimen de Marcos Pérez Jiménez.
A partir de los sesenta, la televisión venezolana no buscaba informar, entretener, ni educar. La TV se convirtió en reproductor de la falsa democracia, excluyente, bipartidista, y de una sola ideología, finamente camuflada en noticias pagadas por transnacionales que, a diferencia de la imposición dictatorial, escondían la explotación detrás de una información somnífera, estimulante del conformismo.
El entretenimiento era su principal adoctrinamiento. El teleteatro, que presentaba obras de nuestra literatura, fue sustituido por la conversión de la dramaturgia en fábrica de sentimientos: La Telenovela, promotora del egoísmo, valor contrario a la generosidad venezolana, historias “de la vida misma”, donde los ricos tenían fortunas no justificadas “por su esfuerzo”,  mientras los pobres debían conformarse con “la injusticia del mundo”, y si algún pobre surgía, no era por su trabajo, sino por parentesco, por amiguismo, o por venganza contra alguien que le hizo daño.
El  ”ascenso de una clase social a una superior’, con toda la exclusión que esto significa, anulaba la solidaridad, convertía los derechos en privilegios por los que había que “joderse trabajando”. Así fue la telenovela venida de la CMQ cubana, protectora de la dictadura de Fulgencio Batista, que llegó a Venezuela con el triunfo de la Revolución cubana, y así comenzaron a cambiar, por este y otros factores, los bondadosos y generosos venezolanos y venezolanas.
La producción cinematográfica venezolana no alcanzaba para una programación regular, y Estados Unidos invertía todo recurso para inundar a los países que “necesitaran” de producción con su cine, claro, cine con “casual” chauvinismo y anticomunismo.
Legisladores de la época, más por un asunto de moral y estética, y no por el verdadero problema de fondo, intentarían un primer esfuerzo por regular la televisión, lo que significó el primer choque del Estado venezolano con el sector privado de la TV, que ascendía en poder y preferencia en la audiencia venezolana.
REGULACION VS PODER
El primer intento por regular la televisión ocurrió en el gobierno adeco de Raúl Leoni, tras una resolución que prohibía transmitir películas de censura “C” en la televisión, que fracasó ante la manipulación de los empresarios privados, quienes calificaron la medida como “ataque contra la libertad de expresión”. Diputados del antiguo Congreso Nacional estuvieron en México, buscando información sobre leyes de contenidos en ese país, para regular los contenidos de nuestra TV.
A su llegada a Venezuela, con el anteproyecto listo, la TV privada, ligada a otros oligopolios nacionales del negocio de alimentos, vehículos, etc., presionó al poder político, obligando al antiguo poder legislativo a archivar el proyecto. No se volvió a plantear leyes de este tipo, hasta la actual Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (hoy también medios electrónicos) aprobada  en 2004.
El servicio público de radio y TV lucía desintegrado, en contraste con la integración privada. La publicidad era factor de presión en las decisiones públicas, en la integridad cultural, en la independencia económica, e incluso la seguridad del Estado.
Pero sería Renny Ottolina, símbolo de la televisión en los cincuenta, sesenta y setenta, el gran vendedor de productos y vocero no oficial de la ideología capitalista, detrás de sus comentarios “espontáneos” sobre el acontecer nacional, quien formuló, dentro de su duro sesgo derechista, críticas sobre la televisión de los años setenta en su artículo: “Juicio a la televisión venezolana” (1978) del cual destaca, por encima de cualquier consideración fragmentaria sobre un problema de fondo, su predicción:
“…yo predigo que la televisión venezolana se irá hundiendo cada día más, en su mar de irresponsable vulgaridad, con la única consecuencia de provocar la intervención del Estado. Y tendrá que intervenir el Estado atendiendo el clamor de los hombres y mujeres responsables del país, que cada día hacen sentir más fuerte su voz de justa protesta…”
Pasarían casi 30 años para que la profecía se cumpliera, porque, la televisión, como el sistema al que sostenía, perdió el poder, cuando creyó haberlo conquistado.

( Próxima entrega: “LA TV CULTURAL VENEZOLANA)

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